lunes, 2 de septiembre de 2013

La pregunta en el aire

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las consecuencias de la decisión de Barack Obama de pasar al Congreso la decisión final de la intervención militar en Siria abre un nuevo y complejo escenario en un orden distinto. Decía uno de los comentaristas televisivos al dar la noticia que Obama no había contestado la pregunta de un periodista sobre qué ocurriría si el Congreso le dice "no" a la intervención. La pregunta quedó en el aire, un aire que se le hará irrespirable, asfixiante, a Obama hasta el momento en que lleve al Congreso su propia pregunta.
El "episodio sirio" quedará para la Historia, para los analistas de la política norteamericana, como algo que no debía haber ocurrido nunca. No hay salida buena y los escenarios van desde una posible dimisión de Obama —si el Congreso le niega su apoyo— a la ampliación cualitativa de una guerra llena de infamias que Occidente no supo ni pudo afrontar como resultado de la política de "protegidos" que ha caracterizado el mundo de las superpotencias en las últimas décadas. ¿Puede ser Barack Obama otra, la más ilustre, víctima política de la guerra de Siria? Quizá. Un revés en el Congreso no le dejaría muchas salidas posibles del callejón en el que él mismo se ha metido de forma incomprensible, arrastrando en un complicado dominó a los aliados y a sus propias instituciones.


Las voces que claman —incluso de muchos refugiados sirios— contra una intervención en su país irán creciendo junto a los de fuera que no ven el sentido de verse arrastrados por una decisión unilateral estadounidense, tomada sin contar con nadie, antes del informe de la ONU. El patinazo de David Cameron ante su parlamento puede ser similar al que podría esperar a Barack Obama. Comentaba el otro día que yo, si fuera Cameron, daría las gracias sotto voce al Parlamento por haber evitado una intervención políticamente catastrófica. Cameron, al menos, tenía una cosa a su favor: la iniciativa no partió de él, sino de una petición de los Estados Unidos. A Obama, en cambio, no se lo ha pedido nadie; es el responsable primero y único de la iniciativa. El fracaso de su operación es su fracaso. El problema es que su fracaso tiene muchas consecuencias.

Cameron lo ha dicho muy clara y solemnemente: "el parlamento, y el pueblo a través de él, ha hablado muy claro". Si el Congreso de Estados Unidos se manifiesta en el mismo sentido, a Obama no le queda la misma opción y pasará a ser un cadáver político con vocación dimisionaria, desautorizado por su Congreso, es decir, su pueblo en un decisión trascendental. Los carroñeros del Congreso y el Senado se cebarán en él y lo que le queda de legislatura será un calvario sin fin. Los enemigos de Obama, dentro y fuera de los Estados Unidos, se frotarán las manos. Basar Al Asad ya presenta como "históricas victorias" cualquier duda y dilación norteamericana.
La otra opción, suicida políticamente, es actuar sin el beneplácito del Congreso tras un resultado negativo de la consulta. ¿Haría eso? Es poco probable y daría tal cantidad de razones a sus enemigos políticos y no políticos que no le quedaría más que una solución, la dimisión, como hacen otros mandatarios cuando ponen su prestigio y autoridad directamente en manos de una consulta de este tipo. La gravedad de la pregunta —una intervención militar— deja en manos del Congreso la cuestión, pero también su futuro. Hay mucha gente en Estados Unidos que consideran que la aventura de Obama en el poder ha durado demasiado, incluso por parte de aquellos que le llevaron a la Casa Blanca y sufrieron la frustración de ver que mantenía la política y dirección económica de Bush, en la primera legislatura, y que mantiene su política militar beligerante en la segunda.


El argumento que esgrime The New York Times para explicar esta situación se centra en otro escenario posible debatido por la Casa Blanca con sus asesores: ¿qué ocurrirá en los próximos tres años en Oriente Medio si Estados Unidos no da hoy muestras de fuerza? Se piensa en el presente sirio en términos de futuro iraní. La Casa Blanca parece que diera por descontado que el programa nuclear de Irán solo podrá ser afrontado con una acción en Irán. Señala The New York Times la tensa reunión de Obama con los asesores de Seguridad Nacional:

He had several reasons, he told them, including a sense of isolation after the terrible setback in the British Parliament. But the most compelling one may have been that acting alone would undercut him if in the next three years he needed Congressional authority for his next military confrontation in the Middle East, perhaps with Iran.
If he made the decision to strike Syria without Congress now, he said, would he get Congress when he really needed it?*


La acción sobre Siria ¿tendrá efectos disuasorios sobre Irán en el futuro? No lo sabemos, pero sí que tendrá efectos, los que sean, en toda la zona, volviendo más inestable y peligroso todo. Especialmente si la iniciativa no tiene como objetivo acabar con Al-Asad sino "darle una lección", como han afirmado repetidamente.

