Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Que
Donald Trump haya tenido que cesar a la Fiscal responsable provisional del
Departamento de Justicia por dudar de la validez jurídica de la orden ejecutiva
firmada para la prohibición de la entrada de ciudadanos de siete países marca
una línea de continuidad clara entre las protestas populares que se han
producido por todos los Estados Unidos y la que se produce en las capas superiores
de la administración. Los alcaldes de
muchas ciudades, especialmente de las declaradas "santuarios" ya se
han manifestado. Ahora toca en otros niveles políticos y administrativos.
El
diario El Mundo recoge la noticia del
cese de la fiscal Sally Yates y señala:
La decisión de Trump ahonda un creciente caos
en la Administración pública de EEUU con motivo de la Orden Ejecutiva que
prohíbe la entrada de personas se Libia, Irán, Irak, Siria, Sudán, Somalia, y
Yemen. Según la agencia de noticias Associated Press, los secretarios de
Defensa y de Seguridad Interior, los generales retirados James Mattis y John
Kelly, no habían sido informados con anterioridad de la orden. Tampoco lo fue
la persona nominada para secretario de Estado, Rex Tillerson, ni los líderes
republicanos del Senado.
Todo eso ha provocado una serie de tensiones
entre el gabinete y el Senado, por un lado, y la Casa Blanca, por otro. Según
el primero de esos grupos, Trump solo escucha a un grupo muy estrecho de
asesores encabezados por el líder de la llamada 'derecha alternativa', Steve
Bannon, y por su yerno, Jared Kushner, y mantiene en la ignorancia a todos los
demás.
Yates, que había sido nombrada por Barack
Obama, había declarado en un documento que "no estoy segura" de que
la orden se ajuste a Derecho, ni que, aún cuando ése sea el caso, se ajuste a
los objetivos de "buscar la justicia" de su Departamento. Su
sustituta es la fiscal del Distrito Este de Virginia, Dana Boente, que se ha
comprometido a aplicar la orden y defenderla.*
Son dos
los aspectos reseñables. El primero de ellos resalta el hecho de que pocos se
quieren ver arrastrados por la política de Trump. Esto afecta a los
republicanos, responsables de su nominación a la Casa Blanca y, esto es
importante, su elección en el Colegio Electoral. De nuevo se plantea la
excepcionalidad del caso de la elección de Trump, no llevando directamente por
la urnas (tres millones de votos menos que su rival, Hillary Clinton) sino por
el voto de los republicanos en el Colegio Electoral. Hasta el último momento se
escucharon voces pidiendo que no se refrendara a Trump en el Colegio, hasta con
ofertas demócratas de apoyar a un candidato alternativo a quien se veía como un
peligro para el país y la democracia.
Es en
este segundo aspecto donde la decisión y el comentario de la ya ex Fiscal
tienen el valor de sembrar la duda no sobre la "legalidad" de las
medidas sino sobre su "justicia", que es un problema más profundo ya
que afecta a los "valores" y "principios". De ahí la
distinción, negativa en ambos casos, sobre la legalidad (que se ajuste a derecho) y su búsqueda de la justicia, una aspiración desde los principios
morales. Esto último es de importancia porque deslegitima la acción en sí misma
al no buscar un bien acorde con los valores.
Cuando
la gente levanta pancartas diciendo "USA país de inmigrantes" está
resaltando un principio moral que se deriva de su propia historia. Lo mismo
hace cuando se resalta la discriminación religiosa o la equiparación de las
religiones o países enteros con el terrorismo. Se atenta contra la libertad
religiosa o se criminaliza a los países.
La idea
de que Trump siga encerrado en su Torre, rodeado solo de un grupo de afines
desde la primera semana, se debe tener en cuenta porque es el cumplimiento de
sus palabras en el discurso inaugural: el pueblo, Trump y Dios. Un mensaje que
no se debe olvidar, pues era toda una declaración de intenciones sobre su forma
de entender el poder y actuar. Mentalmente, Trump sigue al frente de sus
empresas; ordena y despide sin miramientos.
La
preocupación de los republicanos se puede hacer extensiva a los conservadores
británicos, que pueden padecer por contagio, primero, y por exhibicionismo
político de Theresa May los efectos de Trump, el indeseado. "¡Teresa, qué
has hecho!", podrían estarle diciendo los colegas políticos. Un Trump
visitando Reino Unido no es el escenario más adecuado para enfrentarse a las
negociaciones del Brexit y lo que May pensaba que le ayudaría a ganar apoyos se
puede volver contra ella en lo personal y contra Reino Unido en general. May
"advirtió" que la Unión no debía enfrentarse a la salida de Reino
Unido como una forma "ejemplar" de frenar otras posibles salidas de Europa. La
amistad de Mr. Brexit, Donald Trump, festejando su salida con el Brexit la convierte en
cabeza doblemente merecedora de sanción ejemplar, por Trump y por ella misma. La imagen de ambos cogidos de la mano ha dado la vuelta al mundo y dolores de cabeza. Políticos y feministas le han recordados cosas de esas manos.
