Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
A
veces, el único aspecto positivo de los desastres es que dan lugar a poemas,
novelas, pinturas, libros de Historia, etc. memorables. Creo que es el caso del
Brexit, cuyo recuerdo futuro se sostendrá en algunas imágenes, incluso simples
frases, que serán recordadas mientras que se el tiempo y la bondad de la
memoria para el olvido borrarán a los protagonistas.
Entre
esos elementos memorables, sitúo el artículo publicado en la CNN con el título "The
'mother of parliaments' is falling apart on live TV", firmado por Eliza
Mackintosh, con fecha de hoy mismo, 5 de septiembre, que además de certero en
su análisis mantiene ese tono melancólico de las cosas perdidas, dejadas atrás
por la estulticia humana.
Si en
el pasado se cantó aquello de "Video killed the Radio Star", el tema
de The Buggles, que describió de forma machacona cómo la MTV hundía el sistema radiofónico
de difusión de la música, la Televisión plantea serias dudas sobre el
funcionamiento parlamentario, es decir, el conflicto entre las cámaras
parlamentarias y las cámaras televisivas en la retransmisión de sus sesiones,
que se ven alteradas, como diría un físico cuántico, por la presencia de los
observadores, en este caso televidentes.
Aquí
hemos hablado en ocasiones de este principio —la política hecha para
contemplación de las cámaras, de cara a las audiencias—, pero el Brexit está
creando efectos distorsionadores de la política hasta niveles poco frecuentes. Hay
muchos parlamentos convertidos en circos por el mundo, pero los circos son
mucho más llamativos cuanto más se miran.
Creía
Boris Johnson que su experiencia en las "sit-com" tories le iba a
permitir dar el salto a las películas de gran presupuesto, pero el papel que
pensaba que iba a ocupar ha tenido demasiados cambios, quedando como un villano
bufo, estallándole las bombas que pretende arrojar desde sus ingenios
malévolos. A Johnson le ha llegado el Brexit como una tarta lanzada a su
cara.
El magnífico
texto de Eliza Mackintosh describe los efectos dañinos de la conversión del
parlamento británico en un espectáculo:
It's known as the "mother of
parliaments" -- one of the oldest legislatures in the world. But in the
last two days, the British Parliament has been the center of the mother of all
battles.
The new British Prime Minister has fired 20 of
his own lawmakers, rebel MPs have seized control of parliamentary business,
Johnson's call for a snap general election was rejected and members of the
House of Lords squabbled until late in the night on Wednesday.
The world has watched as the very foundations
of British politics shifted in front of their eyes.
On Tuesday, 1.5 million people tuned into BBC
Parliament to see an alliance of rebel lawmakers deal the UK government a
humiliating blow, seizing control of the Brexit agenda and forcing embattled
Prime Minister Boris Johnson to call for a snap general election.
It was the biggest single-day audience for the
channel -- which, for Americans, is something like the UK's answer to C-SPAN --
even competing with the popular (and, by contrast, highly soothing) baking
show, the Great British Bake Off.
Many Britons were left torn about whether to
watch "biscuit week" or see their government fall to pieces.*
Sí, lo visto solo admite este tipo de descripciones en las
que se trata de expresar el sentido del drama. Galletas o debates. El cambio de
género no le ha sentado bien a Boris Johnson. Su papel de primer ministro
liderando la marcha de las islas hacia la América de Trump, mientras queda
atrás la perversa Europa, no ha funcionado.
Puede que la gente votara salir de la Unión sin saber cómo,
pero les es más difícil hacerlo sabiendo lo que ocurrirá, como los coros
universales cantan desde que se pusieron a hacer números. Johnson, quien se
paseó por el Reino Unido junto a un autobús decorado con mentiras, se tiene que
enfrentar ahora con un solo argumento: Brexit es Brexit. Es decir: tras mentir
al pueblo británico, solo le queda defender el honor del pueblo británico. Las
mentiras, al igual que muchos envases, no son reutilizables. Y —otro principio—
cuando se abusa de las mentiras, estas caducan antes. Johnson necesita nuevas
mentiras y nadie está dispuesto a arriesgarse por salvarle su rosado pescuezo.
La cuestión de los parlamentos en directo, es decir, que los
votantes puedan observar qué ocurre durante las sesiones y no sólo de los
resultados, es importante y se ha planteado su conveniencia. La transparencia
implica también el "cómo" de la democracia; otros prefieren solo el "qué", es decir, que les cuenten los
acuerdos y resoluciones y no mostrar el camino a ellos. El parlamento egipcio,
por ejemplo, rechazó las sesiones televisadas. Ellos saben por qué.
Pero los efectos del interés por las sesiones del Brexit son
imprevisibles, al menos para Johnson. La atención intensa ha llevado a
plantearse problemas que anteriormente quizá no habían tenido el mismo eco. El
hecho de que se vieran en directo los debates hace que se hayan visto
actuaciones que quizá no se hubieran producido de no estar las cámaras delante.
Los gestos adquieren otro sentido cuando hay millones de personas mirando.
La atención mediática ha hecho que se perciba al parlamento
y su tarea de forma distinta, en varios sentidos. El más perjudicado ha sido,
sin duda, Johnson, con sus dos derrotas históricas consecutivas, sancionando a
los parlamentarios que le abandonan y perdiendo el capital de "animal
político", concepto que ha quedado reducido a la mitad.
