viernes, 13 de enero de 2017

Las patas de la mentira o las nuevas reglas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es momento de hacer balance. Tras una campaña electoral que ha sorprendido a todos tanto por sus maneras como por sus resultados, los estrategas y contrincantes de Trump tratan de establecer las causas de su derrota o, por otra vía distinta, cuáles han sido los mecanismos que han llevado a Donald Trump a la Casa Blanca.
Los analistas políticos y de comunicación se han acogido a marcos teóricos diversos para tratar de explicar un fenómeno como este. Sea por lo que sea, lo cierto es que en los últimos tiempos se están produciendo sorpresas o, si se prefiere, divergencias amplias entre lo que se estima y los resultados posteriores. Los del Brexit británico son un ejemplo reciente de cómo, con márgenes pequeños, se dan vuelcos finales determinados el error de los sondeos o por lo extremadamente voluble de los estados de decisión de la gente que viven en una especie de confusión permanente. Esta confusión, puede estar producida por la sobre información y finalmente se decide por un último "golpe de efecto", como apuntan por ejemplo en este caso a la decisión del director del FBI de volver a abrir el caso de los servidores privados de correo de Hillary Clinton a diez días de la votación para volver a decir que no había nada dos días antes.


Es evidente que en el caso de estas elecciones ha habido muchos factores extra electorales que se han convertido en electorales. ¿Qué no lo es ya? Lo que parece evidente es que el escenario ha cambiado y con él las reglas del juego. No se trata solo de lo ocurrido en Estados Unidos. La globalización ha reducido el mundo a un escenario "aldeano", como señaló Marshall McLuhan. Es el carácter de "aldea" lo que está definiendo los efectos de la globalización. La presencia de Rusia en la campaña es solo una parte. La excusa irónica dada por Putin sobre que "Estados Unidos no es una república bananera sobre la que se pueda influir" es una broma. Cuanto más abierto está el sistema de las comunicaciones, más expuesto está a la intervención exterior. Por eso los que tienen más información pasan a tener una mayor debilidad.
La mayor parte de los regímenes autoritarios o dictatoriales tienen en estos momentos, si no lo han hecho ya, leyes restrictivas para controlar el acceso, difusión o creación de páginas en las redes sociales. Aquí nos hemos centrado mucho en el caso egipcio, pero podríamos hablar de las leyes restrictivas que se dan en Polonia, en Hungría, en Turquía, etc. en donde el retroceso de las políticas de comunicación abierta. Lo mismo puede decirse de países de sistemas cerrados, como China, el ejemplo más evidente de aislamiento cibernético. El otro es Irán, también especialista en la censura de las redes con lugares y tópicos de búsqueda censurado. Las revoluciones de la Primavera Árabe se hicieron a golpe de tuit y del grito "We want internet". Sabedores de eso, los regímenes autoritarios tienden a encerrarse por un lado y a desestabilizar a los contrarios mediante la guerra de las comunicaciones. Lo sorprendente del caso es que sean las presuntas víctimas del sistema de las "súper autopistas de la Información", los que más provecho le están sacando.


La estrategia es clara: nosotros nos cerramos y les inundamos a ellos. Es la "desventaja" del que tiene un sistema sin censura. Las noticias falsas, los hackeos, etc. vienen siempre desde lugares en los que los "delincuentes" cibernéticos tienen impunidad total. Llamarlos "hackers" o "delincuentes" es una forma errónea ya que implica que es algo poco organizado, una especie de grupo de adolescentes, y del que nunca se nos dice por qué o para qué roban la información o se infiltran.
El escenario político ha sido transformado por la comunicación lo que no tiene nada de extrañar. El problema es que lo hace a una gran velocidad y requiere unas estrategias complejas. La primera es que la política ha asumido plenamente el hecho de la manipulación de la información. Ya no es la Prensa la que actúa de mediadora. La prensa es la primera derrotada en l batalla política de la información. Y lo ha sido por un "efecto red": la atomización de las fuentes, su desaparición y aparición circunstancial en cada situación específica. Allí donde antes se veneraba la "antigüedad", la "autoridad", la "objetividad", etc. han surgido unos nuevos valores muy distintos.
En el camino hacia el poder parece que vale todo. En un mundo de descalificaciones constantes, de política a cara de perro, de campañas de cuatro años de duración, lo importante es el poder. Los viejos gabinetes de prensa, los redactores de discursos brillantes, etc. han desaparecido en beneficio de los "comunicadores", personas educadas en otros tipos de principios pragmáticos, poseedores de otras retóricas e instrumentos. Se fijan en otras cosas. Han aprendido en el mundo sin piedad de las empresas; saben manipular a las personas, a las redes sociales. Saben cómo manejar los miedos y detectar los instintos primarios que hay que satisfacer para lograr la adhesión. No tienen escrúpulos en fabricar noticias, en inventar escándalos. Son maestros de la insinuación y solo valoran la eficacia en términos claros. Muchos llegan con el rodaje hecho en la economía del riesgo; rápidos de reflejos, no esperan sino que actúan. No informan, golpean.


