Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si los personajes del caso Dominique Strauss-Kahn hubiesen sido ingleses, ¿hasta dónde habríamos llegado? Sin embargo, las cosas ocurren donde ocurren, con las personas que son.
Lo que comentamos hacen algunas semanas se ha cumplido. No es necesario ser adivinos; basta con pensar con un poco de anticipación. La estrategia de desprestigio de la víctima de la agresión, la camarera guineana, se ha vuelto contra el político francés al llevar a una estrategia complementaria a la defensa: minar la credibilidad de Strauss-Kahn. Eso habría sido difícil de lograr si no les hubieran llegado los recursos necesarios en bandeja.
Las denuncias de Tristane Banon y el caso de Nueva York, como en las películas con acciones paralelas, se juntarán en una misma sala de juicios.* Lo que comenzó en Francia pasará a formar parte del caso como testimonio de lo que el político francés puede hacer en la intimidad y sin testigos cuando está con una mujer. El simple hecho de que exista Tristane Banon le complica las cosas a Strauss-Kahn. Dos puntos trazan una línea. Los demás se imaginan lo que puede haber en medio —la defensa sigue animando a que aparezcan más casos—, presentando una forma de actuación y ser: un comportamiento.
Einmal ist keinmal, dicen los alemanes, lo que ocurre una vez es como si no ocurriera. Esa frase se repetía, recordarán los lectores de Milan Kundera, en La insoportable levedad del ser. Lo que ocurre dos veces, en cambio, rompe con la ligereza y se convierte en constante y tendencia. Es lo que diferencia a un asesino de un asesino en serie. El primero puede tener motivos y circunstancias; el segundo solo el impulso interior que se repite. Es la base psicológica del beneficio de no tener antecedentes cuando te juzgan. Todos nos podemos equivocar (depende de en qué), pero están los que se equivocan muy a menudo. Esas reincidencias manifiestan que lo que les ocurre y hacen no forma parte de las circunstancias exteriores sino de las interiores, de su forma de ser. Eso es lo que han buscado los abogados y el caso de Banon, desde el fondo del pasado, les aporta al presente judicial.
Pero todo esto va más allá. El perfil psicológico que el abogado defensor de Nueva York va a poder trazar de Dominique Strauss-Kahn es más complejo. La madre de Tristane Banon, Anne Mansouret, diputada socialista, ha señalado que mantuvo una relación consentida —pero “brutal”, según sus palabras— con Strauss-Kahn en el pasado. Un solo encuentro del que salió asustada, según ha declarado. Fue ella la que disuadió a su hija de denunciar el caso en su momento, pero lo puso en conocimiento del que también ha sido llamado a declarar sobre el asunto, François Hollande, entonces Secretario General del Partido Socialista francés. Parece ser que fue Hollande quien convenció a la madre y esta quien convenció a la hija de no presentar denuncias. Pero estas cosas, aunque no se lleven a un juzgado, siempre se llevan a algún sitio. Tras la denuncia de Banon, pasarán a declarar, como ya ha hecho Hollande, sobre este asunto y el conocimiento que tenían, diversas personas, periodistas y políticos, a los que se les había comentado el suceso en su momento. Ha intervenido incluso la antigua esposa de Strauss-Kahn, a quien se lo contó la madre de Tristane Banon. Ambas eran amigas, tanto como para ser la madrina de Tristane. Dejaron de serlo desde aquel momento en 2003.
Anne Mansouret, madre de Tristane Banon |
El retrato que sale del caso francés” de Dominique Strauss-Kahn es el siguiente: tubo un affaire con la amiga de su esposa, diputada socialista, e intentó un ataque sexual con la ahijada de su mujer e hija de su amante. ¿Quién necesita a Murdoch?
Independientemente de la importancia política de este caso —ha provocado cambios en la dirección del Fondo Monetario Internacional y ha modificado la carrera presidencial francesa y, probablemente, prolongará indirectamente el ciclo Sarkozy—, está la causa de las mujeres, en la que se ha logrado un caso que muestra la importancia de las denuncias y el efecto de solidaridad entre ellas. Tristane Banon decidió dar el salto judicial tras nueve años animada por el caso neoyorkino. Tristane Banon no es una inmigrante que arregla habitaciones. Es periodista, su madre es miembro relevante del Partido Socialista y su padre fue asesor del presidente Pompidou y de Yasser Arafat. Tiene buenas relaciones y sabe moverse; no necesita que la oculten. Y, especialmente, lleva clavada durante nueva años una espina que difícilmente se olvida: el ataque de una persona que asciende años tras año a las cimas más altas del poder ante su silencio indignado. ¿Cómo olvidar cuando la persona que te atacó puede ser el próximo presidente de Francia?
Pero, una vez más, el asunto que llama la atención es el mundo político y su funcionamiento. Es preocupante el encubrimiento de aspectos peligrosos o delictivos que se tapan de dirigentes en nombre de la imagen de los partidos o de sus intereses electorales. El temor al escándalo, el miedo a las repercusiones que puedan tener en las urnas es absolutamente contraproducente para el sistema en su conjunto y refleja una muy mala concepción de lo que se debe esperar de los dirigentes y los partidos. Mientras no se den cuenta de que las personas que acogen en sus filas y promocionan hasta presentárnoslos en listas electorales como candidatos a los gobiernos de todos deben reunir las mejores cualidades posibles y no los mejores aparatos de camuflaje personal, no avanzaremos.
François Hollande y Dominique Strauss-Kahn |
El mundo se guía por la imagen y no por el ejemplo [verentrada]. La imagen es construible y manipulable; es el resultado de una serie de operaciones retóricas para conseguir el efecto deseado. Consiste en el establecimiento de un filtro permanente de lo que es conveniente o no en función de lo que se quiere obtener. No elegimos personas; elegimos fantasmas, meras sombras sobre pantallas que repiten un guión que les escriben otros. Esto tiene que cambiar en dos sentidos: la mercadotecnia no puede ser el eje de la presentación de candidatos y estos deben someterse a “test de estrés”, por utilizar un término de moda estos días, y sobre todo el miedo al escándalo no puede ser el elemento que guíe las acciones de los partidos. Si ellos filtraran mejor a sus candidatos no tendríamos estas “sorpresas”, que no lo son tanto porque todos lo saben.
El escándalo del Reino Unido con News of the World puede entenderse de forma complementaria al de Strauss-Kahn. Ambos nos reflejan un mundo frío, de intereses en el que los excesos se tapan o se potencian en función de los amigos o los adversarios.
Se necesitan partidos que seleccionen bien para que nosotros podamos elegir bien a personas que actúen bien. Si tenemos partidos que eligen mal y nos presentan personas como las maravillas de las maravillas, luego actuarán mal y un día se vendrán abajo arrastrando nuestra decepción, indignación y vergüenza.
* "Le Procurer du New York souhaite entendre Banon" Le Figaro 21/07/2011,
http://www.lefigaro.fr/actualite-france/2011/07/20/01016-20110720ARTFIG00491-le-procureur-de-new-york-souhaite-entendre-banon.php
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