Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay una
frase del ministro Illa en una de sus comparecencias, señalado que no se puede
exigir lo que no se tiene. Se refería entonces al uso de las mascarillas durante
una fase de la pandemia. No es que no fueran necesarias; solo es que no había.
Por el mismo motivo, cuando las hay se pueden exigir, aunque ir por la calle es
visitar el reino de las excepciones.
La
frase merece reflexión porque la realidad nos cae cada día sobre el mismo pie. Luego
algunos nos lo explican desde el pragmatismo del "si no hay, no hay",
que es una explicación circular que puede llegar a marear.
Una de
las cuestiones más problemáticas en esto del COVID-19 y sus efectos sociales se
refiere al problema de la educación, que podríamos dividir en dos grandes áreas
en las que las circunstancias mandan. Por un lado estaría la educación que
puede ser compensada con el uso de la tecnología, ya sea de forma total o
parcial. En el otro lado, el mundo de la educación infantil en el que se
producen al menos dos problemas añadidos, la conciliación familiar (la situación laboral de los
padres) y la menor adecuación del uso de las tecnologías de las comunicaciones,
al haber un aspecto importante de socialización que no puede ser ignorado.
Las
informaciones sobre las medidas con las que se va a afrontar el próximo curso
están en el aire en todos los sectores, de las universidades a las guarderías.
Parece como si todo el mundo pensara que esto es como la lluvia y que hay que
esperar a que escampe.
Mucho
me temo que se está produciendo otro tipo de contagio. La necesidad de promover
ciertos sectores está acelerando las acciones, recortando las prevenciones
porque, con claridad, una vez rebajadas las cifras más trágicas (por diversos
medios, no todos claros), el mundo se ve de otro color. Ya no solo vemos el
vaso medio lleno, si que algunos lo ven lleno con sangría.
Por
mucho que se nos diga lo contrario, son dos principios los que están en el
fondo de los razonamientos que dirigen la toma de decisiones: a) el estado de
"inmunidad de manada", en el que ya estaríamos todos a salvo porque
tendríamos anticuerpos y que se mueran los débiles; y b) mientras haya camas en
las UCI no hay problema. Este segundo razonamiento es el que se usó con
anterioridad: la prioridad era que el sistema no se colapsara. Hoy discutimos
si ese tipo de medidas son las que hicieron que los ancianos de las residencias
no fueran llevados a los hospitales, según se debate políticamente en las
comunidades. Todavía, pese a las muertes, siguen saliendo noticias de rebrotes
en residencias de mayores.
Respecto al estado inmunológico, los datos indican que el contagio es bajo entre los españoles, por lo que nos tendremos que hacer a la idea que no es buen negocio esto de infectarse a ver qué pasa. Respecto a los recursos sanitarios, las bajas de personal, el agotamiento causado y la experiencia del comportamiento de algunas administraciones poco cumplidoras con lo prometido pueden encontrarnos más tocados de lo que pensamos en un nuevo rebrote importante tras el verano.
Cada vez vemos que hay más expertos tratando de distanciarse de las políticas que se siguen, avisando que puede haber nuevos y fuertes rebrotes si no se toman medidas. Nadie parece querer asumir ese futuro optimista que algunos quieren trasmitir.
Ya sabemos cuáles son esas medidas necesarias, pero no todos parecen resignados a cumplirlas cuando entran en contradicción con nuestra materia prima, nosotros mismos como consumidores y productores.
De seguir así, se prevén conflictos, al menos a tres bandas, en el horizonte de septiembre: administración, familias y docentes. Y si comienza a haber rebrotes en las escuelas, sin plan B o C... o Z, veremos qué ocurre.
14 de marzo |
La
cuestión educativa es esencial ya que es de primera necesidad (incluso de necesidad colateral, con el tema
conciliador de fondo), y, además, es una actividad de concentración, por lo que es
determinante el número de personas, el espacio y las condiciones de las
interacciones. Pero...
Leemos
en el diario El País las decisiones que se han tomado en la Comunidad andaluza
sobre el regreso educativo:
Volver igual que cuando se suspendieron las clases en
plena pandemia, con los mismos alumnos y las mismas aulas. Esa es la intención
de la Junta de Andalucía para el regreso al colegio en septiembre y es el
planteamiento que el jueves llevará a la conferencia sectorial con el
Ministerio de Educación y la que debatirá con la comunidad educativa andaluza.
Así lo han manifestado esta mañana el consejero de Educación, Javier Imbroda, y
el consejero de Presidencia, Elías Bendodo.