La periodista de la CNN describe algo de lo ocurrido en el
parlamento:
The drama didn't end there. In his first Prime
Minister's Questions to date, Johnson referred to the opposition Labour Party's
economic policy as "shit" and Sikh lawmaker Tanmanjeet Singh Dhesi
received an unusually raucous round of applause after accusing the PM of
fueling racism in the UK. Later, British lawmakers delivered Johnson yet
another stunning defeat, passing a bill aimed at preventing a no-deal Brexit
through the House of Commons.
But the drama unfolding in Parliament has not
only left viewers at the edge of their seats, it has also raised serious
questions about the stability of one of the oldest continuous representative
assemblies in the world.
The Brexit process has drawn attention to the
detail of Britain's constitution, procedures, rules, and how strong they are --
or not. And a breakdown of longstanding conventions has raised fears over a
full-blown constitutional crisis in the country. Johnson's plan to suspend
Parliament in particular has been branded a "constitutional outrage"
for limiting the time that MPs have to debate Brexit.*
La profundidad de la crisis es innegable. Si el parlamento
británico ha sido ejemplo frente a las amenazas exteriores, esta vez se ha
percibido como una amenaza interior, como un intento de sustraer su capacidad
de decisión, que es la del pueblo británico. Por eso tiene toda la razón Eliza Mackintosh cuando señala la
contradicción que tan cara le ha salido a Johnson: «All of this together casts doubt
over one of the key messages of the campaign to leave the European Union: that
by ending the UK's membership within the bloc, it would "bring back
sovereignty" to British Parliament.»* En efecto, no se les puede
decir a los británicos que la Unión Europea es la "Alemania de Hitler",
como se llegó a decir, que había que prepararse para una "nueva batalla de
Inglaterra", para después intentar suspender el parlamento y hacer su
santa voluntad. Los retratos de Johnson como un nuevo Hitler son, en este caso,
una especie de justicia poética.
Los juegos retóricos de los Farage y compañía durante
décadas alentando contra Europa, jugando al disparate, han servido hasta el
momento de la verdad. El hacer el payaso, como se le ha recordado desde las
portadas de la prensa, ya no sirven.
Johnson no solo tiene el poder; tiene también la
responsabilidad histórica de hacer algo que no sabe cómo hacer. Sus
bravuconadas le han servido para engañar al pueblo británico y para deshacerse
de los que tenía por delante en la manada tory, pero no le dan ni razones ni
capacidad para realizar lo que nunca tuvo planes, el Brexit.
La idea del Brexit duro o sin acuerdo es, en realidad, la
cruda constatación de que jamás tuvieron planes; que su estrategia fue la que
han mantenido muchos gobiernos británicos: la queja y la amenaza para conseguir
un trato de favor dentro de la Unión. Pero tensaron tanto la cuerda que al
final se lanzaron al abismo. Theresa May intentó negociar el desastre irresponsable
de Cameron. La historia le reconocerá a May que al menos dio la cara. A Johnson
le queda otro papel en la Historia, no el que él esperaba, desde luego.
En el artículo de Eliza Mackintosh se recoge una imagen del parlamento sacada por
los propios parlamentarios, la de un "relajado" e indiferente miembro
del mismo ante los debates:
Leader of the House Jacob Rees-Mogg seemed to
be the physical embodiment of that contempt on Tuesday night as he reclined on
the front bench of the chamber, eyes closed and nearly horizontal while the
debate raged around him.
A photo of the arch Brexiteer shared by Labour
MP Anna Turley subsequently went viral, spawning innumerable memes. In one,
Rees-Mogg's languid body charts the decline of the government's working
majority in Parliament, which has dropped to zero.
To critics, Rees-Mogg was a caricature of the
smug, privately educated elite leading Britain blindly to a no-deal Brexit,
which is expected to trigger economic chaos, as well as food fuel and medical
shortages.
All that was missing was a monocle and top hat.
Es cierto La fotografía, incluso su tono asepiado, nos
llevan a un decadente Brideshead, a un
parlamento que debería retratar un Waugh o un Wilde, incluso un Bernard Shaw.
Aquí ha tenido un buen retrato periodístico en el certero artículo de Laura Mackintosh en la
CNN. Hoy la mirada implacable de las cámaras de televisión, los teléfonos con sus cámaras enviando al instante las fotos por las redes, etc. permiten retratar o que se retraten los políticos en su salsa parlamentaria. Los platos no salen siempre apetitosos.
El Brexit sigue siendo la constatación de los peligros de la
política mal entendida, en la que va delante el carro y detrás los bueyes.
Aquí, como decíamos ayer, se sigue invocando un Brexit Humpty-Dumpty, una
cáscara de huevo haciendo equilibrios en
lo alto de un muro.
Humpty Dumpty sat on a wall,
Humpty Dumpty had a great fall.
All the king's horses and all the king's men
Couldn't put Humpty together again.
* Eliza
Mackintosh "The 'mother of parliaments' is falling apart on live TV"
CNN 5/09/2019 https://edition.cnn.com/2019/09/05/europe/uk-parliament-disintegrating-gbr-intl/index.html
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