Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
noticia me sorprende en una línea deslizante en la pantalla. Es lo primero que
veo en el día y me entristece profundamente. Me habla del suicidio de una mujer
iraní que había sido condenada por intentar entrar en un estadio de fútbol
vestida de hombre. El fútbol en Irán, como tantas otras cosas, es algo
reservado a los hombres, que son quienes pueden entrar a los estadios. Las
mujeres deben verlo desde casa.
Ayer
hablamos de la polémica en España por el conflicto diplomático por la
negativa/advertencia de la delegación iraní a dar la mano a las mujeres, estar
cerca de ellas o incluso tener que mirarlas más tiempo de lo que su santo
estado acepta como tentación. Las noticia de la muerte de la mujer es un elemento
más en el juego de la paciencia con un régimen desafiante, impositivo,
soberbio, una fuente de sufrimiento para su pueblo, en especial para las
mujeres, a las que quiere sumisas, encorsetadas en algo que llaman
"cultura" y que no es más que la imposición forzada de unas
condiciones autoritarias y machistas.
Los que
decían desconocer el "protocolo" de los iranís en su visita al
parlamento español no hacían sino tapar sus propias vergüenzas dentro del juego
internacional de la confusión en el que muchos viven en donde hay que saludar y
bendecir a cualquier régimen que se declare antinorteamericano o anti
occidental. Con eso les basta a los memos que prefieren ignorar las condiciones
en las que se encuentran millones de personas bajo gobiernos autoritarios de dictaduras religiosas.
La
muerte de esta mujer, cuyo único deseo era ir a un estadio de fútbol a apoyar a
su equipo, es un ejemplo más de un régimen que se está envalentonando para
prevenir su propio fracaso interior. El crecimiento de la prepotencia iraní se
asienta en la creencia teocrática pero también en la creciente corriente de
apaciguamiento ante la ruptura del acuerdo nuclear.
El
error estratégico de Donald Trump es el que ha hecho reforzar la cohesión
interna ante la agresividad norteamericana. Lo hizo precisamente en el peor
momento para Irán, en un momento crítico de su economía. Trump ha sido la
tapadera de las limitaciones. No es único caso; también ha ocurrido con Turquía
y otros países que tienen la excusa de la presión para reforzarse o hacer
purgas deshaciéndose de sus críticos.
Pero la ceguera norteamericana es infinita, como acaba de mostrarnos
precisamente el cuerdo de Irán con China, favorecido por las mismas circunstancias.
Europa
ha tratado de evitar el retroceso en lo que se había gestado, como política de
seguridad. Lo único que se ha conseguido es quedar bajo el chantaje iraní, como
demuestran sus últimas declaraciones.
El
diario La Nación, de Argentina, otro país apasionado por el fútbol, le dedica a
esta muerte espacio en sus páginas:
Sahar Khodayari, una mujer iraní de 30 años,
murió por las quemaduras en un hospital de Teherán, según indicó hoy la agencia
de noticias Shafaghna.
Khodayari era conocida en redes sociales como
la "Chica azul", por los colores de su equipo favorito, Esteghlal FC.
La semana pasada se roció el cuerpo con
gasolina y luego se prendió fuego, según medios locales tras saber que podría
ir a prisión por intentar entrar en un estadio en marzo para ver un partido del
Esteghlal. Iba disfrazada de hombre, con un tocado azul en la cabeza y un largo
abrigo cuando la policía la detuvo.
Pasó tres noches en el calabozo antes de ser
liberada a la espera del juicio.
Hasta el momento no se había decidido un
veredicto sobre su caso. Había reportes de un intento de suicidio de la mujer
cuando estaba en la universidad, de la que se graduó como informática.
La muerte de Khodayari ha provocado una ola
de solidaridad y emoción en las redes sociales, en las que se han lanzado
llamamientos a la FIFA para que excluya a Irán de las competiciones
internacionales.
El Esteghlal FC emitió un comunicado en el
que expresó sus condolencias a la familia de la fallecida. "La trágica
muerte de nuestra hermana querida causa una gran tristeza y un profundo dolor
en el equipo", dijo el club.
