Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Por
mucho que el mundo le diga a Donald Trump, siempre se quedará corto ante lo que
están diciendo —de forma más o menos elegante o directa— los medios
norteamericanos o mucha gente en sus calles. Basta con leer los editoriales
para ver el efecto negativo que ha tenido ese discurso fascistoide que ha hecho
contra el mundo, contra el sistema y contra la política antes de él.
Es
propio de su personalidad patológica considerar que el mundo era un caos antes
de su llegada, un caos producido por incompetentes, antipatriotas, pródigos,
traidores... y que tras su llegada todo llegará de forma milagrosa...
prescindiendo del sistema.
El
discurso, como han señalado los analistas, no es el de un
"presidente", sino el de un candidato en plena campaña diciendo a la
gente lo que quiere escuchar, con la vista puesta en unas encuestas. Trump, lo
señalamos hace tiempo, no puede dejar de ser Trump. Trump es el
candidato-presidente porque necesita de la tensión de la elección, que es la
que le permite —como ha hecho hasta el momento— manejar los resortes psíquicos
de las multitudes desde los elementos primarios.
Trump
no ha pedido unidad al pueblo
norteamericano; ha pedido que se unan a él. Es la versión en discurso de lo que
hace en Twitter: prescindir de intermediarios. Lo malo es que en este caso,
debe prescindir de los partidos. La alegría
republicana nunca ha sido excesiva porque son las primeras víctimas de Trump en
las primarias, pero después del discurso inaugural, la falta de alegría se debe
haber convertido en callada preocupación.
Su
afirmación de que es el "pueblo" el que ha llegado al poder es una
temeridad que no se le habrá escapado a nadie. La descalificación de la clase
política no se refiere solo a los demócratas, sino a todos. Pronto serán los
republicanos los que se tendrán que enfrentar a Trump porque son los que tienen
mayoría en las cámaras. Y no habrá remedio porque será él quien se enfrente a
ellos. Trump les hará un discurso polarizado: o están con el pueblo y él o
contra ambos. Los tuits comenzarán pronto a fluir.
De
nuevo ponemos sobre la mesa el argumento que a Trump le hace más daño y cada
vez de forma más clara: los tres millones de votos menos que consiguió frente a
Hillary Clinton. Trump no es un producto del pueblo, sino del sistema
que niega. Se ha visto favorecido por una forma que altera los votos del
pueblo. Ese debe ser el argumento para frenarlo y él lo sabe. De ahí su
insistencia en la cuestión del "fraude" pese a haber ganado la
presidencia. Hillary Clinton ganó las elecciones; Trump ganó la presidencia. Es un presidente en minoría popular aunque le sobren
apoyos en las cámaras republicanas. Pero para alguien que se presenta como la portavocía
del pueblo y dispuesto a meter en vereda a los políticos es un tanto
incongruente. De ahí el disgusto real de Trump por los tres millones de votos
menos y su reacción hablando de fraude gigantesco sin el cual él habría ganado
con mucha diferencia. Su ego —y su estrategia— no lo acepta.
Los
medios norteamericanos y de todo el mundo critican el discurso realizado y cada
vez van quedando menos dudas sobre lo que piensa hacer. Ya pocos sostienen que
se moderará, que la realidad se impondrá. El discurso de ayer es un compromiso
ante el pueblo de que es quien ha de cambiar los Estados Unidos, sacarlo del
infierno en el que, según él, ha vivido hasta el momento, en permanente
sacrificio por el mundo. "América First", le ha dicho, recuperando un
viejo lema de la América pro nazi, contraria a la intervención en la II Guerra
Mundial.
Los
analistas separan del discurso los aspectos internos, en clave norteamericana,
y los que se refieren al mundo, mucho más preocupado. Con la excepción de
países como el Reino Unido de Theresa May y Boris Johnson o Taiwán, que ha
visto recuperado el protagonismo que la aceptación mundial de China desde los
años 70 había desplazado, el Israel de Netanyahu, que se ha visto tocado por
las últimas maniobras de la diplomacia de Obama y las esperanzas egipcias porque
les sigan financiando a los militares, no es mucho lo que Trump ha cosechado.
Las
primeras reacciones llegaban desde Alemania tras el discurso calificándolo de
"preocupante". La CNN algunos aspectos importantes para el mundo
reflejados en su discurso:
"We will seek friendship and goodwill with
the nations of the world, but we do so with the understanding that it is the
right of all nations to put their own interests first," Trump told the
crowd as a light rain fell. "We must protect our borders from the ravages
of other countries making our products, stealing our companies and destroying our
jobs," Trump said.
