Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No se
deben confundir los datos de matriculación educativa con los de la calidad
cultural, que es un parámetro muy distinto. Los primeros se centran en números,
en datos que se pueden medir y comparar, como se hace en el estudio recogido en
Antena3 por Ángel Granero. Lo segundo es algo difícil de medir y se basa en
elementos que van de lo personal a lo común, en la capacidad de manejar
aspectos diferentes que no necesariamente están vinculados a los niveles
educativos.
En el
artículo en el que se comenta el estudio se señala en su inicio:
España continúa rezagada en materia educativa respecto a la media internacional. El informe 'Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2025', publicado este martes, revela que el 34,7% de la población adulta tiene un bajo nivel educativo, una cifra que duplica la media de la Unión Europea (15,5%) y supera en 16 puntos porcentuales la de los países de la OCDE.
Pese a este panorama desfavorable, el estudio también refleja avances. En los últimos 14 años, España ha reducido en 12,4 puntos porcentuales la proporción de adultos con solo la primera etapa de Secundaria como máximo nivel de estudios, pasando del 47,1% en 2010 al 34,7% en 2024. Esta reducción es más significativa que la registrada en la media de la OCDE (-8,5) y de la UE (-7,8).*
Se da gran importancia a estos datos, pero mucho menos a los resultados y a cómo son definidos en términos de manejo cultural.
Cualquier profesor al que comente esto le dirá que perciben una desconexión creciente con lo que se supone que es una persona "culta", uno de cuyos rasgos esenciales es la capacidad ce "conectar", es decir, ser capaz de poner en relación diversos aspectos de una situación, ser capaz de remontarse a los orígenes de algo, identificar, reconocer, etc. La persona "educada" tiene conocimientos; la persona "culta" conforma con ellos unas estructuras relacionales que le permiten comprender y explicarse nuevos fenómenos. La educación tiene fecha, etapas, como refleja el estudio; la cultura es algo en constante crecimiento, que no para nunca, que integra cada nueva información dentro del conjunto. Hay muchas personas educadas, pero cada vez menos personas cultas.
Esto ocurre en gran medida por factores propios de la educación misma, de sus objetivos y prácticas. La cultura, por contra, es esfuerzo de la persona, algo que no siempre se produce o apoya. Tiene mucho que ver con el estímulo del propio entorno, sobre todo familiar, aunque también se encuentran casos especiales en el entorno educativo, donde se pueden encontrar todavía personas capaces de estimular, de ayudar a encontrar esa senda propia, personalizada que es la cultura.
Pero si la cultura es un camino propio, de crecimiento personal, no están los tiempos por la labor. La nueva configuración mediática de la sociedad ha centrado en el consumo su objetivo. La cultura es hoy ofrecida y consumida conforme a parámetros fijados que la alejan del objetivo anterior. Se elimina lo que tiene de descubrimiento y se nos empuja hacia unos estándares que buscan no nuestro crecimiento personal, sino el del mercado, Las personas cultas hoy se defienden de las tendencias interesadas que se les ofrecen y tratan de construirse su propio camino. El consumo es lo determinante; la sociedad se ha orientado hacia el mercado, que es la forma en que se estructura el consumo y, sobre este, la producción.
La cultura tiene sentido de lo histórico; el consumo vive en el aquí y el ahora. Lo que importa es la tendencia, un término que permite dirigir, orientar el consumo. Si la cultura rompe hábitos, el mercado los crea. Son la garantía del consumo. En el centro, el sistema artificial de la moda, es decir, el principio de imitación y seguimiento, perfectamente dirigido mediáticamente y que confluye en la figura del "influencer". Salga a la calle y comprobará que se encuentra con decenas de personas que siguen los mismos caminos, incluso comprobará una "moda-no moda", la de los que se quieren sentir diferentes y que se manifiestan con la misma apariencia. Verá grupos que se coordinan en sus cortes de pelo o en sus indumentarias.
Los sistemas educativos son parte del "sistema"; la persona culta hoy va más allá del sistema, del que puede partir, pero que pronto se le muestra insuficiente para sus deseos. ¿De dónde sale ese deseo que nunca está satisfecho? La persona culta comprende sus propias limitaciones, es decir, comprende lo amplio del camino, la infinitud de la cultura por delante. Frente a esto, el sistema educativo pone fechas, califica, da diplomas y títulos, garantiza conocimientos suficientes. Lo que mueve a la persona culta es que su crecimiento le hace consciente de lo que sabe y, especialmente, de lo que no sabe. Por eso la persona culta vive en una insatisfacción constante que se compensa por el descubrimiento. Se piensa que una persona culta es una persona satisfecha de sí misma, ¡qué error! Sucede al contrario, pero es una insatisfacción satisfactoria, un deseo abierto y permanente.
