Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Ni
Rusia ni China ni USA, LaLiga. Cuando el mundo se preocupa por la
posibilidad de ser o no ser espiado, en España —sí, señores— nos pasamos tres
pueblos tecnológicos en esto de la cibervigilancia. Mientras queTrump invoca amenazas de amplio espectro a la
seguridad nacional, catástrofes de todo signo, aquí lo importante es LaLiga, un gigantesco negocio que es seguido con pasión dentro y fuera de España.
La Liga
está actualmente en el punto de mira por dos motivos. El primero es el amaño de partidos por parte
de algunos clubes que no quieren dejar de codearse con los más vistosos del
mundo. Estar fuera de LaLiga ya no es fútbol, es dar patadas a un balón. Salen ahora a
la luz las trampas de los que miraron para otro lado cuando el balón
iba hacia su portería, del portero distraído pensando en sus cosas, de aquel que comete
escandaloso penalti en el último minuto. Las trampas en los partidos son un serio revés para LaLiga y hace bajar sus puntos en el mercado internacional. Ha habido ligas nacionales que quedaron marcadas por la sospecha. Hoy no hacen falta señores con maletines, como se decía antes. Habrá formas más discretas y, lo que es peor, han desarrollado tramas paralelas a través de las tecnologías que permiten apuestas en casas internacionales a través del teléfono o del ordenador.
Pero es el
segundo motivo es el que introduce cuestiones más preocupantes. Lo hace,
además, en el comienzo del llamado "internet de las cosas", un mundo
en el que todo está intercomunicado, intercambiando datos permanentemente.
Vamos a la historia
que nos trae El País:
La Agencia Española de Protección de Datos
(AEPD) ha sancionado con 250.000 euros a LaLiga por una infracción muy grave
por no informar convenientemente en su aplicación oficial para móviles sobre el
uso de la funcionalidad del micrófono en el momento de su activación. Y es que
al encender la app se activa un acceso al micrófono y a la geolocalización de
los usuarios con el fin de detectar la señal de televisión de bares y locales
que emiten los partidos de fútbol de forma pirata. LaLiga ha anunciado que recurrirá
la multa.
Los móviles cada vez captan más información
sobre el usuario. Las aplicaciones utilizan estas funcionalidades para recabar
esa información para distintos fines comerciales o de otra índole. La AEPD se
muestra muy celosa de que los creadores de esas app informen puntualmente de
esos usos a los dueños del móvil y recaben su consentimiento expreso.
La app de LaLiga, diseñada para ofrecer todos
los resultados online y aportar información sobre los equipos de Primera y
Segunda División, incorpora otras funcionalidades, como el uso del micrófono
para captar el sonido de las retransmisiones y, mediante algoritmos similares a
los que usa la app Shazam para detectar una canción, deducir si el cliente está
viendo un partido de fútbol. Como la app también usa la geolocalización del
usuario, comprueba así si el local donde se ve el partido puede ser susceptible
de estar emitiendo el partido ilegalmente.*
¿Soplones
involuntarios? Por analogía, recordemos esas películas en las que los malos descubren
que un personaje lleva escondido un micrófono sin saberlo. "¡Traidor! Nos
has descubierto". Inmediatamente suenan las sirenas y la Poli entra a saco
en la guarida.
Esta
vez los soplones inconscientes somos nosotros y la guarida el bar donde están
viendo el partido sin pagarle el canon a LaLiga.
¿Preocupante?
¡Mucho! Primero por la futilidad del mal; segundo, por el usarnos de soplones
involuntarios. El cerebro maquiavélico que ha ideado esto seguro que se ha
puesto ya al servicio de causas mucho peores o le llegarán ofertas próximamente.
Las
explicaciones técnicas del asunto no convencen nada. Y aquí entra el lenguaje. Te
pueden pedir el consentimiento para ciertas cosas que no entiendes. En eso
llevamos ya mucha práctica en el mundo financiero. La mayor parte de los dramas
de la última crisis financiera venían de no haber explicado con claridad a las
personas lo que estaban haciendo con sus ahorros. Se lo explicaron, sí, pero
¿lo entendieron? Ante los dramas producidos han tenido que crearse defensas
para evitar engaños.
Las
explicaciones que nos dan son las siguientes:
La organización que preside Javier Tebas
precisó este lunes que para que la funcionalidad del micrófono esté activa el
usuario tiene que otorgar “expresa, proactivamente y en dos ocasiones su
consentimiento”, para lo cual es debida y detalladamente informado, “por lo que
no se puede atribuir a LaLiga falta de transparencia o información sobre esta
funcionalidad”. Aquellos que no presten el consentimiento pueden igualmente
seguir utilizando la app sin ninguna limitación.
En su escrito de alegaciones, LaLiga
manifiesta que la tecnología utilizada está diseñada para generar
exclusivamente una huella de sonido concreta (fingerprint o huella acústica).
Esta huella digital solo contiene el 0,75% de la información, desechando el
99,25% restante, por lo que es técnicamente imposible interpretar o grabar la
voz o conversaciones humanas.
