Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo ha
expresado con claridad Lucía Méndez en su artículo en el diario El Mundo. Lo ha
hecho invocando el clásico texto de Max Weber sobre el político y el instinto
de poder. Lo que tenemos ahora ante los ojos es un espectáculo bochornoso de
cálculo sobre el poder. La política, recordamos hace tiempo citando a otros
clásicos, puede ser el arte de conseguir el poder o el arte de gobernar para
satisfacer a los ciudadanos en su conjunto, no a unos pocos. Sin embargo, lo
que se advertía ya está aquí: el poder atomizado y narcisista, contra natura y
contra la razón. El artículo de Méndez termina con una observación: el único
que ha sido coherente con su objetivo ha sido Manuel Valls. El pago, señala, es
que "Ciudadanos ha roto con él"* La situación debería hacernos reflexionar,
pero ¿cómo hacerlo cuando se es la bola de nieve que rueda por la ladera de la
más alta montaña política?
El
proceso de degradación política va en aumento, no solo por esta incongruente
estrategia del poder por el poder, que es la que se revela con claridad, sino
porque irá a peor. Si las acciones anteriores fueron incongruentes, llevando a
escisiones, las nuevas incongruencias elevadas al cubo provocarán más
desavenencias y nuevas escisiones. El sillón para quien se lo trabaja es el
lema y lo demás para los teóricos.
Hace
tiempo que pocos venimos advirtiendo de los peligros de la fragmentación
política, que lleva a una estrategia cainita primero, para resolverse finalmente
en pactos que nadie espera o desea por lo visto en la primera parte. Los que
compiten en la primera fase por un electorado similar acaban sorprendiendo a
sus electores abrazándose a los mismos que denigraban. Si multiplicamos
por las tres administraciones —la
central, la autonómica y la local— la complicación que surge es realmente enorme, tanto ahora como para el
futuro. He usado "complicación" y no "complejidad" porque
no necesita una explicación extensa para entender su móvil: conseguir el máximo de poder. Se
puede disfrazar de muchas cosas, pero la realidad es esa.
No
somos los únicos. A Estados Unidos ha llegado Donald Trump, que se presentaba como
antisistema político, como un hombre del pueblo; en realidad es un hijo de
millonario que se pasó a la farándula, un hombre del espectáculo. Sus efectos
sobre el mundo los conocemos. Los países europeos, por su parte, se ven
sacudidos por vacíos al que aspiran demagogos (Reino Unido), cómicos que
arrasan (Ucrania) o autoritarios populistas como Salvini o Viktor Orbán. La
generación de aspirantes en la reserva son los Marine Le Pen y compañía.
El
escenario político que sale de las últimas elecciones es digno continuador de
la política seguida en la anterior legislatura para acabar con el poder. Al
final, a Pedro Sánchez le hicieron poco más o menos lo que hizo a los demás en
aplicación de la justicia poética mal entendida. Ha sido solo el anticipo de lo
que irá ocurriendo en los pactos de los ayuntamientos y demás instituciones
afectadas por el encaje de bolillos trazado en el mapa.
Escribe
Luz Méndez:
El cambio operado en el sistema político
español -por decisión soberana de los ciudadanos al fragmentar su
representación- ha desembocado en una realidad más deudora del instinto de
poder que de las convicciones, de las causas o de los principios. Las contradicciones
y las incoherencias son la moneda de uso corriente entre los partidos
españoles. Ya a casi nadie le extraña que los líderes digan una cosa hoy, otra
mañana y, si es preciso para satisfacer su instinto de poder, otra distinta
pasado mañana. El valor de la palabra dada ha dejado de cotizar en la política.
Los líderes de todos los partidos interpretan la realidad en cada momento de
forma distinta y contradictoria según venga bien a sus intereses.
Los prolegómenos de la investidura de Pedro
Sánchez como presidente del Gobierno, y el enloquecido mercado de los pactos
municipales en vísperas de la constitución de los Ayuntamientos, evidencian que
la política en España es una insoportable contradicción permanente.*
No le
falta razón. Pero esto no es un azar, sino un resultado de una forma de hacer
política desde dentro de los partidos que se ha ido extendiendo hacia el
exterior. La política emocional seguida no es más que una forma de segmentación
del mercado electoral. El problema es que un país no se puede concebir como un
mercado. Ni mercado ni show. Y ahora es ambas cosas.
Estamos
cogiendo lo peor de lo que vemos. Hubo un tiempo en que España fue modelo por
su transición política ordenada y democrática. Pero tampoco podíamos dejarlo en
paz. La nueva generación tenía que renegar de la estabilidad y volver a
ofrecernos el escenario frentista, los enfrentamientos a cara de perro y
retroceder en el tiempo con todas las excusa hasta encontrar lo que buscaba
para crear los segmentos, necesarios, barrancos y barricadas que le aseguraran
la llegada al poder eliminando a los débiles o fracasados.
La
"nueva política" ha resultado canosa
antes de tiempo. Las palabras lanzadas contra otros se vuelven ahora contra
todos en medio de contradicciones, de incongruencias a un simple clic de
distancia. Basta con rebuscar un poco en las hemerotecas para sacar los colores
a cualquiera de ellos. El tiempo dirá lo que duran estas incongruencias en pie,
este juego a múltiples bandas por el que Europa ya está sacándonos los colores.
Y con razón. Lucía Méndez ha titulado su artículo "La política española, una insoportable
contradicción", algo que es cierto. El problema es que aunque sea insoportable, la tendremos que soportar. Es lo que queremos, nos dicen. Siempre a nuestro servicio.
El
poder. No hay otro fin. Ellos contestan que es por una buena causa, la suya. Pero ese poder atomizado, fragmentario, roto, es muy poco estable e implica un desgaste continuo, una erosión de la política, de los políticos y de las instituciones. Y una pérdida de paciencia por parte de los ciudadanos que creen que hay otra forma, otras maneras de convivir y de organizarnos.
* Lucía
Méndez "La política española, una insoportable contradicción", El
Mundo 16/06/2019
https://www.elmundo.es/espana/2019/06/16/5d053bd2fdddffcc858b4657.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.