miércoles, 3 de septiembre de 2025

El canon cultural sueco

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Si ayer comentábamos las afirmaciones de una influencer sobre la falta de sentido de la lectura, hoy nos acercamos a una  noticia, recogida en la sección internacional de RTVE.es, sobre la presentación oficial de un canon cultural sueco.

El concepto de "canon" tiene siglos y estaba oficialmente olvidado en beneficio de lo presente, es decir, el gusto selectivo del aquí y el ahora. Los cánones eran formas de preservar la cultura heredada de la antigüedad estableciendo lo que podríamos considerar como "paquetes" estándar de obras que se respetaban y se consideraban de obligado conocimiento por parte de cualquier persona culta. Sobre el canon, por ejemplo, se podían componer otras obras con referencias —poemas, por ejemplo— que la persona leída podía reconocer. El canon no solo era una referencia, sino una posibilidad de reconocimiento y comunicación entre autores nuevos y sus lectores. Las referencias bíblicas, muy frecuentes, se conjugaban con las clásicas.

El aumento de la producción cultural y su concentración en la producción del presente llevó a desestimar la idea de canon, que quedó poco a poco obsoleta. El pasado, la tradición fueron desplazándose o sencillamente desapareciendo en beneficio de lo nuevo, que es, por definición, lo que se aleja de lo tradicional. En ello tenía mucho que ver un cambio importante en la cultura, la confrontación entre el respeto al pasado y la idea de progreso. El pensar en el presente como un tiempo que ha perdido respecto a lo antiguo, el clasicismo, o pensar que lo presente es superior a lo pasado crea una situación valorativa muy distinta. Los románticos valoraban lo nuevo que el artista pudiera crear frente a la idea de imitación de la perfección antigua. El pasado se alejaba y con ello se debilitaba la tradición eliminando los cánones.

Solo en los sistemas educativos se usaba la idea implícita de un canon al incluir en sus programas listados de obras que "había que leer", autores que había que estudiar.

La breve noticia de la Radio Sueca sobre un canon sueco es la siguiente:

El historiador Lars Trägårdh presentó el martes un canon cultural sueco a la ministra de Cultura, Parisa Liljestrand (Partido Moderado), en una rueda de prensa en Uppsala. Un canon sueco con un total de 100 obras divididas en dos grandes categorías: formas artísticas como la literatura, el diseño, la música, el cine y las artes escénicas, y la sociedad, con especial atención a la religión, el derecho y la justicia, la economía y la historia, que han dejado una "huella duradera en la sociedad sueca". Solo pueden incluirse en la lista obras que tengan al menos 50 años de antigüedad.*

El canon sueco ahora presentado es probablemente un intento de crear una "referencia" ante la dispersión y el olvido de las raíces culturales, la incapacidad de establecer un sistema estable.

Los que ven en el canon una especie de imposición, no entienden bien su función que, como hemos señalado, es posibilitar la comunicación vertical y horizontal, es decir, entre el pasado y el presente y entre los habitantes del momento.

Esas cien obras, divididas en dos grandes grupos, es la forma de conocer y conocerse. Sin conexión no es posible crear una cultura compartida, que posibilite el diálogo y ofrezca las raíces desde las que crecer.

Otra cosa es el debate sobre qué se debe incluir (una de sus funciones, se nos dice, es precisamente favorecer el debate sobre la inclusión). El canon sueco no es una imposición sino una forma de estímulo; nos dicen que se recibieron cerca de diez mil sugerencias de inclusión de obras. Ya es algo.

El canon es ya una forma de recomendación cultural, una ayuda a los que desean acercarse a lo que se mantiene en la superficie de la cultura como referencia. Se supone que esas cien obras, si están bien elegidas, aparecen de una forma u otra en el día a día de la cultura, que nos permiten comprenderla. No es la única herramienta; siempre hay un más allá del canon hacia el que dirigirse. El canon nos marca caminos que recorrer.

El que Suecia se haya planteado hacer un canon oficial es un indicador de los problemas que plantean las nuevas formas culturales basadas en el mercado, lo efímero y lo espectacular trivial. La cultura es negocio y una competencia en llamar la atención, algo necesario para el consumo. No hay casi nada más allá.

Por eso no nos parece mala idea el tratar de recuperar una idea estable, duradera de la cultura. Esos cincuenta años de mínima antigüedad son los que garantizan que ese "pasado" está "presente", puede ser útil y no mera nostalgia.

Por supuesto, las polémica por las inclusiones o exclusiones está servida. Las primeras reacciones, por ejemplo, ya se han dado por dejar al grupo ABBA fuera de la selección. Los cincuenta años de margen no lo permiten. Pero eso hace surgir el debate.

Muchos de los males de nuestra sociedad actual derivan de ese presente continuo, sin apenas referencias, en el que todo desaparece inmediatamente. Recuerdo algo que me ocurrió en la librería de unos grandes almacenes. Tras preguntar por un libro, miraron y me dijeron que era "muy antiguo", es decir, cuatro o cinco años. Aquello era otro mundo para las dependientas. No compartíamos el mismo criterio cultural ni temporal, obviamente.

¿Haremos nosotros algo similar? Mucho me temo que no, aunque no sería mala idea.

 

* Una mirada europea: "Suecia presenta su canon cultural" RTVE.es 2/09/2025 URL del original: https://www.sverigesradio.se/artikel/nu-presenteras-en-svensk-kulturkanon

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.