Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Por más
que pueda sorprender, parece que a Donald Trump se le han agotado los
discursos. Como el presidente más limitado
de la Historia de los Estados Unidos, tras un día en la Casa Blanca, los
discursos suenan repetitivos y solo se mantienen como una forma de redundancia
con ligeras variantes. No hay nada nuevo. Su estrategia, desde sus limitaciones,
es la provocación, como ha hecho durante su visita a la denostada CIA, a la que
comparó hace poco con la Alemania nazi. Siguiendo las pautas de su
comportamiento anterior, Trump ha ido a la CIA a decirles que les ama, que está
literalmente "al mil por cien". A los medios le habló mal de la CIA y
ahora ha ido a la CIA a hablarles mal de los medios. Son ellos los culpables.
Trump
necesita enemigos y por ello la dureza
de la campaña electoral ha sido su territorio favorito. Ahora busca repetir la
misma situación, seguir siendo "candidato" para fajarse en el cuerpo
a cuerpo y hacer sonar la campana presidencial cuando no le interese.
Los que
advertían que atacar a Trump era darle argumentos se encontraban con la
paradoja sin salida de que si no se le atacaba avanzaba y si se le atacaba
también. ¿Cómo resolver esa situación que lo único que hacía era ocultar sus
gigantescas carencias y evitar un diálogo serio
con nadie, tan solo para calentar a sus seguidores? Cuando Trump era acosado en
una rueda de prensa o un debate, su táctica era el ataque frontal; era el otro
el que pasaba a defenderse porque no sabía muy bien los límites del debate que estaba creando.
Trump
ya ha elegido a sus villanos favoritos, la prensa. The Washington Post señala —como hace casi todos los periódicos— el
ataque frontal y la descalificación de la profesión:
President Trump used his first full day in
office to wage war on the media, accusing news organizations of lying about the
size of his inauguration crowd as Saturday’s huge protests served notice that a
vocal and resolute opposition would be a hallmark of his presidency.
With Americans taking to the streets in red and
blue states alike to emphatically decry a president they consider reprehensible
and, even, illegitimate, Trump visited the Central Intelligence Agency for a
stream-of-consciousness airing of grievances — including against journalists,
whom he called “the most dishonest human beings on Earth.”
Shortly thereafter, press secretary Sean Spicer
addressed the media for the first time from the White House, where he yelled at
the assembled press corps and charged it with “sowing division” with
“deliberately false reporting” of Trump’s inauguration crowd.
Trump claimed that the crowd for his
swearing-in stretched down the Mall to the Washington Monument. It did not.
Trump accused television networks of showing “an empty field” and reporting
that he drew just 250,000 people to witness Friday’s ceremony.
“It looked like a million, a million and a half
people,” Trump said. “It’s a lie. We caught [the media]. We caught them in a
beauty.”*
La historia, como puede apreciarse, se repite. La prensa es deshonesta; la prensa miente. Da igual las evidencias que se
le pongan delante, las imágenes de la inauguración que le muestren. Todo es una
conspiración mediática que esconde oscuros intereses para desestabilizar la
nueva y sagrada alianza: el pueblo, Trump y Dios. Una de las frases tuiteadas por la CBS de su
discurso explica: "We will be protected by the great men and women of our
military and law enforcement. And most importantly, we will be protected
by God."
En esta tríada, sorprende la presencia de los
"jueces". Si los militares defienden al país de los peligros
exteriores, la inclusión de los jueces parece tener una amplia finalidad, que
va de las demandas contra la prensa a las deportaciones. Es el único sentido
que la invocación a los jueces tiene en el contexto de "peligro"
creado. Dios, por supuesto, bendecirá las acciones, dando igual contra quién se
dirijan.
La prensa es, pues, el objetivo. Es lo que permite a Trump
mantener el espacio y el tono habitual. Los medios de nuevo tendrán que dedicar
su espacio a desmentir las cosas que dice. En todos los artículos hay
referencias a las inexactitudes y falsedades que se han recogido en el discurso
frente a la CIA. ¿Pero es Trump inmune a los efectos de sus propias mentiras?
Las mentiras están destinadas a abrir la brecha entre la prensa y sus votantes.
De esta forma se aumenta la presión sobre los medios. Las ruedas de prensa,
como ya ocurrió al negarles la palabra, le sirven a Trump para hacer
demostración de fuerza ante los propios medios. Esto se produce en el contexto
de haberlos llamado “the most dishonest human beings on Earth”, algo que es difícil
de superar, pero que hará. Tiene tiempo en los cuatro años menos dos días
próximos.
