Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Seguro
que todos tenemos nuestra visión particular sobre lo que es más o menos seguro,
de lo que es prioritario y lo que no lo es en este proceso llamado de
desescalada y que se está empezando a ver por algunos como un descenso en
rápel. Cada uno tiene su escala de prioridades y echa en falta unas cosas más
que otras. Como en todo frenazo, se nos ha quedado un sabor amargo respecto a
las cosas que hemos dejado de hacer.
Pero ha
llegado el tiempo de los estímulos. Con las aceleraciones, se pretende captar rápidamente
ese ahorro récord —ahorro nada virtuoso, sino sobrevenido— que se ha producido
al no poder gastar. Por mucho que se eche de menos una terraza, no se lo va a
gastar uno todo en sesiones de patatas y cerveza hasta reventar o dejar la
cuenta a cero.
Sabemos
que el deseo de consumo reprimido debe tener un estallido inicial para después
regularizarse. Yo, por ejemplo, echo de menos todos los DVD y BD que no he
podido comprar en este tiempo y mis sesiones de cine de fin de semana, placeres
pequeños que trataré de compensar hasta regularizar mi deseo.
Para
captar ese impulso similar al que sale de la cárcel y va a tomarse su primera
cerveza, a comerse un chuletón o deleitarse con un cappuccino, las empresas
despliegan sus estrategias de recuperación de lo perdido. Se inicia la guerra
entre lo que no hemos gastado porque no podíamos y lo que algunos consideran que les hemos
robado al no gastarlo.
Me
recuerda el razonamiento de los personajes de nuestra película "Atraco a
las 3", de los empleados que van a robar su propia sucursal bancaria y miran a
los que van a retirar dinero de sus propias cuentas como "ladrones"
que les están robando. Aunque se trate de una comedia, el razonamiento
psicológico es bastante razonable. Todos creen que lo que hemos dejado de
gastar les pertenece y han de recuperarlo en feroz competencia.
Pero ¿qué ocurrirá tras el primer
impulso, tras las primeras compras? ¿Culpabilidad
por gastar demasiado teniendo tanta incertidumbre por delante? ¿Gasto o
aprovechar lo ahorrado? Esa es la cuestión. Nos dicen que el ahorro español está en máximos.
Indudablemente,
para muchos está claro: hay que gastar, en ellos a ser posible. Pero para
otros, nadie va a velar por ti mejor que tú mismo y se debe guardar para el
futuro. Al final sabemos que la economía no es tan racional y funciona entre
pánicos y delirios, que lo importante es encontrar los resortes adecuados. Es
eso lo que se ha reconocido con los Premios Nobel durante las últimas décadas,
la forma de estudiar los miedos en la economía real.
La BBC
publicó el día 28 un artículo titulado "Stranger Danger", firmado por
Douglas Fraser, el editor de Negocios/Economía del área de Escocia. El artículo
es precisamente un recorrido entre lo que planifican para nosotros y lo que
nosotros podamos pensar al respecto, con especial incidencia sobre comportamiento
del movimiento turístico. ¿Vamos a ir a donde esperan que vayamos? ¿Cómo se perciben los
"riesgos"? En el fondo nuestras decisiones como consumidores
son decisiones tomadas evaluando los riegos que asumimos. Quizá nuestra
percepción no coincide con las de otros, que esperan de nosotros un
comportamiento distinto.
El artículo de Douglas Fraser termina con una reflexión y
una advertencia:
Persuading the government to let business
premises open up for trading is only the first part of the challenge. It's the
relatively straightforward one.
Getting over customer hurdles of anxiety and
fear will be more complex and nuanced, and doing so will surely take a lot
longer.*
En efecto, levantar muchas barreras solo es la primera
parte. Luego serán las personas las que deciden si se mueven o no, si gastan o
no y en qué lo harán si lo hacen. Las imágenes de los insensatos que se dedican
a saltarse las normas no son formas precisamente de aumentar la sensación de
seguridad. El incidente del pasajero del vuelo a Tenerife no es lo que lleva a
tener ganas de meterse en un avión por más que nos lleven a un destino idílico.
Por mucho que se nos sonría y se nos empuje (a veces ambas cosas) no se va a
vencer el miedo y la resistencia que provoca. Lo único que vence al miedo es la
seguridad, no la declaración de la "normalidad" por decreto. Es más,
creo que los movimientos de aceleración que estamos viendo no son precisamente
los que están creando sensación de seguridad. En muchos casos pueden estar
sirviendo para lo contrario, crear una mayor sensación de riesgo.