"Protection will lead to great prosperity
and strength," he added.*
Este aspecto es en el que nos centramos ayer, previendo que
sería uno de los ejes. Al "proteccionismo" clásico, Trump tiene que
buscar o tratar de imponer una salida para una industria que se verá afectada
por esas medidas. La economía puede ser compleja, pero no puede ser
contradictoria. Trump solo muestra una mitad, la proteccionista, pero no es un
pequeño principado. La guerra industrial tendrá consecuencias también para los Estados
Unidos. Y en cuanto que empiece a aplicar medidas unilaterales, deshacer
tratados, etc. la fuerza saldrá pronto a relucir. Lo primero que hizo Trump fue
amenazar a sus empresas por llevarse los empleos fuera. Ahora las empresas
empezarán a hacer números. Han respondido a las promesas de bajadas de
impuestos como todas las empresas del mundo. Pero ayer no se movió apenas el
índice de Wall Street.
Es a los economistas a los que les toca establecer
escenarios de lo que puede ocurrir. Donald Trump ha repetido y adoptado la
visión de los economistas populistas norteamericanos, diferente de los
liberales, que son claramente proteccionistas. Durante estos años son los que
han estado repitiendo las consigna anti China, del robo de los empleos. Todo
eso ha calado como una "verdad" en las capas de la población que
demandaban una explicación de su situación. La más sencilla era esa. Veremos si
el proteccionismo es la solución. Las cifras de desempleo en Estados Unidos
están controladas, pero el discurso nacionalista y populista escucha lo que
quiere oír. Ahora Trump les ha prometido la creación del Día del Patriotismo.
Es barato y le servirá para realizar otro discurso incendiario.
Trump necesita en cada continente una punta de lanza. En
Europa tiene al Reino Unido que ha visto bendecido su Brexit con las palabras
de Trump. Pronto la Unión Europea será destruida desde dentro, anticipa Trump,
y se verá que el nacionalismo proteccionista
es la vía. En África, ha mostrado buena sintonía con el militar egipcio, el
presidente Sisi. El problema es que Egipto le sale muy caro a Estados Unidos y
además tiene un sentimiento antinorteamericano muy acusado. También le pondrá
en un compromiso al presidente egipcio si además cumple sus promesas del apoyar
el traslado a Jerusalén desde Tel Aviv. Los egipcios y demás países de la zona
se pueden enfadar y desencadenar conflictos graves. La consecuencia más
evidente será lo que pretende evitar, un aumento del terrorismo. Pero del
terrorismo también se vive. Forma parte del populismo tener enemigos a su
altura, que tengan a los seguidores en permanente sensación de miedo ante las
posibles agresiones. No hablemos ya si Trump toma medidas, contra los
musulmanes americanos o les prohíbe la entrada a los que quieran llegar a allí.
Necesita un aliado en América Latina y lo necesita con
urgencia. Cuál pueda ser no está nada claro, pero buscará entre los que más
necesiten de una ayuda. Peña Nieto tendrá muy pronto que dejarse de bonitas
palabras de conciliación y empezar a mantener un poco la dignidad ante las
bravuconadas de Trump. Si no lo hace, la sociedad se lo acabará demandando de
forma intensa.
Los analistas también recogen los vacíos que la política de
Trump provocará. Señalan en el artículo de la CNN:
He made no reference to America's
traditional role as a global
leader and shaper of international norms. Instead, he pointed at withdrawal --
a prospect that many foreign policy analysts warn could create a vacuum that
China or Russia will move to fill.
"We do not seek to impose our way of life
on anyone, but rather to let it shine as an example for everyone to
follow," Trump said.
Instead, Trump framed US economic struggles as
a result of policies oriented toward other countries.
"For many decades, we've enriched foreign
industry at the expense of American industry, subsidized the armies of other
countries while allowing for the very sad depletion of our military,"
Trump said.
"We've defended other nation's borders
while refusing to defend our own and spent trillions of dollars overseas while
America's infrastructure has fallen into disrepair and decay," he added.
"We've made other countries rich while the wealth, strength, and confidence
of our country has disappeared over the horizon."
The speech echoed his campaign stances, in
which Trump blamed China for stealing American jobs, accused allies such as
NATO and Gulf countries of taking advantage of US largesse and called for building
a wall along the border with Mexico. As a candidate, Trump had proposed
rewriting international trade deals and reconsidering alliances that have
underpinned the international security order since World War II.*
El proteccionismo económico se convierte en militarismo, en el desarrollo de la
industria militar, que es lo más probable que Trump ponga en marcha como motor
industrial. Estados Unidos debe fortalecerse para defenderse de los demás o
para imponer su orden por su supremacía, que hay que garantizar mediante la
inversión militar.