La publicación norteamericana Político recoge un interesante artículo de Ronald A. Klain, un asesor de Hillary Clinton y Obama (al que este encargo gestionar la crisis del ébola) titulado "5 New Rules From the Trump Scandal Playbook" en el que se plantea el cambio de juego que ha supuesto la campaña de Trump. Señala Klain que Trump ha hecho algo más que cambiar el viejo juego político: "He wrote an entirely new playbook for crisis communications."*
Quizá el hecho de que las mismas campañas políticas tengan sus propios ciclos, cada cuatro años, implique que a la velocidad de los cambios impulsados por la propia comunicación, los modelos de unas ya no valgan para otras. Cuatro años es una enorme distancia en términos de formas y estilos, incluso herramientas de comunicación. Los discursos brillantes de Obama, de de Clinton o el magnífico discurso de apoyo de Michelle Obama no tienen nada que ver con lo que se le ha visto hacer a Trump.
En un sentido general, plantean un futuro muy oscuro de lo que va a ser la política en adelante. Trump, lo hemos señalado, no es el único y que sus estrategias ya las hayan empleado otros en otra escala con buenos rendimientos en función de sus objetivos.
Ronald A Klain comienza con una advertencia:

As someone who served as an adviser to the Hillary Clinton campaign, I fundamentally disagree with everything that Trump stood for on the trail. But it would be foolish to ignore how often his tactics were effective. The president-elect refused to release his tax returns; he’s been accused of sexually harassing numerous women; and he’s likely to take office on January 20 without having divested his business interests. How did he get away with it?
Trump saw a change in the political landscape that many others failed to see; and everyone from political strategists to corporate communicators to those in the media would do well to pay attention. If they want to survive controversies in the future, they’ll want to study these five core postulates of Trump’s new crisis management playbook.*


Este aspecto es crucial porque la proliferación de este tipo de candidatos va a ser grande. Aquí hemos visto cómo el presidente egipcio lo considera un colega (una parte de la prensa egipcia considera que es Trump quien imita a al-Sisi) y pronto le saldrán los admiradores como a Putin. Marine LePen ya ha pasado por la torre Trump y ya lo hizo el sonriente Nigel Farage.
La "5 reglas" de la "nueva forma" de hacer comunicación política representan un cambio importante al que no se han sabido enfrentar y por eso, como señala Klain, es necesario conocerlas, comprenderlas y desarrollar estrategias para combatirlas. Son estas:

Old Rule: Never explain
New Rule: Always arm allies with an explanation
Old Rule: Apologize and move on
New Rule: Never apologize and double down
Old Rule: Get your facts straight before you comment
New Rule: Go with your gut, quickly
Old Rule: Don’t feud with people who buy ink by the barrel
New Rule: You can score points by going to war with the media
Old Rule: Drive a consistent message, consistently
New Rule: Adapt constantly, disorient your opponents and the media

Klain las va analizando desde el origen y lo que supone el cambio. No dice que Ronald Reagan había considerado signo de "debilidad". Trump, por el contrario, está lleno de "explicaciones", por rocambolescas que sean. A mi entender, no es tanto el no mostrar "debilidad" lo que prima sino la conexión con la comunicad creada. Lo podemos apreciar perfectamente a través de los tuits. Trump se sigue comunicando de forma directa para que sus "seguidores" tengan una respuesta que puedan replicar y difundir, anulando las otras posibles. Las respuestas pueden ser tan simples como decir que cualquier barbaridad era un "chiste" o una ironía mal entendida.
Aquí hemos analizado hace unos días el caso de sus burlas en un mitin del periodista discapacitado y que centró el discurso en su contra de Meryl Streep en la entrega de los Globos de Oro. Las explicaciones circulan y se amplifican por las redes, se reproducen en distintos lugares que son inmediatamente citados por otros, creando una barrera defensiva. No se trata de que el explique, creo, sino de dar explicaciones suficientes a los que le siguen. Trump quiere que la batalla la den sus seguidores, que ellos actúen de defensores de su propia racionalización del voto. El que ha votado a Trump, justifica a Trump. El mitin y los tuits son los territorios que controla. Por eso las ruedas de prensa, como hemos visto ayer, son un calvario en el que trata de evitar las preguntas para las que no tenga una repuesta o no sea suficiente y se le pidan más explicaciones. Veremos más ruedas de prensa con la vista, sin duda.
En este sentido, los ataques a los medios se irán recrudeciendo, como se ha podido ver. No ha sido solo a la CNN y a BuzzFeed, además de algún otro norteamericano. También descalificó a la BBC. En la rueda iba contestando o descalificando a los medios, lo que le sirve para etiquetarlos como fuentes fiables o como "fake news", como señala. De esta forma va creando la base de medios accesibles y fiables para su conjunto. Veremos en qué queda esto porque no le va a ser fácil deshacerse de todo lo que tiene por delante negando la palabra en aquellos puntos sobre los que no le interese hablar, como ha sido el caso del "memorando ruso" circulante y sacado a la luz. Este caso le ha hecho daño realmente porque se parece bastante a lo que ha hecho anteriormente y le favorecía.


