viernes, 11 de agosto de 2023

Ver y leer, hablemos del subtitulado

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cuando uno se acostumbra a ver las películas con subtítulos es difícil cambiar y escuchar a los actores y actrices doblados. Especialmente porque el doblaje ya no es lo que era. Ha habido en España buenos actores de doblaje, pero ya no es lo mismo. Cuando sale algún personaje extranjero, sea de donde sea, se han fabricado un acento estándar realmente horrible, que unos días hacen pasar por chino y otros por ruso. Luego está lo de las repeticiones. Como debe haber menos actores disponibles, los que doblan a grandes actores (sobre todo en los hombres), estos tienen que fingir extrañas entonaciones para diferenciar, algo que por supuesto, los actores originales no tienen. Les ponen voces cantarinas o engoladas, según sea el caso. Esto crea una sensación de artificialidad que hace poco creíbles sus interpretaciones. No digo ya cuando dos actores que tienen el mismo doblador coinciden en la misma película. No sé si lanzan la moneda o cómo lo hacen.

En España se ha visto demasiado cine doblado. Eso hace que exista cierta resistencia a ver películas en versión original, algo que se presumía para cosas que se han llamado de diferentes formas, incluyendo la de "arte y ensayo", una fórmula que nunca acabé de entender pero que suponía que podías encontrarte con cualquier cosa.

Recuerdo cuando se abrieron los cines en la pandemia que se programaban películas pensando en que habría poca gente, con lo que empezaron a llegar películas de los márgenes menos comerciales del cine y de países que apenas aparecen en la sala. Viví una experiencia en una película danesa o noruega, no recuerdo bien. Solo estábamos dos personas en la sala y cuando comenzó la proyección la película estaba en su versión original con subtítulos. "¡Qué bien!", me dije. Pero a los pocos segundos, el otro espectador bajó las escaleras y salió de la sala. Había ido a pedir que la pusieran doblada. ¡Tienen razón los que dicen que leemos poco!

Pero la cuestión que traigo no es la lectura más que en parte. Ayer pude disfrutar de una magnífica película de George Cukor de los años 30 en mi mini sala que me sirve para olvidarme de muchas cosas y para vivir muchas otras. Conforme iba avanzando la magnífica película empezaron a aparecer faltas de ortografía en los subtítulos. Entiendo que se le pueda escapar algún error, pero estos eran escandalosamente frecuentes  y repetidos. Las faltas se iban acumulando según la película avanzaba. ¿Habían dejado de revisarla? ¿Habían despedido al traductor en mitad de su trabajo?


En estos días he insistido mucho en que hay que ver buen cine, hablar de cine y descubrir películas, compartirlas a través de distintos formatos. Es importante que se integre dentro de los cauces de la enseñanza, que no puede seguir siendo un campo de compartimentos estancos. Y este es el tipo de problemas que puede crear cierto rechazo.

La película de George Cukor es una pequeña joya. No se va a ver desmerecida por esto; las interpretaciones siguen siendo brillantes en sus lenguas originales. Pero los subtítulos son una parte importante (mucho más si la lengua es poco conocida) si queremos valorar el cine y su historia.

Gracias a los subtítulos podemos acceder a otras filmografías. Esto nos permite tener una visión más amplia del mundo, de las problemáticas y de diferentes puntos de vista, alejarnos de lo uniforme y rutinario cultural.

Me desespero cuando recupero algún DVD y me doy cuenta de que dispone de subtítulos en diversos idiomas, ¡pero no están en español! Hay más de los que pensamos que carecen de esa traducción escrita a nuestro idioma. Se nos ofrecen otros, en cambio, de lenguas lejanas. Los que hicieron la edición querían ver la subtitulación como inútil al haber una versión doblada al español. ¡Que tremendo error! Hoy lo pagamos. Solo la aparición de las ediciones en Blu-ray han subsanado el problema.

La subtitulación  forma parte del proceso de producción de la obra cinematográfica. Cuando nació el cine, muchos lo saludaron como un arte universal porque no necesitaba de una lengua, solo de los gestos, movimientos, intuición de los espectadores. Pronto se vio que esto no era necesariamente así, que la gente habla en el mundo y debería hablar en las películas. Pero con esto llegó el doblaje a un mundo en el que estábamos separados. Hoy estamos más cerca y comprender las lenguas se hace necesario para comprender el mundo y lo que produce. Por eso es necesario el subtitulado, que es una forma de respeto hacia el actor primero y hacia el espectador después.

