Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Unos tienen las manos manchadas de sangre, otros de tinta. Unos luchan todavía por poder tener libertad; otros ya la están empezando a ejercer. El mundo cambia y muy deprisa.
Egipto ha realizado ayer el referéndum para la modificación de la constitución del régimen de Mubarak y poder comenzar su camino democrático formalmente. Pasadas las horas, siguen luciendo orgullosos los dedos entintados con los que se certifica que han votado. Para muchos es la primera vez que votan; para otros, es la primera vez que votar sirve para algo.
Siguen discutiendo sobre una constitución enmendada o una nueva constitución, pero todos están de acuerdo en participar en el proceso. Para algunos va demasiado deprisa y no es precisamente para los más conservadores. El razonamiento que plantean es que, en la era post-Mubarak, los únicos organizados son los Hermanos Musulmanes y eso les daría una gran ventaja política y electoral. La inexistencia de partidos más allá de pequeñas agrupaciones durante el régimen anterior es un lastre importante, pero no insalvable. Piden tiempo para poder organizarse y darse a conocer a la sociedad más allá de unos cuantos debates televisivos. Es cierto que la Hermandad posee una base social amplia, a través de las asociaciones profesionales, pero casi nadie la considera como una opción real de gobierno. Ellos mismos lo han señalado, por boca de Essam El-Errian, uno de su líderes. La participación en la nueva vida pública ha servido para aclarar las posiciones y han pasado de ser un nombre tenebroso a ser una voz política que no quiere un estado religioso sino que sus leyes se inspiren en la religión del pueblo. Más Turquía que Irán. La diferencia es grande sobre el papel y en política hay que poner las cartas sobre la mesa. Hoy podemos verlos sentados en los debates televisivos discutiendo sobre sus ideas y las de los demás.
La mentalidad de la mayoría de los egipcios es hacer un estado moderno, constitucional, que se base en la voluntad mayoritaria y que respete las opiniones de las minorías. En eso parecen estar todos de acuerdo. Y eso es lo esencial. Hace apenas unas semanas se batían contra un régimen dictatorial en las calles. Ayer votaban las enmiendas constitucionales y en septiembre tendrán elecciones presidenciales. Los debates sobre el orden en que deben ir las cosas son importantes, pero es más importante hacerlas y no quedarse bloqueados. Primero se pinta con la brocha gorda y luego con el pincel fino se retoca.
Es la primera vez que van libremente a votar algo, con lo que están o no de acuerdo, pero han podido conocer de primera mano el gran placer que supone hacer colas para depositar tu voto en una urna y volver a casa mirándote incrédulamente una mancha violácea en la punta de tu dedo.
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