Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando vi por primera vez el vídeo del ataque a los guardias civiles por parte de los narcotraficantes las imágenes captaron mi atención y apenas vi nada más intentando darles un sentido. Conforme las imágenes se fueron repitiendo, los demás sentidos se abrían y fui percibiendo el sonido, al que pronto di forma. Eran voces jaleando la acción criminal. Pensé que eran figuraciones, un mal entendido, una falsa apreciación. Pero, con cada escucha, las voces se hacían más claras, su júbilo ante la acción criminal se convertía en obvio y no podía dejar de ser escuchado.
Esto se
ha convertido en un anexo al asesinato, un coro que jalea al delincuente. En
RTVE.es se nos explica reduciéndolo a la frialdad de la jerga jurídica:
La Fiscalía de
Andalucía ha abierto un expediente para investigar los gritos
de apoyo a los narcotraficantes de Barbate que el pasado
viernes asesinaron a dos guardias civiles mientras una narcolancha embestía a
otra de la Benemérita.
En un comunicado, la Fiscalía explica
que el expediente gubernativo se inicia por considerar que concurren motivos
que lo aconsejan y justifican, tras el informe presentado por la Unidad de
Policía Judicial Adscrita a la Fiscalía de la comunidad de Andalucía en el que
se analizan frases, mensajes y expresiones que acompañan a los vídeos subidos a
las redes sociales.
La fiscal superior señala en el escrito que el informe pone de manifiesto unos hechos ya narrados en los que aparecen expresiones “con apariencia delictiva que atentan contra el honor, la seguridad física, además de afectar a otros bienes jurídicos”.*
La jerga no logra hacer desaparecer los hechos en sí: el asesinato como espectáculo. El hecho mismo de las grabaciones pasa a ser cuestionado: ¿denuncia o espectáculo? ¿Qué horror o qué divertido?
Cada vez avanza más el sentido del espectáculo. En un mundo de teléfonos y pantallas, la vida se convierte en la aburrida espera a que algo "grabable y difundible" llegue a ella y te saque el del anonimato a base de millones de personas que marcan "likes" y lo difunden. ¿Ver o no ver?, es la nueva cuestión en la apática sociedad del espectáculo. Solo de estos estímulos se saca la energía vital de la que millones de personas extraerán la energía necesaria para salir del letargo. Es ese momento en el que la vida fluye porque lo que presencias sorprenderá a otros. Puede ser una caída de alguien, una monería de tu perro o el laborioso espectáculo de poner una imaginativa coreografía al éxito del momento. Son instantes que solo vales si, desde esa nueva perspectiva fáustica le pedimos al instante que se detenga y se almacene en la tarjeta de nuestro móvil para ser posteriormente compartida.
El deseo de ofrecer espectáculo, de mostrar a otros lo que no han visto, supone esos momentos en que el zombi social sale de su letargo. Mira y comparte; luego comenta: ¡qué guay! No suele haber muchas más palabras. Solo esa expresión que resume gran parte del pensamiento estético de esta sociedad del espectáculo redistribuible, del maná cutre que alimenta la ignorancia y nos permite vivir de vídeo en vídeo.
No hay mucho más. Los debates sobre los móviles, sobre sus efectos, etc. están sobre la mesa, pero no se cuestiona el fondo y, sobre todo, no se distingue qué es efecto y qué es causa. Necesitamos ver retratada esta parte de la humanidad, necesitamos que novelistas, escritores teatrales, directores de cine nos ofrezcan, como en anteriores generaciones, los retratos críticos de esta nuevas formas morales. Necesitamos un Gide (El inmoralista), un Moravia (El conformista 1951), grandes novelistas que ahonden en el nueva falta de moral o, si lo prefieren, esta extraña moral que exclama "¡qué guay!" ante una guerra, un asesinato o cualquier otro suceso trágico o que debería sacudir las conciencias. Lo necesitamos con urgencia. Es función del arte mostrarnos en ese espejo que no es necesariamente realista en la superficie, pero sí en el fondo. Necesitamos esas visiones que nos hagan enfrentarnos a nosotros mismos antes de que sea demasiado tarde y esta sociedad "Jeckyll & Hyde" pierda el sentido de su propia identidad confundiendo la realidad con unas fantasías navegables.
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