Preocupante es el concepto de "defensa" de otros y
su visión de la OTAN. La "aproximación" a Rusia solo tiene sentido
como justificación del desmantelamiento de la forma actual de la OTAN, algo que
ha sido otro de sus temas recurrentes. La prensa ha avisado de los lazos
económicos e intereses de muchos de los que Trump ha nombrado para su equipo.
Este tema es preocupante por el levantamiento de sanciones a
Rusia y sobre todo, porque actuará como un chantaje permanente frente a la
protección frente a Rusia. Una Europa que se sienta desprotegida tendrá que
aumentar su gasto militar. Trump define al mundo como parásitos de los Estados Unidos.
La OTAN es para él un ejemplo. Los países de la antigua Unión Soviética
volverán a sentir la presión de Rusia, como ha ocurrido con Ucrania. Europa
debe empezar a darse cuenta de esto y lo que supone de debilidad si no se
mantiene firme en sus posiciones y comienza a considerar que la defensa es cosa
nuestra. Ni que decir tiene que el papel central hasta el momento de los
Estados Unidos ha evitado el armamentismo en muchos países, que ahora se tendrá
que desarrollar como alternativa a su propia seguridad tanto en lo que respecta
al terrorismo como a las amenazas de otro orden. No es bueno que proliferen las
armas, pero Trump ya ha dicho que está dispuesto a que el poder de los Estados
Unidos redunde en su propio beneficio y no en el de terceros. Veremos qué opina
los republicanos ante este desmantelamiento. También debería tener en cuenta
que muchas de las bases que los Estados Unidos usa no son suyas. Eso será algo
que habrá que poner sobre la mesa si desmantela la política de alianzas. Siempre
encontrará alternativas en regímenes que necesiten de su apoyo por
inestabilidad interna o peligro exterior próximo, pero le pueden costar.
La política, finalmente hacia Asía, en especial China,
aunque también con Japón y Corea, a los que acusa de "robar" los
empleos americanos es quizá el aspecto más complicado de todos ellos pues
afecta a la totalidad de la economía mundial, en donde se puede producir una
enorme inestabilidad que cree conflictos añadidos en el orden interior.
Con todo, el peor de los efectos son las secuelas, los
países que se dejen arrastrar por los mismos objetivos y planteamientos.
Decíamos el otro día que dos de los cuatro desafíos que amenazaban a la Unión
Europea son Donald Trump, que la quiere débil y desunida, y los eurófobos
populistas que sencillamente no la quieren. Esperemos que la visión de lo que
está ocurriendo con Trump y los peligros en el aire sirvan de vacuna y no de
vigorizante.
Europa, en la mente de Trump, es un rival y un parásito. Le
interesa débil y barata, incluso como fuente de ingresos vendiéndole lo que él
dice le daba gratis. Forma parte del mensaje que está trasladando a su "público"
(es realmente su público, dado el
componente de espectáculo con el que vive).
La cuestión china es muy compleja y habrá que esperar a que
su objetivo comercial prioritario reacciones una vez llegado a la presidencia y
hablando como presidente. China no va abajar la cabeza y son los segundos
mayores poseedores de deuda norteamericana, después de Japón, y ya saben lo que
se dice. Si Trump comienza una guerra comercial con Asia, los riesgos son
altos. China ha estado usando la compra y venta de deuda para mantener el nivel
que le interesa del yuan, pero en una guerra comercial pueden pasar muchas
cosas.
Nunca es buena una guerra con quienes controlan tu deuda y pueden
alterar el valor de tu moneda, comprando o vendiéndola. Tampoco lo es para los
que piensan en un mercado de 1.400 millones de personas. Es una guerra
imprevisible para la economía mundial. Las dos mayores economías del mundo
enfrentándose es un escenario peligroso.
No es el único peligro. La cuestión del terrorismo islamista
también ha recibido respuestas simples y tajantes en el discurso de Trump:
Outside of trade, Trump's first foreign policy priority will be
defeating ISIS and other "radical Islamic terror groups," the
document said.
Referring to this security challenge as a clash
of civilizations, Trump said in his remarks that the US will "unite the
civilized world against radical Islamic terrorism, which we will eradicate
completely from the face of the Earth."
The document listed as a second priority
rebuilding the military to ensure that "our military dominance must be
unquestioned." US military spending in 2015 was roughly the same as the
next seven-largest military budgets combined, including China, Russia and the
UK.*
Todos los planteamientos anteriores chocan con esa pretensión
de liderar "the civilized world" frente al terrorismo. No sabemos
cuáles son sus fórmulas para acabar con el terrorismo y vencer en la
"guerra de civilizaciones". La respuesta de los países árabes es
bastante complicada. Muchos han sido aliados de los Estados Unidos para
mantener bajo control el conflicto palestino y cubrir las espaldas de Israel.
