Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Todos
los analistas que he escuchado en las últimas 24 horas coinciden en lo mismo:
los votos están en el centro. Esto no deja de ser sorprendente porque los
partidos han navegado en dirección contraria, mostrando un radicalismo con el
que han competido a sus rivales próximos. Si yo he entendido algo, sería así:
fase 1) los partidos del centro se radicalizan para evitar que los votos se los
quiten sus propios competidores del sector correspondiente, de la derecha o de
la izquierda; fase 2) los partidos se moderan para recoger los votos de los
partidos del otro lado que se radicalizaron. Por eso apuntan a que las víctimas
principales serían aquellos que más crecieron, es decir, Ciudadanos. Solo así
tiene sentido leer el titular del diario El País, visible en estos
momentos, "El PSOE se mueve hacia
el centro para atraer a los descontentos de Ciudadanos" y se añade como
explicación: "Los socialistas se centrarán en el millón de votantes más
progresistas del partido de Rivera".
Teniendo
en cuenta que una parte importante de los votantes de Ciudadanos habrían
llegado allí descontentos con la previa radicalización del PP, nos damos cuenta
que el votante español está confuso con razón. ¿Tiene sentido todo esto o es
una especie de correcalles político en donde las ideas se aparcan en una
estrategia de "yo le digo lo que espera usted escuchar y luego hago lo que
me da la gana"?
En el
diario nos explican:
El PSOE ha llegado a la conclusión de que
apenas le queda margen de crecimiento a costa de Unidas Podemos. Y que la
victoria “más fuerte y clara” que Pedro Sánchez reclamó tras el fracaso de la
última ronda de consultas del Rey pasa por el electorado más progresista de
Ciudadanos. Una bolsa de un millón de votantes que, según los estrategas
socialistas, supone el mayor nicho de voto que el 10 de noviembre puede cambiar
de bloque político. Los cuadros más escépticos del PSOE creen que la mayor
parte de ese sector de descontentos de Ciudadanos por su veto a los socialistas
se irá a la abstención.
Los
políticos españoles suelen hacer las cuentas siempre sumando y nunca restan los
votos que todo movimiento hacia un lado u otro conlleva. Dan cuenta de lo que tienen
como si fuera suyo de por vida y se lanzan a por más. Así siempre ganan en sus
visiones de futuro, aunque luego la realidad les ponga en otros sitios.
La otra
cuestión que se plantea es la eufemística:
la parte "progresista" de Ciudadanos ¿no será la que perdió el PSOE
por intentar quitarle votos a Podemos? No es una pregunta baladí, pero
formulada así plantea responsabilidades distintas y se presenta como una
cuestión encomiable y no como la rectificación de un disparate político.
La
ampliación del mapa político, el paso de la vieja
a la nueva política, se produce
esencialmente por el descontento generado por los partidos políticos en sus vaivenes
estratégicos y, sobre todo, en su planteamiento a cara de perro. Para unos es
demasiado y para otros es poco.
En
España nos peleamos y luego queremos sumar. Es lo que pide ahora el PP y es lo
que le pedía Podemos a Pedro Sánchez, que pierde votos pero gana para nada, por
decirlo así. Todos perdieron menos dos: Ciudadanos y ERC. Cada uno creció por
algo, muy diferente en cada caso. ERC se explica desde el laberinto catalán. Lo
de Ciudadanos (que comienza en Cataluña, no lo olvidemos, por el caos del PSC y
los errores del PP), en cambio, les parece a todos coyuntural o si se prefiere "recuperable".
Por eso todos apuntan a Ciudadanos como su fuente calórica para el futuro.
Los
expertos hablan del "centro", pero hoy el "centro" en
España es el hogar del desesperado. Abogar por una política de centro contrasta
con las maniobras de los partidos para que no les tapen por la derecha (Vox) o
por la izquierda (Podemos). El problema —ya lo analizamos un día— es que existe
un punto crítico en el que el radicalismo de las posturas deja de ser marginal
y se tienen que incorporar por una cuestión puramente numérica a los cálculos
para el acceso al poder. Eso es lo que pasa a los partidos de uno y otro lado.
El PP y Ciudadanos necesitan de Vox y el PSOE necesita de Podemos o de la
apuesta envenenada de los nacionalistas (para izquierda y derecha).
Los
sistemas electorales que dan respuestas muy detalladas frente a los del todo o
nada tienen el peligro de obligar a sentarse a la mesa de negociaciones tras
los votos. Eso ha ocurrido. El problema (uno de ellos) es que el nacionalismo
(vascos y catalanes ayudaron en varias ocasiones) ya se ha vuelto peligroso por
secesionistas y aumentar el nivel de sus cobros por servicios, por decirlo así.
La
única salida, por ello, que ven los analistas de todos los colores es la muerte
de Ciudadanos, fagocitada por los debilitados ex bipartidistas. Lo otro es
ponerse en manos de Dios y este siempre está entre los descontentos que se abstienen.
*
"El PSOE se mueve hacia el centro para atraer a los descontentos de
Ciudadanos" El País 19/09/2019
https://elpais.com/politica/2019/09/17/actualidad/1568747559_869767.html
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