El ex mediocampista del Bayern de Múnich, Ali
Karimi, que jugó 127 juegos para la selección iraní y ha sido un gran defensor
de eliminar el veto a las mujeres, instó en un posteo de Instagram a sus 4,5
millones de seguidores a boicotear los estadios de fútbol para protestar por la
muerte de Khodayari. "Las mujeres de nuestra tierra son mejores que los
hombres", dijo el deportista.*
A lo
mejor es a esto a lo que el embajador iraní en España se refería con el
"respeto a la cultura". Quizá haya sido el pérfido invento occidental
del fútbol el que haya hecho que esa joven enloquezca, lo que explicaría su
suicidio.
Hay
mucha confusión entre lo que es la "cultura" y lo que son malas
costumbres. Pero "cultura" suele ser el último refugio del
autoritarismo. Le llaman "cultura" a cosas que no lo son. Cultura era Rumi. Dar latigazos, colgar
gente, etc. son solo malas costumbres, prácticas para imponer la obediencia a
cualquier precio, que es de lo que se trata. Es un sentido propietario de las
personas, cuyas vidas se ven dictadas desde un poder que se presenta como la
ejecutiva de Dios en la Tierra y que solo trae sufrimiento y vanagloria, una
soberbia beata que espera a que el resto del mundo se hunda mientras que ellos
serán alabados por su corazón puro.
La
frase de Ali Karimi —"Las mujeres de nuestra tierra son mejores que los
hombres"— tiene mucho de verdad. Da un protagonismo importante a las
mujeres porque es en ellas en las que se ceba esta mal llamada cultura que no es más que autoritarismo
misógino. Son ellas las que son controladas y presentadas como tentación de los
hombres, quienes les llevan al pecado y la ruina. Por ello deben estar
separadas, tapadas, la mirada baja.
Son
muchas las ideas de boicot. No es una cuestión nuestra, sino una forma de
solidaridad con quienes tienen muy pocas alternativas. Los gestos de rebeldía
de las mujeres frente a las imposiciones de los hombres deben ser entendidos y
apoyados, sin las vergonzosas excusas que algunos apuntan.
Cada
día surgen noticias de este tipo más allá de Irán (como el asesinato por parte
de la familia de la joven palestina que publicó un vídeo de su primer encuentro
(tutelado) con un pretendiente; las escapadas de mujeres de Arabia Saudí para
evitar ser casadas o encerradas si se niegan. Todo esto debería estar por
encima de las estrategias políticas y de los cálculos electorales. Por eso nos
quejábamos ayer que el incidente en el parlamento español con los diplomáticos
iranís fuera presentado como una victoria
política de alguien dentro de nuestras inacabables disputas. Lo repetimos: no
puede haber juego partidista con el sufrimiento. Eso es lo que nos debería
guiar a todos, la defensa de la persona frente a las imposiciones que le
impiden vivir una vida, frente a las ideas que te niegan tu identidad y te
convierten en un anexo a tu familia, que es quien decide qué, cómo, cuándo
dónde o con quién.
La
muerte absurda de la "chica azul", de Sahar Khodayari, es un recordatorio
más que vivir, simplemente vivir,
puede ser algo muy complicado en los lugares en los que el dogmatismo es ley y
esa ley rige cada detalle de tu vidas Su muerte es un acto camusiano de
libertad trágica y rebelde. Su nombre para un estadio, no estaría mal, algo que nos
recuerde lo que pasa. Solo queda saber si ese estadio estaría en Irán o en otro
lugar del mundo donde que las mujeres asistan a los encuentros no sea un
delito. A Dios no le importa, de verdad.
Y, por favor, no lo conviertan en una noticia deportiva. Eso es la cáscara del huevo. La muerte de Sahar Khodayari prendiéndose fuego frente al Tribunal es un acto de libertad frente a lo que para ella representaba su pérdida. Esa pasión por el fútbol no era más que una manifestación de su pasión por la libertad, por vivir ella misma su vida. Descanse libre.
*
"Una mujer iraní se inmola en protesta por la prohibición de asistir a
partidos de fútbol" La Nación (Argentina) 10/09/2019
https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/una-mujer-irani-se-inmola-protesta-prohibicion-nid2286350
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