En estos días, las osadas y poco inteligentes afirmaciones sobre la lectura por parte de una "influencer" han suscitados un estallido de protestas y reflexiones que tenían como centro una parte del problema de fondo. Han puesto sobre la mesa dos formas de estar en esta sociedad mediática. El libro es algo más que una forma de preservación —una memoria— y de comunicación —la lectura que nos pone en contacto con lo otro—. Representa la estabilidad de la información, la individualidad del acceso y la personalización. Frente a esto, la nuevas formas son colectivas, seriales, controladas.
En todas las sociedades autoritarias, los libros han estado en el punto de mira. Se han visto como un peligro que había que controlar. Así fue desde los primeros libros copiados a mano, tarea encargada a las instituciones del sistema. Cuando se creó la imprenta, se creó a la vez la censura, la vigilancia, el sistema de permisos de publicación. Hoy los sistemas de difusión de información son masivos. Es cierto que también son una alternativa contestataria en muchos lugares donde cortan los accesos y crean cercos; pero su efecto mayoritario es el contrario: crear estándares fuertes en un universo informacional llamado "la nube" que no está en manos del que accede sino del que lo pone y repone, del que sube o borra informaciones.
La polémica sobre libros y lectura, sobre sus efectos y defectos, refleja precisamente esa falta de comprensión del fenómeno de quien se declara "influencer", es decir, una referencia, un punto vivo de entrada a las tendencias en el sistema.
Hay focos de resistencia culturales, modos que tratan de alejarse de los estándares que se van creando y tratan de ser alternativas al sistema. Es lo que ocurre con los llamados "clubes de lectura", los "cinefórums" o cualquier otra fórmula que permita crear un pequeño espacio en el que sea posible ver alternativas y, sobre todo, hablar de ellas, dialogar con otros, encontrar lo viejo nuevo. Hoy son espacios en los que se puede avanzar en el camino cultural frente a los estándares de mercado que se nos ofrecen, un sistema de consumo sin apenas crecimiento, un sistema que nos ofrece una novela o filmes fabricados según informes sobre el gusto antes que una gran obra del pasado.
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| La Vanguardia 2/03/2020 |
La educación de hoy, por encima de sus cifras, no permite comprender esta diferencia con la cultura, Tampoco los poderes públicos, que usan mecanismos parecidos cuando no los mismos, están interesados en una "cultura política", en que la gente crezca y critique, que sea lo más autónoma. La prueba más clara del lado en que están en la creciente falsificación de títulos educativos entre los políticos. Esto, que a muchos parecerá anecdótico nos revela precisamente que la educación depende de ese título falsificado mientras que la cultura no posee etiquetas. El título se falsifica y se exhibe sin que nadie haya notado la diferencia. Luego salta el escándalo.
Necesitamos una mayor preocupación por la cultura. ¿Lo permitirá el sistema o seguirán prefiriendo un sistema controlado a través de títulos y promociones aunque aporten poco? En el fondo, existe una preferencia por el control y la creación de mercados manipulables, consumidores de lo que se les ofrece sin demasiados miramientos.
Hay que fomentar espacios de crecimiento, espacios en los que se deje a la persona crecer asumiendo sus diferencias, que no todos los caminos nos lleven al mismo modelo final, un estándar.
Está muy bien hacer comparaciones con otros países, saber cómo estamos respecto a otros en cuestiones educativas. Pero no nos preguntamos por su resultado en lo personal y en lo social, por cómo afecta esto a las personas, qué les ofrece realmente más allá de los títulos en cualquier nivel.
Más y mejor educación, sí; más abierta, creativa, rica. Más posibilidades culturales, de crecimiento, de diferencia, también. Hoy esto es luchar contra muchos intereses, de políticos a económicos, sociales. Trate de ser la mejor versión de usted mismo. Es laborioso, requiere un esfuerzo extra, renunciar a aquello con lo que le tientan. Pero es un camino al que no se debe renunciar: puede que sus amigos, su entorno, no se le perdonen. No se sienta superior, solo consciente de lo que muchos se están perdiendo.
* Ángel Granero "España duplica la media europea en población con bajo nivel educativo y mantiene una de las tasas más altas de 'ninis'" Antena3 11/09/2025 https://www.antena3.com/noticias/sociedad/espana-duplica-media-europea-poblacion-nivel-educativo-segun-ocde_2025090968bfe30cbf8802738973c105.html








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