Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La entrada de la falsa tienda |
¡China! De China, ese país inmenso e inmensamente sorprendente, nos llega una noticia que muestra el signo de los tiempos: una bloguera occidental de visita por el país descubrió con asombro que la tienda de Apple que visitaba era completamente falsa, Hasta el momento la preocupación de los consumidores era que los productos fueran falsos, sin embargo eso era en la época del “Fraude 1.0” y ahora estamos ya en la del “Fraude 2.0”.
En tiempos anteriores, en los del “1.0”, el fraude se refería a la falsificación de los productos. Todos tenemos nuestras casas llenas de productos que parecen ser una cosa y luego son otra o, segunda variante, que parecen hechos en un sitio y luego están hechos en otro. Recuerdo el enfado de una amiga que venía de Nueva York al descubrir, ante mis insinuaciones maliciosas, que aquellos recuerdos auténticos que se había traído desde la ciudad de los rascacielos estaban hechos en cualquier fábrica perdida de Asia. Y así fue. Recuerdo también una visita, cercana ya la medianoche, a una tienda escondida, en pleno barrio de Jan Al Jalili en El Cairo, con un lingüista búlgaro y dos amigas cairotas. El lingüista, una eminencia internacional en lingüística computacional, preguntaba si aquellos perfumes franceses que le ofrecían en garrafas metálicas eran realmente “auténticos”. El vendedor le aseguraba que sí con todo convencimiento. Y como el lingüista estaba dispuesto a dejarse convencer porque eran regalos de compromiso y a desgana, cargó su bolsa de aquellos perfumes franceses. Pero al vendedor nocturno de aquella tienda escondida no se le ocurriría decir que era una tienda oficial “Chanel”, pongamos por caso.
La falsa tienda Apple |
Hasta aquí estamos todavía en el fraude 1.0. Sin embargo, con el fraude de la tienda de Apple ya no sabemos dónde entramos. Falsificar productos se explica porque esos productos se meten en contenedores y se exportan a todas partes del globo hasta llegar a esos almacenes que tienen todas las ciudades importantes del mundo. Allí se almacenan toneladas de productos típicos de cualquier parte del mundo y objetos auténticos de todo tipo y condición. Son los fraudes de siempre.
El fraude 2.0 es un metafraude. Ya no se exporta la falsificación; el nuevo fraude actúa como respaldo de la venta, como un marco. Esto es un signo importante porque significa dos cosas: que ya hay un nivel de vida alto y de turismo fluido en China, y que a los chinos les resulta más rentable (en función de lo primero) realizar estafas en casa. Los productos ya no van a Occidente, sino que es Occidente el que va a los productos. Guiados por esa codicia turística que se resume en la frase “aquí las cosas son más baratas”, los que entran en esas tiendas salen convencidos que se llevan un Apple comprado en una genuina “tienda Apple” a mitad de precio de lo que les costaría en su ciudad.
Además, a diferencia de la tienda cutre de los perfumes, la tienda 2.0 está realizada con todo lujo y gusto. Solo el ojo de un experto podría notar las sutiles diferencias entre una auténtica y una 2.0. Pero el fraude va más allá. Interrogados los dependientes “Apple” de la “tienda Apple”, desconocían que se encontraban al servicio de una tienda falsificada, con lo que entran ya en una categoría, la de los “empleados estafados 2.0”, superando a los tradicionales “empleados estafados 1.0”, que son a los que se les paga poco, o sea, todos nosotros.
Ya lo venían avisando: la vanguardia está en China, el gigante asiático.
El falso empleado que nos sabía que era falso |
los chinos siempre dandole una vuelta más a la tuerca
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