La
amistad de Trump empieza a ser complicada. La sospecha, levantada por The New
York Times, de que los países con intereses económicos de las empresas Trump no
se han visto sancionados eleva el nivel de injusticia y el de inmoralidad de
las medidas. Eso debería de servir de aviso sobre la causa a la que se está
sirviendo. La amistad con Trump no solo es impopular sino arriesgada.
La ex
Fiscal Sally Yates, en cambio, recibe en estos momentos el apoyo de miles de personas que
consideran que ha actuado de forma ética y representando a los valores y
principios con los que los norteamericanos piensan que deben ser identificados. Por el
mismo motivo rechazan lo que Trump supone y representa.
En
otras ocasiones, el antiamericanismo ha tomado a los presidentes como rostros
sobre los que descargar las iras. Esta vez la ira tiene nombre y apellidos,
rostro bien definido. Y, sorprendentemente, con ´tanta contestación dentro como
fuera del país. El egocentrismo de Trump ha generado un sentimiento anti-Trump
bien definido, cuyo siguiente nivel son los grupos que le apoya, que se ven
absorbidos por la atracción fatal trumpista.
De esta
forma, la vida política norteamericana, con Trump como test, irá produciendo
héroes y villanos. Los héroes son las víctimas que ha ido dejando, los que se
le han enfrentado en las campañas, como el matrimonio musulmán, padre de un
héroe de guerra, que le sacaron la Constitución aunque no los colores. Las
personas insultadas, como Meryl Streep (a la que consideró una "actriz
sobrevalorada", lo que puede darle un nuevo Oscar; a Rosie O'Donnell, que
no encarna su tipo de mujer; a
Madonna a la que después de decir “Yes, I’m angry. Yes, I am outraged. Yes, I
have thought an awful lot about blowing up the White House” en la Marcha de la Mujeres
pretende llevar a los tribunales por terrorismo. Sus discos son eliminados de
las emisoras de estados como Texas, ya acostumbrados a la pena de muerte, por
falta de patriotismo.
Héroes son los abogados voluntarios que se sientan en los aeropuertos dispuestos a defender a los que se quiere impedir entrar, a asistirles legalmente. Lo serán las grandes empresas tecnológicas que van a hacer una declaración conjunta contra las medidas. Lo son individualmente los que salen a reconocer públicamente, sin tener que avergonzarse como otros, de ser hijos de inmigrantes y de además estar casados (como Trump) con inmigrantes, como ha hecho el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg y su esposa asiática. Han salido a recordar, como dice los carteles, que todos allí son inmigrantes. Lo es, finalmente, Sally Yates, que cuestionó la legalidad y la justicia de la orden presidencial para dejar fuera a los refugiados y las personas de países enteros, y ha sido cesada. Es un honor que llevará toda la vida.
Héroes son los abogados voluntarios que se sientan en los aeropuertos dispuestos a defender a los que se quiere impedir entrar, a asistirles legalmente. Lo serán las grandes empresas tecnológicas que van a hacer una declaración conjunta contra las medidas. Lo son individualmente los que salen a reconocer públicamente, sin tener que avergonzarse como otros, de ser hijos de inmigrantes y de además estar casados (como Trump) con inmigrantes, como ha hecho el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg y su esposa asiática. Han salido a recordar, como dice los carteles, que todos allí son inmigrantes. Lo es, finalmente, Sally Yates, que cuestionó la legalidad y la justicia de la orden presidencial para dejar fuera a los refugiados y las personas de países enteros, y ha sido cesada. Es un honor que llevará toda la vida.
El
sistema produce simultáneamente héroes y villanos. La decisión que se toma en
un segundo puede marcar el resto de la vida. La imagen de Trump y May de la
mano es ya historia. "Shame on you Theresa May", cantaban las multitudes reunidas en Londres.
*
"Trump cesa a la responsable del Departamento de Justicia por desafiar la
orden contra la entrada de musulmanes" El mundo 31/01/2017
http://www.elmundo.es/internacional/2017/01/31/588fd9d1ca47413e238b45b3.html
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