Los efectos de Trump, con su idea combinada de "guerra de
civilizaciones" y "mundo civilizado", que no sabemos si se
superponen o hay matices, pueden ser explosivos.
Los equilibrios hasta el momento participaban de la
rivalidad Rusia-Estados Unidos, con Irán y Siria, por un lado, y los aliados
alrededor de Egipto y Arabia Saudí, ahora con enormes diferencias. Ahora hay un
par de guerras confusas en la zona, más el terrorismo añadido. ¿Puede Trump ser
el combustible para mayores conflictos? Sin duda. Lo peor que podrían pasar en
estos primeros meses es un atentado de importancia en territorio norteamericano,
algo que permitiera a Trump hacer una demostración de fuerza como lo fue la
Guerra del Golfo, cuyos estragos todavía perduran. El conflicto, como ocurre
ahora, sería traducible en nuevos éxodos hacia Europa, que no tendría voz, pero
si recibiría el efecto directo y se ampliarían más los conflictos.
El discurso de Trump ha sido el discurso que muchos creían
que no se produciría, pero que pronto se vio venir. Con todo, la contestación
principal la tiene en los Estados Unidos, cuya población no le dio el triunfo,
sino las peculiaridades del sistema que tanto ha denostado.
En estos momentos marchan hacia Washington y por todos los estados
mujeres que le dan la segunda muestra de discordancia. También en muchos
lugares del mundo. No creo que eso le suponga a Trump mucho problema, pero sí
dará en qué pensar a los republicanos en cuanto que empiecen a bajar los
niveles de aceptación como ya han empezado a hacer. Trump es el presidente con
menor aceptación de los que han pisado en décadas la Casa Blanca. Pero eso a él
no le importa demasiado convertido en la persona "más exitosa" que ha
llegado a la presidencia. Lo dice por sus propiedades, hoteles y campos de golf
por todo el mundo. Los burdeles de su abuelo han dado mucho de sí.
Pero la política es otra cosa. Afecta a las personas, a sus
vidas y sus opiniones cuentan. Trump va a conocer, le importe o no, pronto lo
que el mundo piensa de él. Le parecerá una confirmación de que va por el buen
camino. Suele ocurrir con este tipo de personalidades. La descripción que la
prensa ha hecho de él ya no se contiene ante la figura del presidente.
Valga de ejemplo el editorial que The New York Times le
dedica tras escuchar su discurso y su visión de América:
President Trump presented such a graceless and
disturbingly ahistoric vision of America on Friday that his Inaugural Address
cast more doubt than hope on his presidency.
Instead of summoning the best in America’s
ideals, Mr. Trump offered a fantastical version of America losing its promise,
military dominance and middle-class wealth to “the ravages of other countries
making our products, stealing our companies and destroying our jobs.”
[...]
It was hard to make sense of Mr. Trump’s
distorted vision of America’s past and present. But the passion was familiar in
his promise to “make America great again,” as if the nation were in despair and
yearning to retreat somewhere with him. The crowd cheered him repeatedly,
particularly when he vowed to “unite the civilized world against radical
Islamic terrorism, which we will eradicate from the face of the earth.”
Vainglorious on a podium where other presidents
have presented themselves as fellow citizens, preening where they have been
humble, Mr. Trump declared that under him America will “bring back our jobs”
and “bring back our borders,” “bring back our wealth” and “bring back our
dreams.” This country has its challenges, and we fervently hope Mr. Trump will
address them. But America had dreams before Friday. It was great before Mr.
Trump became president, and with his help — or, if necessary, in spite of his
folly — Americans will find ways to make it greater in years to come.**
Las personalidades como Donald Trump viven en un mundo
propio, distorsionado, como dice el editorial. Lo malo es cuando consiguen
contagiar a los que les rodean, les arrastran a los desastres de sus locuras visionarias
y apocalípticas. La Historia presenta ejemplo de desastres de este tipo. Lo
malo es que los efectos de esta locura puede afectar a todos. Por todo el planeta se ha producido manifestaciones. No han sido solo las mujeres, las primeras en defender sus derechos y los de todos. Le han dicho que se ocupe menos de elevar muros y más de crear puentes.
* Nicole
Gaouette "Trump stakes out inward, protectionist vision for America"
CNN 20/01/2017 http://edition.cnn.com/2017/01/20/politics/donald-trump-foreign-policy/index.html
** Editorial "What President Trump Doesn’t Get About America" The New York Times 20/01/2017 https://www.nytimes.com/2017/01/20/opinion/what-president-trump-doesnt-get-about-america.html
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