miércoles, 11 de septiembre de 2019

La muerte de la Chica Azul

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La noticia me sorprende en una línea deslizante en la pantalla. Es lo primero que veo en el día y me entristece profundamente. Me habla del suicidio de una mujer iraní que había sido condenada por intentar entrar en un estadio de fútbol vestida de hombre. El fútbol en Irán, como tantas otras cosas, es algo reservado a los hombres, que son quienes pueden entrar a los estadios. Las mujeres deben verlo desde casa.
Ayer hablamos de la polémica en España por el conflicto diplomático por la negativa/advertencia de la delegación iraní a dar la mano a las mujeres, estar cerca de ellas o incluso tener que mirarlas más tiempo de lo que su santo estado acepta como tentación. Las noticia de la muerte de la mujer es un elemento más en el juego de la paciencia con un régimen desafiante, impositivo, soberbio, una fuente de sufrimiento para su pueblo, en especial para las mujeres, a las que quiere sumisas, encorsetadas en algo que llaman "cultura" y que no es más que la imposición forzada de unas condiciones autoritarias y machistas.
Los que decían desconocer el "protocolo" de los iranís en su visita al parlamento español no hacían sino tapar sus propias vergüenzas dentro del juego internacional de la confusión en el que muchos viven en donde hay que saludar y bendecir a cualquier régimen que se declare antinorteamericano o anti occidental. Con eso les basta a los memos que prefieren ignorar las condiciones en las que se encuentran millones de personas bajo gobiernos autoritarios de dictaduras religiosas. 


La muerte de esta mujer, cuyo único deseo era ir a un estadio de fútbol a apoyar a su equipo, es un ejemplo más de un régimen que se está envalentonando para prevenir su propio fracaso interior. El crecimiento de la prepotencia iraní se asienta en la creencia teocrática pero también en la creciente corriente de apaciguamiento ante la ruptura del acuerdo nuclear.
El error estratégico de Donald Trump es el que ha hecho reforzar la cohesión interna ante la agresividad norteamericana. Lo hizo precisamente en el peor momento para Irán, en un momento crítico de su economía. Trump ha sido la tapadera de las limitaciones. No es único caso; también ha ocurrido con Turquía y otros países que tienen la excusa de la presión para reforzarse o hacer purgas deshaciéndose de sus críticos.  Pero la ceguera norteamericana es infinita, como acaba de mostrarnos precisamente el cuerdo de Irán con China, favorecido por las mismas circunstancias.
Europa ha tratado de evitar el retroceso en lo que se había gestado, como política de seguridad. Lo único que se ha conseguido es quedar bajo el chantaje iraní, como demuestran sus últimas declaraciones.
El diario La Nación, de Argentina, otro país apasionado por el fútbol, le dedica a esta muerte espacio en sus páginas:

Sahar Khodayari, una mujer iraní de 30 años, murió por las quemaduras en un hospital de Teherán, según indicó hoy la agencia de noticias Shafaghna.
Khodayari era conocida en redes sociales como la "Chica azul", por los colores de su equipo favorito, Esteghlal FC.
La semana pasada se roció el cuerpo con gasolina y luego se prendió fuego, según medios locales tras saber que podría ir a prisión por intentar entrar en un estadio en marzo para ver un partido del Esteghlal. Iba disfrazada de hombre, con un tocado azul en la cabeza y un largo abrigo cuando la policía la detuvo.
Pasó tres noches en el calabozo antes de ser liberada a la espera del juicio.
Hasta el momento no se había decidido un veredicto sobre su caso. Había reportes de un intento de suicidio de la mujer cuando estaba en la universidad, de la que se graduó como informática.
La muerte de Khodayari ha provocado una ola de solidaridad y emoción en las redes sociales, en las que se han lanzado llamamientos a la FIFA para que excluya a Irán de las competiciones internacionales.
El Esteghlal FC emitió un comunicado en el que expresó sus condolencias a la familia de la fallecida. "La trágica muerte de nuestra hermana querida causa una gran tristeza y un profundo dolor en el equipo", dijo el club.
El ex mediocampista del Bayern de Múnich, Ali Karimi, que jugó 127 juegos para la selección iraní y ha sido un gran defensor de eliminar el veto a las mujeres, instó en un posteo de Instagram a sus 4,5 millones de seguidores a boicotear los estadios de fútbol para protestar por la muerte de Khodayari. "Las mujeres de nuestra tierra son mejores que los hombres", dijo el deportista.*