“Habrá vuelta en septiembre desde la normalidad, y
cuando digo con normalidad es como hemos conocido nuestro proceso de
enseñanza-aprendizaje”, ha explicado Imbroda. La evolución positiva de la
pandemia en Andalucía y, sobre todo, el elevado coste económico —“imposible de
asumir”, de acuerdo con un portavoz de la Consejería de Educación—, que
supondría adaptar las escuelas a las recomendaciones de 15 alumnos por aula que
realizó la ministra del ramo Isabel Celáa, han empujado a la Consejería de
Educación a decantarse por este escenario.*
Es sorprendente la "naturalidad" con la que se aborda la
situación, casi podríamos decir el desparpajo y calificarlo de irresponsable. Los
dos argumentos son: a) todo va bien y b) no vamos a gastar un euro en escuelas.
¡Bien por Educación! No han elegido un "buen escenario", sino un indecente
paraíso artificial en el que dejar correr lo que tenga que pasar.
Es revelador el poco interés por lo que ocurra en las escuelas; revelador,
aunque no nuevo. ¿Sacarán a los niños de las escuelas públicas para llevarlos a
las más seguras privadas? Ahí cada
uno invertirá en lo que considere necesario y ya lo repercutirá en el precio.
¿Preferirán los padres enviar a sus hijos a escuelas más seguras, aunque más
caras?
El artículo nos habla de los cálculos económicos realizados para cumplir
con los requisitos dados por el Ministerio y lo imposible de asumir. La opción
del aquí no ha pasado nada es válida
siempre y cuando no pase algo:
El Gobierno andaluz plantea esta opción siempre y
cuando no se produzca un rebrote durante el verano y está a expensas de que el
ministerio informe el jueves de cuáles son sus ideas para “en función de las
mismas, tratar de adaptarlas a nuestro sistema educativo”, ha señalado el
consejero Imbroda. Implementar la ratio de 15 alumnos por aula obligaría a
desdoblar aulas e incrementar el número de profesores, unas medidas con las que
el político de Ciudadanos ha manifestado su disconformidad en sede
parlamentaria. Su prioridad es profundizar en la enseñanza online, por si
hubiera un nuevo rebrote, y trabajar en un refuerzo docente, que no se concreta
desde la consejería.*
¿Y si se produce un rebote? ¿Y si en cada escuela se empiezan a producir
casos y hay que poner en cuarentena a clases enteras, a cursos enteros?
La "puesta en marcha" de la "nueva normalidad",
¿incluye el olvido de lo aprendido y la negación de la realidad? ¿No nos hemos
dado cuenta de cómo funciona la pandemia con las interacciones sociales, que
los niños están en el centro de escuelas y familias, que los padres están en
contacto con redes laborales, que es una vía rápida por lo antes señalado?
La inversión en tecnología es recomendable, pero no es una solución ya que
no resuelve los problemas de conciliación en las fases más tempranas de la
educación. Cada día aparecen artículos sobre lo duro que es teletrabajar con
niños en casa y se nos habla del estrés que causa. Cuando los grandes problemas
menguan, los pequeños se agrandan. Ya lo prioritario no estar vivo y no
contagiar a nadie.
26 de marzo |
La educación es una parte importante del país, pero es también el futuro de
todos, no de forma metafórica, sino real. Son los niños. Decir que no hay
dinero para hacer las reformas en las escuelas, sin más, es una indecencia
política. No es que se busque un sistema más económico o aplicar medias
parciales, sino que se renuncia a cualquier posibilidad simplemente porque todo va bien. No hay red de seguridad.
Si quieres encender alguna vela, allá tú.
Al igual que la sanidad pública, la educación también ha sido víctima de
recortes en la crisis anterior y lo que hoy nos parece imposible es el resultado de nuestras acciones directas anteriores.
Es difícil que se convierta en "héroes" a los profesores y maestros,
pero estos tienen la obligación de señalar el despropósito que se pueda preparar
para cuando llegue el comienzo del nuevo curso.
Hay muchas voces que claman en los medios sobre esta cuestión central.
Todos parecen estar muy ocupados discutiendo el aforo de las terrazas, los
metros cuadrados de playa que me corresponden, sobre si los turistas deben
llevar mascarilla y guardar cuarentena o si es justo el complemento que te van
a cobrar en concepto de COVID-19 por el gasto en gel, guantes y mascarillas.
Como en tantos otros sectores, el coronavirus muestra dos cosas, nuestras
debilidades y nuestras indiferencias, que a veces coinciden. La educación no se
valora en este país de chiringuitos. Eso lo sabíamos, pero lo más sorprendente
es la indiferencia ante el hecho de que estamos hablando también de nuestras hijas e
hijos.
El curso 2019-2020 quedará en la mente de todos, marcado con dolor y sorpresa. Pero lo que ocurra en el 2020-2021 puede quedar marcado por otros sentimientos muy diferentes.
* "Andalucía plantea una vuelta al colegio con la misma “normalidad” que en marzo" El País 8/06/2020 https://elpais.com/educacion/2020-06-08/andalucia-plantea-una-vuelta-al-colegio-con-la-misma-normalidad-que-en-marzo.html
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