Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Como
era previsible, el mundo no entiende a Sánchez. ¡Triste destino el suyo! Solo
hay un destino peor, el de sus asesores.
Criticado desde todas partes, de la Unión Ciclista a los sindicatos policiales, el gobierno de España se ha quedado solo en su interpretación del mundo, en su forma de valorar al "pueblo español", de introducir nuevos sentidos en el diccionario y en redefinir el concepto de ridículo. Tiene razón Natalia Junquera al preguntarse en el diario El País: "¿Honor o ridículo internacional?". Por ahora los partidarios del ridículo van ganando por goleada. Todos apuntan a Sánchez y este le da la vuelta camino de la gloria.
Los
sindicatos policiales le acusan de haber manipulado desde el ministerio del
Interior (¿otra, Marlasca?) y
haberles dejado a los pies de los manifestantes; la Unión Ciclista de haber
dejado a su suerte a los profesionales de la Vuelta con riesgos físicos; la
oposición consigue subir el listón crítico puesto en bandeja y los amigos...
bueno, los socios sacan provecho y algunos agradecen que se fije la atención en
él.
No hay medio que lo salve, de El Mundo a El País, pasando por RTVE o el ABC, todos señalan a Sánchez. Como ese era el protagonismo que buscaba, tampoco debería extrañarle. Lo malo es para los que tienen que salir fuera y les preguntan bajito por lo de La Vuelta. Una cosa es boicotear, ondear banderas en una grada, los cánticos, etc. y otra alentar una batalla campal en un acontecimiento deportivo, algo que a nadie interesa que prenda en el mundo del deporte. Sánchez, para mal, ha sentado un precedente incómodo y desastroso.
Sirve
esto al menos para dejar claro la suma de intereses que es hoy el deporte
internacional, incluida La Vuelta. Salen a la luz las justificaciones del COI
para no expulsar al Israel de Netanyahu de las competiciones, desencadenando
una lucha entre gobiernos e instituciones deportivas, tras la que está la
financiación israelí. El deporte es una máquina de hacer dinero y los intereses
de los que están detrás no van más allá. Pasan de todo y van a lo suyo. Eso del
olimpismo, de los pueblos hermanados, etc. es pura retórica, como podemos
comprobar. Pero el lío montado por Sánchez es de tal calibre que les permite seguir
y rasgarse las vestiduras.
De poco le vale a Sánchez "sentirse orgulloso" de esta España nuestra, que decía la canción. Hay muchas otras formas de sentirse orgullosos y sobre todo de demostrar el apoyo al pueblo de Palestina, que es quien sufre el genocidio.
Sánchez
ha tratado de superar el ninguneo europeo a España que últimamente viene
padeciendo, en gran medida, por el deterioro que él mismo causa. Fuera se vende
bien la debilidad del gobierno español y el problema de la corrupción, que es
lo que está haciendo daño a España realmente. La corrupción no es un caso en
exclusiva de Sánchez, pero en esto el que más lo sufre es el que está más arriba,
el que gobierna. Pero en España, en un sitio u otro, gobiernan todos. Así que
Sánchez ha descendido del poder al pueblo, de La Moncloa a las calles y plazas,
¡a las barricadas! Si esto no es populismo del bueno, ¡que venga Dios y lo vea!
Me imagino que más de uno pensará que esto no es forma de hacer política; al menos no es forma inteligente de hacer política. No creo que se haya beneficiado a nadie, incluido el pueblo palestino, que ve cómo se dan argumentos a sus perseguidores y se debilitan sus apoyos al quedar en evidencia.
Creo
que nadie se siente cómodo con esta redefinición del orgullo patrio dada por
Pedro Sánchez como justificación. Sigo pensando que cada hora que pasa queda
más en evidencia el absurdo, por no utilizar el término "ridículo" que
se está usando a menudo.
Si no estuviera tan mal calculado, cabría pensar en un error bienintencionado pero llevado mal a cabo. Pero es tan grande la chapuza que ha conseguido que nadie lo crea. En está España nuestra, nadie perdona un error, aunque sea por una buena causa. Y fuera, ni eso.
En fin, lo más lamentable es que los palestinos siguen sufriendo sin que nadie pare esto.
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