sábado, 17 de febrero de 2024

Un tramposo es siempre un tramposo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La construcción de la imagen de Donald Trump a cargo del propio Donald Trump tenía un problema del que hablamos aquí hace muchos años. Un tramposo es un tramposo; no es unos días honrado y otros no, no miente un día y dice el verdad el resto. La noticia de sus trampas en los negocios no es más que una fase de sus trampas, un nivel que era cuestión de tiempo que llegaran. Y han llegado.

Uno de los pilares de sus mentiras ha sido presentarse como un hombre de éxito, alguien capaz de manejar un imperio financiero y —¿por qué no?— manejar otro político. El éxito es el disfraz. Pero era cuestión de tiempo. Un tramposo, sí, lo es 24 horas al día y, en este caso, de nacimiento. Porque no se trata de una necesidad económica, sino de una necesidad, de una condición psicológica, de una forma de hacer las cosas. Trump es un tramposo sin límites, es psicológico.

Nos dicen  en RTVE.es sobre lo que acaban de dictaminar en los juzgados de Nueva York, la ciudad de su éxito, a la que exprimió y zarandeó durante su gran crisis institucional, sí, en Nueva York, donde se levanta orgullosa la "Trump Tower". Pero las cosas cambian:

Un juez de Nueva York ha condenado al expresidente estadounidense (2017-2021) Donald Trump a pagar 354,9 millones de dólares por varios casos de fraude en su empresa familiar, la Organización Trump. Además, el magistrado Arthur Engoron ha limitado la capacidad del exmandatario de hacer negocios en el estado de Nueva York durante los próximos tres años.

La multa se divide en varios cargos a Trump y a sus empresas (por un valor conjunto de 354,9 millones de dólares), a sus dos hijos mayores (cuatro millones de dólares a cada uno) y a un antiguo ejecutivo de la compañía (un millón de dólares), todos ellos acusados por la Fiscalía de inflar cifras de activos para lograr ventajas con aseguradoras y bancos.

Engoron ya los había considerado a todos ellos responsables de fraude en una decisión sumaria, antes de que comenzara el juicio civil. "Su completa falta de arrepentimiento y remordimiento raya en lo patológico", ha señalado el magistrado en su decisión.

Trump ha calificado la sentencia de "ilegal y antiamericana", además de "un absoluto FRAUDE". En su red social, Truth Social, ha reiterado su ya conocida acusación de que "el sistema de Justicia del estado de Nueva York, y de todo Estados Unidos, está bajo asalto de jueces partidistas, engañados y sesgados", ya que "los radicales hacen todo lo que pueden por expulsarme".*



Todo sigue la pauta. El progresivo descubrimiento de que Trump es un fraude en sí mismo, un productor de fraudes en su ámbito, sigue su camino. Hace muchos años que señalamos eso, que al tramposo hay que buscarle en su jardín, excavar para encontrar los restos y orígenes de sus trampas, en sus empresas. No había que ser adivino; bastaba con entender que un tramposo es un tramposo, que alguien que no respeta hoy las reglas, tampoco las he respetado en el pasado.

Trump se presentó como un hombre antisistema, como un nuevo antipolítico porque los políticos eran unos inútiles incapaces de manejar el dinero de todos, unos despilfarradores corruptos. Él era la demostración viviente de la persona que había levantado un imperio y que podía devolver al país su grandeza. Él iba a hacer grande América de nuevo, como reza su eslogan político.

Es decisiva la afirmación que hace el magistrado sobre Trump: "Su completa falta de arrepentimiento y remordimiento raya en lo patológico". Es difícil entender la literalidad de lo señalado.

En estos años hemos dedicado a la figura y decisiones de Trump muchas, muchas páginas. El hecho de hacerlo se debía a la completa desinhibición mostrada sobre sus intenciones y a la forma de actuar. Puede que haya habido políticos peores que Donald Trump, pero es muy difícil encontrar otro similar en su estilo y actuaciones. Su sentido del poder más que de la política es claro. Por eso Trump no quería intermediarios; era él frente al mundo, en primera plana constante. Es un manipulador transparente cuya popularidad crece porque ha convencido a una parte del mundo que le ha convertido en héroe haga lo que haga o, quizá, porque lo que hace y cómo lo hace.



Esa falta absoluta de arrepentimiento es la consecuencia de un narcisismo patológico, de una forma de ver el mundo que probablemente venga de su propia familia y que ha transmitido a sus hijos, condenados también al pago de millones por el mismo fraude.

La acusación es grave, como demuestra la cuantía de la multa, a la que dicen desde Nueva York que puede que se le añadan otros 100 millones en concepto de intereses. Pero, más allá de la cantidad, lo que se pone en evidencia es la falsedad de la imagen del hombre exitoso. Trump ha mentido a todos. La mentira era parte de su propia personalidad creada.

Hemos visto a Trump de muchas maneras. Esa superioridad que ha manifestado frente a otros políticos, hombres de negocios, incluso ante los científicos (como se ha podido apreciar en la COVID-19), es la fantasía de alguien para quien cualquier método es válido para conseguir lo que quiere. Y lo que quiere es claro: dinero, poder para seguir haciendo dinero, que es la única moneda que tiene sentido en el mundo. Lo señalado hace unos días sobre cobrar a los aliados de la OTAN, no es más que otro ejemplo sobre la única vara de medir que entiende y que ha querido extender a los norteamericanos.

La cuestión del valor patrimonial no es nueva. Creo que la prensa hace mucho tiempo que empezó a cuestionarlo. Su sobrevaloración puede costarle muy cara en todos los ámbitos, el económico, el empresarial y el político.



Sigo considerando revelador su comentario (que hemos citado en ocasiones) sobre la película que le pidieron que comentara, Ciudadano Kane: "no entiendo para que le sirve el dinero si no se puede divorciar". El dinero lo es todo y lo puede todo. La presidencia es una forma de convertir el dinero en política y la política en dinero. Poder es mandar, comprar, hacer tu voluntad, estar por encima de todo... Si no, ¿de qué sirve?

Trump, por supuesto, sigue con la misma respuesta: todo es una conspiración contra él porque es el mejor, porque las fuerzas del mal que pretenden acabar con el éxito de América saben que él es la última resistencia. Sin él, los Estados Unidos están perdidos.

Hoy en que el protagonismo se reparte entre la condena de Trump y la condena internacional contra Putin por la muerte del opositor Navalni, el presidente ruso ha salido diciendo que "prefiere a Biden" porque es más previsible. Es una forma de despistar. Trump siempre fue partidario de Trump en la Casa Blanca porque lo entendió rápido, sabía que debía darle para que estuviera contento.

Asusta pensar en un mundo controlado por Putin y Trump. Asusta. 

 


* "Un juez condena a Trump a pagar 355 millones de dólares y le prohíbe hacer negocios en Nueva York por fraude" RTVE.es 16/02/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240216/trump-debera-pagar-354-millones-por-fraude-patrimonio/15974328.shtml



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