Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A la sorpresa por la detención de la cúpula de la Sociedad General de Autores (SGAE), la entidad más impopular en España, sigue el desorden de los conflictos y de las amistades traicionadas. Las cosas se ponen revueltas porque a las cohabitaciones económicas y políticas en España se añaden las de los intelectuales del espectáculo y la cultura que han jugado sus bazas con el poder desde la transición de la democracia.
Con los intelectuales de izquierdas revueltos y reclamando un regreso a las raíces que les permitan recuperar ideas y público, perdidos ambos por el exceso de confianza de algunos con el poder, el mazazo de la SGAE ha tenido que dejar más que preocupados a unos cuantos. Y es que en España las adhesiones incondicionales se pagan. Demasiados silencios antes del desastre. Si los políticos tienen que recuperar la credibilidad ciudadana, no son los únicos.
El día 2 de julio se presentaba en el Círculo de Bellas Artes de Madrid un manifiesto titulado Una ilusión compartida, en el que la plana mayor de los intelectuales y artistas que apoyaron la candidatura y la persona del presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, renegaban públicamente del camino recorrido hasta el momento y se desmarcaban públicamente. El diario El País recogía esa misma tarde:
“El descrédito de la política y las quejas asiduas sobre la corrupción de la vida democrática no pueden dejar indiferentes a las conciencias progresistas”, reza la primera línea de este manifiesto. “La izquierda tiene un problema más grave que el avance de las opciones reaccionarias en las últimas elecciones municipales: su falta de horizonte”, prosigue. “Nosotros estamos convencidos de la necesidad de reconstruir el presente de la izquierda. ¿Y tú?” termina el texto.*
Un par de días después, apenas terminado el escrutinio la noche de las elecciones en la Sociedad General de Autores con el triunfo de los oficialistas, se produce la intervención judicial y la detención de una serie de personajes clave en el desarrollo de la vida cultural en España en las últimas décadas. La SGAE, ave rapaz, ha sido una figura esencial en los últimos años por el poder acumulado como sociedad de gestión, ente recaudatorio independiente, pero con reconocimiento oficial. Que se hayan concretado ahora las denuncias, tras años de oídos sordos, en estos momentos revueltos, es un dato que podemos poner en la columna de la casualidad o de la causalidad, según sea nuestra creencia en el azar o en la necesidad.
La oposición afila los cuchillos y apunta —para variar— al candidato Alfredo Pérez Rubalcaba; la asociaciones civiles que mantuvieron las denuncias contra la SGAE se ceban y no se callan recordando las advertencias desoídas, los avisos ignorados; y los sencillos internautas de a pie, se regocijan con el descenso del Titanic autorial a las profundidades. Como ha señalado alguien, si todo este fraude es cierto, sería la "mayor descarga ilegal" de la historia a cargo de los que recaudaban en nombre de los autores defraudados por el público. Ironías de la vida. Hermosa fábula.
Las críticas de los actores, directores de cine, poetas, novelistas, profesores, intelectuales, llega en mitad del hundimiento de la Atlántida en la que muchos habían vivido. La necesidad de regeneración se plantea cuando los escándalos se suceden y la debacle se acerca. Pedir ahora una izquierda al margen de PSOE y de Izquierda Unida, como reclaman en el manifiesto, cuando los ciudadanos han tenido que salir a la calle porque no tenían voz que los defendiera, es un poco complicado para algunos, pero intentar salir del agujero es un instinto natural. En otro de los textos leídos se decía: "La reinvención de la democracia en España debe imitar el modelo del movimiento de los indignados, renovando personas, discursos y sobre todo, métodos, con el fin de salir del callejón sin salida"* ¡Qué lástima que los bueyes vayan tras los carros!
Las altivas palabras de algunos sobre la imposibilidad de que los amigos hicieran ciertas cosas, no se corresponde con lo que algunos de esos amigos han hecho. Tienen que hacerse públicas muchas cosas. Si, como ha dicho el Ministro de Justicia, se trata de una operación que lleva un año abierta, el momento elegido solo se debería ajustar a la liquidación de la versión digital de la Sociedad, que había sido realizada el día anterior. Pero hay que reconocer que intervenir una sociedad al día siguiente de ser liquidada y detener a la cúpula de una organización a la mañana siguiente de ser renovada por las urnas, revela que el destino o el azar tienen un sentido del humor muy particular.
El Titanic reposa en el fondo, junto a las ruinas de la Atlántida.
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