Donde se debe dar la batalla es allí donde la ha ganado, en
las redes sociales. El entramado de medios en las redes se ha mostrado más eficaz
que los medios convencionales tratando de razonar
sobre lo dicho y desmentir las falsedades. Pero eso sirve para los ya
convencidos, no para sacar de sus marcos a los que han aceptado las premisas
básicas sobre la que ha construido su edificio: el nacionalismo populista (que engloba
exaltación patriótica y racismo y xenofobia) y religioso (el integrismo, los
creacionistas y anticiencia, y familia
contra mujer).
Es en este terreno donde se le debe dar la batalla, aunque
no será fácil. El papel de los medios es esencial, pero no lo es todo. El
activismo de los grupos aparentemente marginales ha dado lugar a una intensa actividad
de respaldo a su candidatura. Como resaltan algunos medios, la Marcha de las
Mujeres ha sido un enorme esfuerzo con la base de las redes sociales. No lo
deben desaprovechar. Es el momento de los artistas, de los diseñadores, de los
comunicadores, de hacer ver que existe otra América activa que no es la de
Trump.
A los seguidores les gusta escuchar que la explanada del
Capitolio contenía ese millón y medio de personas que Trump les ha dicho que
había, contra todo cálculo y evidencia. De nuevo, Trump es más sensible a lo
que representan las cantidades de
personas. Tratará de anular el efecto de las manifestaciones deslegitimándolas,
reduciéndolas o, como es probable que ocurra dentro de poco, convocando las
suyas para tener la foto que le guste mostrar. Esta sensibilidad es la misma que manifestó ante la superación en tres
millones de votos por parte de Hillary Clinton. Por eso hemos ido señalando la
importancia de esto para los discursos futuros. Ya se lee en las pancartas en
las manifestaciones contra Trump "Somos la mayoría". Es un argumento
clave y que debería ser mantenido. Es un "presidente minoritario".
La ultraderecha europea ya le ha convertido en su
"santo patrón". ¿Influirá Trump en las elecciones que se celebren en
la Unión de la misma forma en que Putin lo ha hecho en las norteamericanas?
Pues es posible que sí. Ya lo ha hecho. Trump necesita aliados en un mundo hostil y los que tengan a Europa en su punto de
mira tendrán su apoyo, aunque sea verbal.
Es un momento insólito, sin precedentes. Nunca había
suscitado tanto rechazo un presidente dentro y fuera de los estados Unidos.
Trump ha conseguido unir muchas fuerzas que le ven como un peligro mundial y,
sobre todo, un ejemplo negativo de lo que debe ser el poder en el país más
poderoso. Solo pensar que una persona de este tipo esté en la presidencia ya es
un motivo de preocupación.
Eso es lo que trata de mostrar la prensa, lo que señalan las
marchas por el país, con apoyos por todo el mundo. Es lo que se encontrará
cuando salga, excepto cuando Marine LePen o Nigel Farage le manden sus
discípulos a recibirle con banderitas.
La Unión Europea no tiene un aliado, sino alguien que ha
abierto una guerra económica proteccionista y que está en contra de nuestra unión,
declarando estar a favor de nuestra desintegración. Y Europa debe estar
preparada para dar contestación en todos los terrenos sin dejarse amilanar. Dice la CNN que el sentimiento más presente entre los diplomáticos que asistieron a la toma de posesión y el discurso es la depresión y la preocupación ("Trump leaves world diplomats down and out" 22/01/2017). No es de extrañar.
A Trump le quedan por delante muchos titulares que no le van
a gustar, mucha tinta molesta. La prensa se debe preparar para las toneladas de
insultos, amenazas, descalificaciones, etc. que va a recibir. Pero forma parte
de su papel histórico someter a crítica a los poderosos, en especial a los autoritarios.
Trump no es la persona más adecuada para dar lecciones sobre honestidad a nadie.
* ""Trump wages war against the media as
demonstrators protest his presidency" The Washington Post 21/01/2017
https://www.washingtonpost.com/politics/trump-wages-war-against-the-media-as-demonstrators-protest-his-presidency/2017/01/21/705be9a2-e00c-11e6-ad42-f3375f271c9c_story.html?hpid=hp_hp-bignews4_resistance9pm%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.fffd6b471f34
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