A lo mejor es a esto a lo que el embajador iraní en España se refería con el "respeto a la cultura". Quizá haya sido el pérfido invento occidental del fútbol el que haya hecho que esa joven enloquezca, lo que explicaría su suicidio.
Hay mucha confusión entre lo que es la "cultura" y lo que son malas costumbres. Pero "cultura" suele ser el último refugio del autoritarismo. Le llaman "cultura" a cosas que no lo son. Cultura era Rumi. Dar latigazos, colgar gente, etc. son solo malas costumbres, prácticas para imponer la obediencia a cualquier precio, que es de lo que se trata. Es un sentido propietario de las personas, cuyas vidas se ven dictadas desde un poder que se presenta como la ejecutiva de Dios en la Tierra y que solo trae sufrimiento y vanagloria, una soberbia beata que espera a que el resto del mundo se hunda mientras que ellos serán alabados por su corazón puro.
La frase de Ali Karimi —"Las mujeres de nuestra tierra son mejores que los hombres"— tiene mucho de verdad. Da un protagonismo importante a las mujeres porque es en ellas en las que se ceba esta mal llamada cultura que no es más que autoritarismo misógino. Son ellas las que son controladas y presentadas como tentación de los hombres, quienes les llevan al pecado y la ruina. Por ello deben estar separadas, tapadas, la mirada baja.


Son muchas las ideas de boicot. No es una cuestión nuestra, sino una forma de solidaridad con quienes tienen muy pocas alternativas. Los gestos de rebeldía de las mujeres frente a las imposiciones de los hombres deben ser entendidos y apoyados, sin las vergonzosas excusas que algunos apuntan.
Cada día surgen noticias de este tipo más allá de Irán (como el asesinato por parte de la familia de la joven palestina que publicó un vídeo de su primer encuentro (tutelado) con un pretendiente; las escapadas de mujeres de Arabia Saudí para evitar ser casadas o encerradas si se niegan. Todo esto debería estar por encima de las estrategias políticas y de los cálculos electorales. Por eso nos quejábamos ayer que el incidente en el parlamento español con los diplomáticos iranís fuera presentado como una victoria política de alguien dentro de nuestras inacabables disputas. Lo repetimos: no puede haber juego partidista con el sufrimiento. Eso es lo que nos debería guiar a todos, la defensa de la persona frente a las imposiciones que le impiden vivir una vida, frente a las ideas que te niegan tu identidad y te convierten en un anexo a tu familia, que es quien decide qué, cómo, cuándo dónde o con quién.


La muerte absurda de la "chica azul", de Sahar Khodayari, es un recordatorio más que vivir, simplemente vivir, puede ser algo muy complicado en los lugares en los que el dogmatismo es ley y esa ley rige cada detalle de tu vidas Su muerte es un acto camusiano de libertad trágica y rebelde. Su nombre para un estadio, no estaría mal, algo que nos recuerde lo que pasa. Solo queda saber si ese estadio estaría en Irán o en otro lugar del mundo donde que las mujeres asistan a los encuentros no sea un delito. A Dios no le importa, de verdad.
Y, por favor, no lo conviertan en una noticia deportiva. Eso es la cáscara del huevo. La muerte de Sahar Khodayari prendiéndose fuego frente al Tribunal es un acto de libertad frente a lo que para ella representaba su pérdida. Esa pasión por el fútbol no era más que una manifestación de su pasión por la libertad, por vivir ella misma su vida. Descanse libre.


* "Una mujer iraní se inmola en protesta por la prohibición de asistir a partidos de fútbol" La Nación (Argentina) 10/09/2019 https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/una-mujer-irani-se-inmola-protesta-prohibicion-nid2286350




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