Fraser resume así lo mostrado por las encuestas realizadas
en Escocia:
Respondents liked the idea of self-contained
self-catering, in caravans or camping, allowing families to cut off from other
people. There's less appetite for going out for meals while renting on holiday.
The preference is for the countryside and
beaches, rather than cities and towns. None of these findings will come as a
surprise, but it's not good news for the immense tourism infrastructure in
cities including Edinburgh, which will be without its festivals this summer.
There's reduced interest in indoor activities
such as visits to arts and cultural venues. Purpose-built attractions will have
less appeal, post lockdown.
Attendance at events and festivals and mixing
with locals both have much less appeal now than previously.
"Given the importance of Scotland's
'friendly welcome' messaging, navigating around this will require a lot of
thought," the survey compilers observe.
In general, the survey found that 11% of people
are nervous and very wary of a return to travel, while 17% of those surveyed
said nothing has changed, and they'll return to the way things were before.
Parece claro y con bastante sentido. No sé hasta qué punto
podemos tomar nota por nuestras diferencias (lo que un escocés imagina y asocia
como "playa" y lo que imaginamos nosotros). Recordemos las quejas de
muchos municipios por la llega del "turismo bronca" a sus poblaciones
y barrios. ¿Es eso posible?
La sensación de seguridad, una vez más, nos la da el
comportamiento a nuestro alrededor. Creo que estamos obteniendo la evidencia de
la división en dos de la población. Descubrimos que hay personas que, desde su
aparente normalidad, tienen un sentido muy diferente a nuestro (presupongo que
los lectores son sensatos, pero puede incluirse en el bloque que le parezca
acorde con su propia personalidad) en cuanto a la prevención y el respeto de
las normas. Probablemente no sean más que variaciones del que cruza en rojo, el
que se cuela en el supermercado, no devuelve cuando debe lo que le prestan y
camina con zuecos de madera sin importarle la hora. Sí, es probable que todas
sean manifestaciones de un mismo tipo psicológico, el de la persona que le
traen al fresco los demás. Son esos que ve caminando frente a usted sin
mascarilla porque han descubierto que si van sin ella son los otros los que se
apartan y se ahorra el gasto. Sí, hay muchos de esos. En el otro lado están los
que se las ponen, guardan dos metros y esperan su turno. No sé si los dos tipos
son necesarios para la humanidad y en qué proporción, pero lo cierto es que los
hay.
En gran obstáculo va a ser el miedo, el hecho de que nos
sintamos más seguros en casa, lo que llaman el "síndrome de la
cabaña" y que se produce tanto por miedo al contagio como por el espanto que
causan los inconscientes. Como el inconsciente español suele presumir de sus
bravatas y le gusta, como a Don Juan, alardear de sus "conquistas",
que para eso las hace, muchos son detenidos gracias a ese narcisismo que les
lleva a colgar en YouTube sus olímpicos saltos de las normas. "Por la boca
muere el pez", decimos. Y así suele ser, en efecto.
¿Qué se puede hacer ante estos comportamientos negativos que
hacen que muchos decidan no montarse en un avión o tren? ¿Qué hacer ante estos
botellones, ante reuniones en mitad de la calle, con niños o sin niños, con
perros o sin perros? ¿Broncas todos los días afeándoles lo que hacen? ¡Pero si
les encanta! ¡Son provocadores narcisistas, a lo Trump, les va la marcha! ¿Qué
hacer con estos Luis XIV del asfalto, con estos Nerones de terraza? ¿Que hacer
con los que han decidido que han nacido guapos y que la mascarilla no le hace
justicia?
La solución turística de Douglas Fraser, la que le dicen las
encuestas en Escocia, es coger una caravana e irse a lo más lejos posible de
cualquiera. Piérdase. En nuestro caso, es probable que se vuelva al veraneo de
chalet frente al de hotel, a la casita aislada frente al turismo masivo del
bullicio y el balconing. Se acabó eso
de de montarte en el avión en Hamburgo por la tarde, noche de juerga en Ibiza y
regreso pedo perdido a Hamburgo por la mañana. Al menos, eso espero. Un verano
atípico, si.
Me temo que va a haber una importante batalla para definir qué
es "normal" dentro de la "nueva normalidad". Va a haber
mucha discusión semántica sobre los dos términos. Y puede que haya que mirar con cuidado lo que nos venden y vendemos. Ya hemos oído a algún experto decir que es "normal" que haya "rebrotes". ¡Claro! Incluso que haya "rebrotes estúpidos". Gajes del oficio, dirán algunos.
* Douglas
Fraser "Stranger Danger" BBC 28/05/2020 https://www.bbc.com/news/uk-scotland-scotland-business-52839660
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