Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
polémica la ha introducida una "influencer" y refleja muchos
malentendidos. En primer lugar "leer" no es una cuestión de "ser
mejor" o no. En eso entran muchas consideraciones: ¿mejor para qué? El
planteamiento demuestra no solo que a ella no le gusta leer, sino que no sabe
lo que puede significar para una persona.
"Leer"
son muchas cosas dependiendo de lo que leas y cuál sea tu motivo. Puedes leer
ficción, filosofía, sobre ciencias sociales o sobre Física; puedes leer sobre
la naturaleza, sobre los clásicos grecolatinos o sobre las biografías de gente
muy diferente. Leer es en sí un acto mecánico, un acto que supone el encuentro
entre alguien que lo escribió y alguien que se adentra en el mundo que se le
propone.
La
observación de la influencer presupone que lo que pensamos surge de la nada y
no que es parte de un flujo selectivo que va recorriendo la Historia dejando
depositado en los libros lo valioso. Durante una época larga, los libros eran
la memoria de lo pasado. Antes de la escritura el mundo era oral, lo valioso se
atesoraba en la memoria y se recitaba, cantaba. Siempre ha habido algo que considerábamos
valioso, digno de ser recordado y compartido. Esto se puede hacer leyendo,
haciendo que te lean —como los nobles de la antigüedad—, en lecturas en voz
alta en familia como era frecuente durante siglos, escuchado en un audio libro mientras
se conduce, etc.
Leer un
libro es, por ello, un acto múltiple que varía en función de la calidad y del
interés que pueda tener para la persona, por placer, motivos educativos o
profesionales. Para la influencer, leer es un acto físico que consiste en abrir
un objeto compuesto de páginas (puede ser un ebook), pasar la mirada por unos
signos insertados en su superficie y comprender lo que dicen. Ninguno de esos
actos te hace mejor por sí mismo; es solo una vía. Placer, conocimiento, acceso
a lo compartido es lo que supone el acto de leer.
El
planteamiento de sí leer te hace superior o no es tan trivial que demuestra que
no lo ha acabado de entender. Desgraciadamente, no es la única. La
consideración de más o menos culta en estos tiempos de trivialidad activa es
precisamente una mezcla de pragmatismo e ignorancia, de desprecio a la memoria
en un mundo en el que solo vale el aquí y el ahora, lo efímero.
El libro
es solo un medio, uno enormemente abierto; no se lee para ser superior.
Recordemos los pedantes de Moliere, que van por el mundo de leídos. Se puede
leer, como decimos por muchos motivos. Mala suerte para el que no encuentra ninguno
realmente valioso, valioso de verdad.
Hay una
gran diferencia entre el lector y el bibliófilo; es la que existe entre su
espíritu y su materia. Un libro malo puede ser valioso y uno maravilloso puede
ser un objeto recogido en las calles, junto a un contenedor. Cada vez vemos más
libros abandonados. Yo les hago una foto cuando los encuentro en plena calle;
me dan pena.
Ahora,
mientras deshago las cajas de la mudanza veo la historia de mi vida en libros,
los que he leído, los que no he leído todavía y los que, probablemente no leeré
nunca, pero están cerca de mí como posibilidad y esperanza. Quizá leer te
transmite una cierta sensación en el camino de la vida.
Esto
hoy apenas se entiende. Es otro mundo en el que el libro representa una forma
obsoleta de pasado. Creo que se puede acceder a la cultura más allá de los
formatos. Lo que no se puede hacer es despreciar el acto de leer porque estás
despreciando lo valioso que otros dejaron. Separar el grano de la paja es algo
que la lectura va formando en ti; aprendes a esquivar los malos libros, los que
no aportan nada a tu vida o a la de los demás.
Es un
problema cultural, familiar y personal. Implica sentir que hay cosas valiosas,
que uno no lo es todo, algo con lo que se juega demasiado. En las familias en
las que se lee, se seguirá leyendo con más probabilidad, aunque el impacto de
esta nueva sociedad, que nos obliga al consumo del hoy, es cada vez más
destructivo. En lo personal, el buen lector no es el que presume de ello, sino el
que es capaz de tener la humildad de poder aprender a través de la lectura. Se
llama maduración y no todos lo consiguen.
He sido crítico con el sistema educativo por su forma de enfocar la lectura. Ha echado a mucha gente del mundo maravilloso de la Literatura. He sido veinte años profesor de una maravillosa asignatura. Decía que mi función era "enseñar a leer". Lo sigo creyendo. Mi mayor satisfacción era cuando cada uno encontraba el libro que le gustaba, el que le hacia falta en cada momento. Hay que enseñar a buscar. ¡Hay tanto!
Deseo que nuestra influencer influya poco y, sobre todo, le deseo que encuentre un día un buen libro, un libro que le haga decirse "en qué estaría yo pensando todo este tiempo" y le lleve a buscar y encontrar el siguiente. Es joven y puede hacerlo. Tiene muchos libros por delante. Probablemente sus palabras sean el resultado del encuentro con algunos que se sentían superiores por leer y se lo han restregado por la cara.
Lea,
lea para completar los huecos que no sabía que tenía; lea para compartir y
hablar sobre lo leído con otros. Simplemente, lea.




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