La pregunta que quedó en el aire tardará en contestarse. Pero hay que tener en cuenta algo: el destino político de Obama es una pequeña mota de polvo en el camino de lo que puede suponer una intervención militar en la zona. Son ya varias las presidencias envueltas en la espiral creciente de Oriente Medio. Si la intervención en Irak, con respaldo de la ONU, de los aliados y del Congreso, todavía suscita problemas y debates, sin el respaldo es un suicidio histórico, más que político. Y no solo de Barack Obama.
Lo que está en juego no es solo la "credibilidad" del Presidente de Estados Unidos para cumplir sus amenazas en nombre de un país, sino la credibilidad del país mismo para hacerlo. Lo que muchos americanos perciben es que su presidente les ha metido en un problema y ahora les pide que decidan, cuando ellos los eligen para lo contrario: para que tomen decisiones que les eviten los problemas.
Los argumentos morales se diluyen en los cien mil muertos previos a las armas químicas; quedan diluidos en el objetivo meramente pragmático de avisar a unos hipotéticos enemigos del país. Se vuelve al argumento preventivo y unilateral que puede ser usado, en su derecho, por cualquiera. El uso de armas químicas no resta un ápice de monstruosidad a lo ocurrido hasta ahora en Siria. Las líneas rojas se traspasan siempre con el primero muerto; después aumentan su ancho. Por eso cualquier acción que no sirva para remediar la situación es discutible ya que supone que un aumento del riesgo sin ninguna garantía de ventajas. Lo que pide la oposición siria no es que se dé un castigo ejemplar a Al-Asad, sino que se le derribe; no piden una acción relámpago, sino un rayo que lo fulmine, algo que no se ha hecho precisamente en nombre de los intereses en la zona. No dudamos de la rabia de Barack Obama ante el posible uso de armas químicas contra la población siria; muchos sí lo hacen de la eficacia de su cólera y de los efectos del castigo.


El rechazo de los aliados a estos argumentos puede producirse en todos los parlamentos por los que vaya pasando. Inglaterra, Alemania, Francia... Además de a la soledad internacional de sus razones, Obama se puede enfrentar en unos días a la soledad interior, la de Congreso de los Estados Unidos, que no le dé su apoyo a una operación de este tipo. Ha jugado fuerte y puede que haya puesto en bandeja su propia cabeza a los enemigos que decidan dar un escarmiento a un presidente que ha retrocedido. Puede que unos lo rechacen por que no estén de acuerdo con la intervención, pero puede que otros lo hagan porque consideren que no tiene la fortaleza necesaria, la decisión de dar un paso adelante sin buscar el amparo histórico del pueblo a través del Congreso.
La presidencia de los Estados Unidos se basa en la persona, en su carisma, en la confianza de los estadounidenses en que no le temblará la mano si llega la ocasión. Es el Comandante en Jefe; algo más que un político. The Economist titulaba un artículo hace dos días, de forma sarcástica, "The empathiser-in-chief".**


La Historia puede llegar a ser más cínica que los propios historiadores que la cuentan. Puede que Obama pierda una futura votación porque hayan decido que la mejor muestra de determinación, para evitar sembrar la duda sobre el futuro, era no haberles preguntado. Quizá les haya mostrado que puede ser más peligrosa su duda en la guerra que sus buenas intenciones en la paz.
Hay preguntas, como la que quedó en el aire, que no deben hacerse porque las respuestas están ya en la mente de de todos.

* "President Pulls Lawmakers Into Box He Made" The New York Times 31/08/2013  http://www.nytimes.com/2013/09/01/world/middleeast/president-pulls-lawmakers-into-box-he-made.html?hp&_r=0

** "The empathiser-in-chief" The Economist 31/08/2013 http://www.economist.com/news/united-states/21584378-barack-obama-going-round-country-stirring-up-empathy-what-waste-summer






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