El carácter esquivo o adaptativo a las circunstancias no siempre va a ser posible. En cualquier caso, por mucho que lo intente, no va a ser lo mismo de candidato que de presidente de los Estados Unidos.
En 2016, señala Klain, se han destrozado las reglas anteriores y se ha escrito una nuevo "playbook". Pero ¿pueden todos hacer lo mismo?, se pregunta:

What remains unclear is whether these rules will work for anyone other than Trump. When he launched his campaign, the businessman and reality TV host was already well known, had unprecedented visibility, was largely self-funded and had an appetite for risk and controversy unusual for prominent political or business leaders—all reasons to assume the 2016 playbook might not work for another campaign.
But it would be wrong to dismiss the possibility too quickly. While these new rules are particularly suited to Trump, they also reflect a new political reality, different from the one that brought the old set of rules into existence. They take advantage of the importance of social media, of the need to cut through the overwhelming amount of information bombarding us each day and of the rapidly turning news cycles (and shortening memories and attention spans arising from that).
The game has changed, and future political players of all stripes—and even corporate message makers, too—will surely want to take at least some tactical pages from the new Trump Playbook.*


Creo que la reflexión final de Richard A. Klain se corresponde con lo expresado aquí en este tiempo dedicado a Trump. Cada vez parece más obvio —si en algún momento no lo fue— que la transformación de las comunicaciones juega un papel fundamental en todos los aspectos de la comunicación. Nos hemos metido de lleno en una sociedad en la que no todos han comprendido los efectos que provoca. Con una transición mínima, estamos en un mundo híper conectado, donde somos los receptores permanentes de información o nodos de una red  por la que circula.
Trump es Trump. Trump venció primero a los republicanos y después a los demócratas, a estos últimos pese a tener tres millones de votos menos. Trump ya era un producto mediático, tenía un conocimiento. Que todo el mundo hablara mal de él no ha sido obstáculo. Al contrario, ha sido un buen entrenamiento en su carrera. Entrenado en la agresividad, en perder el respeto a las cámaras, periodistas y demás elementos del mundo de la comunicación, se ha movido paseando su personaje, con su jet incluido, por los Estados Unidos.

¿Que ha tenido una ayuda exterior importante de Rusia, como por fin reconoce, y probablemente alguna de bastante más cerca, además de Wikileaks? No creo que haya muchas dudas. Pero, como señalábamos al principio, debemos irnos acostumbrando a que el mundo tuvo una guerra caliente, después una guerra fría y ahora tenemos esto. Cuanto antes nos demos cuenta mejor. El mundo que viene es el de las filtraciones y el de las mentiras esparcidas al viento; el mundo de los desmentidos o del ¿dije yo eso? Si, como algunos dicen, Trump es un mentiroso compulsivo o un fino creativo es indiferente. Lo importante es que el "fact check" no ha sido capaz de evitar la llegada del personaje a la Casa Blanca y ahora el mundo tiene un escenario incierto. La política misma tiene su futuro también incierto pues queda en manos de filtradores, falsificadores de noticias, grupos de intereses, ayudas extranjeras, etc.
La democracia misma se está resintiendo de este uso abusivo de la credibilidad de los votantes, de la apelación a elementos extremos en vez de tratar de mantener sociedades que convivan más armoniosamente reduciendo distancias. Es significativo que sea el odio al Obamacare, un seguro para los más desfavorecidos, lo que haya granjeado más odios a Obama y se haya convertido en el tema estrella de su primer día en la Casa Blanca, como ha prometido. Todo el mundo tenía la esperanza de que el mentiroso también lo hubiera hecho en su programa, pero parece ser que es la única verdad que ha dicho y piensa cumplir. Las mentiras ha servido para destruir al otro, para exacerbar a los electores, para dirigir los odios y servir de excusa a los discursos radicalizados. Como él mismo se ha proclamado, es la persona más exitosa que ha llegado a la Casa Blanca. Ha jurado aprender en su primer día en el cargo la diferencia entre Hamas y Ezbollah. Nunca es tarde para aprender.
Siempre se dice que las mentiras tienen las patas cortas. Esa regla habrá que cambiarla también, ahora que capaces de dar la vuelta al globo en pocos segundos y repetirse en miles de lugares, en millones de tuits. Son patas cortas, sí, pero muchas.



* "5 New Rules From the Trump Scandal Playbook" Politico 11/1/2017 http://www.politico.com/magazine/story/2017/01/how-trump-rewrote-the-scandal-playbook-214621





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