Dicha huella se transforma en un código
alfanumérico (hash) que no es reversible al sonido original. La organizadora de
la Liga Santander explica que el funcionamiento de la tecnología ha sido
avalado por un informe pericial independiente que, entre otros argumentos
favorables a la posición de LaLiga, concluye que esta tecnología “no permite
que se pueda conocer el contenido de ninguna conversación ni identificar a sus
potenciales hablantes”.*
El ingenio
es enorme. Pueden descartar la información que quieran, pero el hecho es que el
teléfonos de las personas manda dos datos, la posición de la persona (el bar
pirata) y de la actividad, de la emisión del partido. No necesitan más. Pero el
que no la necesitan no significa que no pudieran usarla o que haya otros que la
usen.
Si
LaLiga quiere saber quién ve los partidos sin pagar lo que debe, que se busque
un sistema que no implique a los usuarios en espías delatores involuntarios. La
multa a LaLiga me parece pequeña y poco disuasoria. Pero me parece mal que se
use este tipo de dispositivos en los que se usa, filtra o almacena en bruto
información sobre las prácticas personales (donde estás, qué haces, con quién
estas, etc.).
Si las
reglas del juego no se dejan claras desde el principio, entramos con mal pie en
el 5G en donde estas informaciones suministradas por los dispositivos son
constantes. Las garantías dadas son poca cosa si las aplicaciones obligan a
aceptarlas. El avisar no es suficiente si esto implica un lo tomas o lo dejas,
como ya ocurre con muchas. Si no aceptas su condiciones, que normalmente avisan
del uso propio y de la venta a terceros con fines publicitarios. Pero el
acuerdo de venta de datos es desconocido por parte del usuario.
Hay una
tendencia a pensar que el que usa los dispositivos tiene "derecho" a
vender lo que podemos llamar su "intimidad". Pero en el caso de la
app de LaLiga, lo que se vende es algo más que eso, ya que se le usa como
"informante" del lugar en el que se encuentra y de lo que allí se
hace.
La
excusa de que se trata de mejorar su "experiencia" no es más que eso,
una excusa con hermosas palabras, como las que camuflan unas obras frente a tu
casa diciendo que se preocupan por tu futuro.
La
multa está bien, pero si se multa por no informarnos y no por trabajar para
LaLiga sin consentimiento (no digo contrapartida) no se está enfocando la
cuestión hacia el futuro, con lo que los conflictos venideros están asegurados.
Por
supuesto, no estoy en contra de que LaLiga denuncie a los bares que no pagan
por convertirse en centros para ver los partidos. Pero sí en que se use a las
personas como detectores de fraudes porque conlleva ciertos riesgos y no es su
función. Ya somos manipulados para muchas cosas.
La aplicación
de LaLiga es el uso de una tecnología que explora en dónde estás y puede
detectar lo que haces en ese momento. Puede oír lo que haces durante el partido
o puede grabar tus conversaciones, puede detectar si estás con personas o no.
No me vale que no tiene capacidad de transmitir ciertas cosas, porque muchas
son fácilmente deducibles y para eso está la Inteligencia Artificial y el Big
Data, que pueden trazar un perfil o un patrón de lo que haga falta.
El
teléfono es una herramienta del usuario, no de LaLiga o de cualquier otra
empresa, grupo, institución. Lo que capta el micrófono de mi teléfono no es
mío, puede afectar a tercero, por lo tanto no puedo recogerlo sin más. Por eso
su uso está prohibido en muchos lugares. Lo que ha hecho LaLiga es convertirnos
en sus oídos por toda España (ignoro si van más allá).
Mañana
la app de Hacienda podría activarse
al escuchar la palabra "fraude", la de "parejas engañadas"
al escuchar "cariño" o la "autoritaria" al escuchar
"corrupto", pongamos por caso. El mundo que se nos abre por delante
con la tecnología hace que debamos ser cuidadosos con lo que hacemos,
instalamos o nos instalan, como descubres alguna vez en tu pantalla del
teléfono. Desgraciadamente, los que han nacido con un sentido distinto de la
privacidad o de la intimidad —porque es indudable que el mundo hay ido cambiando
alrededor de este concepto en respuesta a la vigilancia tecnológica— no son
capaces o (peor) no les importa.
Desde
hace años hay personas obsesionadas con micros y cámaras de sus móviles. Lo que antes era un temor de obsesivos hoy se está cumpliendo. La sensación (real) de que en cualquier sitio que entres te aparece un aviso advirtiendo "Nos preocupa tu privacidad" hace que estemos en guardia. Sí, a nosotros también nos preocupa. En realidad no es más que una forma de cubrirse; van a quedarse con nuestros datos y los van a vender y revender. Lo único que parece que nos queda es que no sean demasiado malignos los que los reciben y "solo" quieran vendernos algo.
Mejor
haría LaLiga en controlar a directivos y jugadores para evitar los
fraudes reales a través del amaño de los partidos y de las apuestas oscuras.
Ese es su territorio. Si quiere ver quiénes le engañan que lo compruebe por ella misma y no usando a las personas como micrófonos abiertos y denunciantes involuntarios.
*
"Multa a LaLiga porque su aplicación usaba el micrófono del móvil para
cazar bares ‘piratas’" El País 11/06/2019
https://elpais.com/economia/2019/06/11/actualidad/1560264403_529943.html
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