Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las entregas de los premios del mundo del espectáculo —cine,
televisión, teatro, música...— suelen tener un momento culminante: los premios
que se dedican a toda una vida en el campo de que se trate.
Hace dos noches pude ver una repetición de la entrega de uno
de estos premios —el del AFI, American
Film Institute— al gran compositor John Williams. Las anécdotas se suceden
y los compañeros de la vida atestiguan la humanidad, la pericia o la
creatividad del galardonado.
Descubrir a Williams a estas alturas, lo que ha
representado para la historia del cine desde que comenzó sería ingenuo. Allí
estaban, una tras otras las piezas que había compuesto con meticuloso detalle
para cada uno de sus personajes, aquellas notas nos anticipaban la entrada del
villano o del héroe, nos advierten de la tragedia próxima o nos relajan para la
llegada del amor.
Fue emocionante escuchar la interpretación del bellísimo
tema que escribió para La lista de
Schlinder, interpretado por una violinista y una pequeña orquesta.
Spielberg, el director de la película, cerraba sus ojos en ese gesto reflejo
que la belleza de la música nos obliga a hacer para absorberla plenamente.
Ayer fue la entrega de los Globos de Oro, con un resultado muy diferente. Tocó celebrar la
carrera de una de las grandes actrices de la segunda mitad del siglo XX, Meryl
Streep. Nos ha emocionado con comedias o con dramas, gracias a la conjunción
perfecta entre inteligencia y la emoción. A Meryl Streep se le reconocen ambas
cosas en grado superior. También su compromiso.
El ambiente amable de la celebración del premio a Williams
no era ya el de los Globos de Oro. La ceremonia glamurosa tenía reservada la sorpresa
de traernos a la gran actriz casi afónica. Esa voz que ha sabido brillar en
tantas películas, apenas tenía fuerza para salir de su garganta. Pero hay una
fuerza que no está en la voz, sino en las palabras. Quizá se recuerde este momento
como uno de los más auténticos de la actriz. The New York Times lo recoge así:
Meryl Streep campaigned on behalf of Hillary
Clinton, so expectations were high that when she took the Golden Globes stage
to accept the Cecil B. DeMille lifetime achievement award, she would comment on
the recent election. But how political would she be? Pretty political, as it
turned out. She used her speech to call out President-elect Donald J. Trump for
seeming to mock a disabled New York Times reporter, and to warn that a free
press would need to be defended.
“This instinct to humiliate, when it’s modeled
by someone in the public platform, by someone powerful, it filters down into
everybody’s life, because it kinda gives permission for other people to do the
same thing,” she said. “Disrespect invites disrespect, violence incites
violence. And when the powerful use their position to bully others, we all
lose.”
The room roundly applauded her remarks, but on
social media some conservative commentators immediately criticized her and the
target of her remarks had his own take.*
Trump por su parte, según señala el periódico, la ha querido
descalificar llamándola "a Hillary Lover" y actriz "over
rated", algo que viniendo de un pésimo actor no está mal. Y fue por ahí
por donde Streep enfocó su discurso, sobre una de las peores actuaciones del año allí donde se premiaban las mejores. Se
refería a una de las más infames acciones de la campaña electoral norteamericana
—y ha habido muchas— que fueron las burlas de Trump hacia un periodista
discapacitado de The New York Times
al que imitó gesticulando. De ahí la recriminación de la actriz sobre su mala
actuación.
La propia campaña de Hillary Clinton recogió esas burlas,
los insultos a los mejicanos, etc. y mostraba a niños asombrados escuchando sus
palabras y viendo sus gestos. No es un
buen ejemplo para ellos, concluía el vídeo de la campaña. La emoción se llevaba
lo poco que le quedaba a Streep de voz y lo compensaba con la profunda
irritación, indignación al recordar el incidente vergonzoso.
En su línea, Trump lo negó todo. The Washington Post tituló irónicamente "Donald Trump’s
revisionist history of mocking a disabled reporter"** incluyendo dos
vídeos, el primero en el que Trump da todo tipo de explicaciones sobre lo que no hizo, señalando que en sus
edificios siempre hay rampas de acceso, que supongo que la ley le exige, pero
que debió conmover a quienes le escuchaban. En el otro vídeo mostraba
claramente los gestos de burla de Trump.
La polémica había surgido precisamente de un intento de utilización por parte de Trump de un artículo del periodista atacado. Fue otra mentira de Trump lo que le llevó a citar como fuente un artículo sobre el 11-S. El periodista desmintió que él hubiera escrito lo que Trump decía y este se burló de él durante el mitin. The Washington Post va desmontando los argumentos y la historia de Trump para concluir que el periodista no había hecho ni escrito lo que Trump decía y concluía, sin dudarlo, que se había burlado de su discapacidad. Le daba finalmente "4 pinochos" (irónica unidad de contabilizar las mentiras) por lo dicho. Fue en agosto y la polémica vuelve.