Es necesario cuidar el subtitulado. Los errores y faltas de ortografía eran tan burdos que mostraban una enorme falta de respeto a la obra en sí y a los espectadores. Cuidar el subtitulado es hacer una traducción adecuada, que permita seguir el proceso narrativo, la evolución de los personajes, etc. lo más ajustado posible; pero es también cuidar la redacción.

El subtitulado es un arte de la traducción pero con ciertas consideraciones técnicas importantes que lo diferencian de otras traducciones estéticas, como la literaria o la teatral, como las traducciones científicas. El subtitulado exige que la traducción se ajuste a tiempos específicos de duración de los planos, tener en cuenta la velocidad de lectura y tratar de distraer lo menos posible. Hoy la ciencia puede medir la velocidad de procesamiento de caracteres por parte del cerebro. No digo que haya que llegar a tanto, pero sí que los subtítulos tienen que poder leerse durante el plano, que no deben distraer más de la cuenta y, por supuesto mantener la duración necesaria del texto en la pantalla. Hay que tomar decisiones sobre lo relevante y lo meramente rutinario del lenguaje para comprender el sentido de lo que ocurre, lo que dicen unos y otros. Esto significa suprimir palabras no "informativas".

Al dirigir investigaciones de alumnos de Posgrado y doctorandos extranjeros es frecuente que, cuando se trata de algún tema intercultural, se toque el tema de la traducción (obras literarias o cinematográficas). No hace mucho formé parte de un tribunal de tesis en la que se había estudiado la traducción a distintas lenguas de la obra de un novelista chino. Se estudiaban cuándo las traducciones se hacían del original o su provenían del inglés, los factores interculturales, las equivalencias metafóricas, etc. Los problemas de la traducción son importantes en el mundo actual. Siempre lo han sido, pero hoy son de otra manera ya que estamos en comunicación abierta permanente.


Hay talleres y cursos universitarios y profesionales sobre el doblaje. Allí se aprende a poner voz a los actores. Hay también cursos para el subtitulado. Pero los problemas ortográficos van más allá de la especialización y son muestra de relajación, por un lado, y de desinterés en las revisiones. El problema no es "una" película, sino algo más amplio, un empobrecimiento cultural. 

Los cursos y textos que se ofrecen son muy diversos, algunos muy especializados en algún campo cinematográfico. El objetivo final es la transparencia del subtitulado, que no te tengas que fijar en él más de lo necesario, la comprensión fluida de lo que ocurre en pantalla, la distracción mínima y reducir la pérdida de información al comprimir.

Hoy la Inteligencia Artificial puede generar subtítulos automáticamente, como puede comprobarse en YouTube, pero son bastante imperfectos y cometen errores muy básicos, pese a ser una ayuda importante en muchos casos. Mucho me temo que va a ser otra "profesión afectada" si no ponemos empeño en esta importante labor que nos puede ayudar a una mejor percepción de la obra cinematográfica, permitiendo escuchar a los actores realmente. El subtitulado no es un ideal, quede claro. Pero es un elemento importante si queremos ampliar nuestra mirada cinematográfica al mundo.

Recuerdo una sesión de un congreso en la Universidad de El Cairo donde los ponentes, uno egipcio y otro español, realizaron un experimento con el subtitulado de una comedia española. Primero lo subtitularon en árabe clásico. Nadie se rió. Después pasaron la misma secuencia subtitulada en egipcio coloquial y todo fueron risas. Fue una sencilla demostración de que el subtitulado tiene importancia.

Pero el aspecto esencial mi parece el respeto a la obra y el tomarse el trabajo en serio. Si el otro día hablábamos aquí de cómo van desapareciendo las películas antiguas del mercado, creo que es consecuencia de lo mismo en no invertir en el subtitulado y su revisión en las películas. No basta con "saber inglés", hay que saber también español. Pero un poco más allá: hay que tener criterios, prácticos y estéticos, pues en el subtitulado se dan ambas cosas.

Ahora, dentro de un rato, probaré suerte con otro clásico y espero poder ver y leer disfrutando de la película.

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