Lo interesante, cuando se rastrea el vídeo es la cantidad de
lugares de apoyo (incluido un "Catholics4Trump") en los que se afirma
que no se burló de nadie; es solo,
dicen, una costumbre que tiene de gesticular cuando se mete con alguien y
lo ridiculiza. Supongo que tener un presidente que se dedica a hacer estas gesticulaciones
de forma general deja más tranquilos a algunos. Mientras no sea personal,
piensan.
Trump se ha burlado de todos, ¿o hay que recordarlo? Se ha
burlado de mujeres periodistas cuando le hacían preguntas incisivas haciendo
ver que tenían la regla y por eso
actuaban así. Se ha burlado de los padres del militar estadounidense musulmán fallecido
haciendo ver que la madre no hablaba por ser musulmana. Se burló de John McCain
porque a los héroes, decía él, no les encarcela el enemigo. Ha insinuado que el
padre de Ted Cruz tuvo que ver con el asesinato de JFK. Ha llamado violadores y criminales a los mejicanos... Lo raro es que no se burle de
alguien, acuse, insinúe, etc. ¿Que tiene la más costumbre de gesticular más de
la cuenta cuando ridiculiza a los demás? Que no lo haga; es signo de mala
crianza. Pronto lo hará para citar a Angela Merkel o al presidente chino o...
El discurso de Meryl Streep fue un gesto. No aprovechó el
cómodo momento de gloria para dejarse halagar sino para decir lo que pensaba.
Lo de Trump, en cambio, son gesticulaciones, signos de su falta de ideas y,
como bien dijo la actriz, de su instinto de humillar, algo que sí es un rasgo
perceptible de su personalidad, algo que no ha dejado de hacer toda su vida y
que no piensa parar por asumir la presidencia de los Estados Unidos. Sus
gesticulaciones no son más que incitaciones a la burla, la búsqueda de la risa
agresiva de los que le rodean contra alguien, la ridiculización, las bases del
acoso. La excusa de que lo hace con todo el mundo es ridícula pero clara.
Hollywood, los extranjeros y la prensa, dijo Streep, son los
nuevos villanos en la era de Trump. Anticipa
una batalla épica en la que Trump lleva las de perder porque es un mal actor en
una mala película. Es lógico que un histriónico de su calibre no entienda el
arte de Streep, como no entiende la falta de respeto que es gesticular de esa
manera para referirse a cualquiera. Pero forma parte del personaje la mala
educación, como lo forma la amenaza y el insulto, que son sus principales
atributos y por los que ha sido elegido por sus votantes. Tiene gracia que la
asesora y estratega de Trump, Kellyanne Conway haya dicho, criticando a Streep,
que la actriz estaba "inciting people’s worst instincts". ¿No es eso
lo que Trump lleva haciendo desde que comenzó la campaña?
The New York Times apunta también una perspectiva
interesante:
Those counterattacks came just hours before the
news that Mr. Kushner would become a White House adviser to his father-in-law, which
raises questions about nepotism and possible conflicts of interest. Mr. Trump
has a habit of engaging in side fights when bigger controversy looms, though he
said he had been unaware of Ms. Streep’s remarks until a reporter from The
Times called him early Monday morning.***
Nada tapa una polémica mejor que otra polémica. En pleno
conflicto de nombramientos, el caso de los Globos distrae la atención y permite
a Trump hacerse el ofendido mostrando a los otros como resentidos perdedores.
Que se vaya acostumbrando. The New York
Times habla ya de una "cultura de guerra" por delante.
La pregunta, de nuevo, es si los Estados Unidos serán
capaces de aceptar esta disociación a la que se van a ver sometidos entre el
respeto debido por tradición a la presidencia y un presidente que no la respeta
él. La duda está en si es reconocible eso que el propio Trump llamó ser
"el presidente de todos los americanos".
* "The
Best and Worst of the Golden Globes" The New York Times 9/01/2017
http://www.nytimes.com/2017/01/09/movies/golden-globes-best-worst.html
**
"Donald Trump’s revisionist history of mocking a disabled reporter"
The Washington Post 2/0/2016
https://www.washingtonpost.com/news/fact-checker/wp/2016/08/02/donald-trumps-revisionist-history-of-mocking-a-disabled-reporter/?utm_term=.696ec10fc0cf
***
"At the Golden Globes, a New Culture War Erupts Onstage" The New York
Times 9/02/2017 http://www.nytimes.com/2017/01/09/movies/golden-globes-donald-trump-meryl-streep.html
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