Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
cosas no son como son, sino como se cuentan. Lo que ocurre se desvanece y queda
el relato que, siempre se ha dicho, escriben los vencedores. Pero los tiempos
cambian y el relato se vuelve fundamental en un mundo instantáneo, donde las
palabras dan la vuelta al mundo en segundos, donde se multiplican las imágenes,
"reales" o fakes, donde
luchan por imponerse unas sobre otras.
En
VerificaRTVE dedican, a las pocas horas del bombardeo, un texto amplio a
desmentir imágenes que se intentan colar como actuales y que ha sido vistas por
decenas de miles de personas. Son imágenes tomadas de otros conflictos y que
son rastreadas hasta sus iniciales apariciones o, al menos, hasta el punto en
que sea posible establecer que son anteriores a los hechos, que han aparecido
vinculadas a conflictos anteriores. Si alguna vez han sido "reales"
es algo que ya es más difícil establecer.
La
guerra tras la guerra es la imposición de una calificación del hecho en sí, es
decir, llamarla "guerra", "conflicto",
"incidente", "acto preventivo" o "golpe al corazón del
programa nuclear iraní", "US operation against Iran"...
Pero la
palabra "guerra" tiene consecuencias. Es posible entender la pregunta
que Michael Crowley y Edward Wong se hacen en The New York Time: "Is the
U.S. at War With Iran?" y en la que señalan "President Trump avoided
asking Congress for permission before striking Iran, despite the Constitution
saying only the legislature can declare war"*, planteando como una
cuestión esencial la definición, Para Trump esto "no es una guerra";
es... otra cosa, lo que le resulta molesto para hablar de "paz" y
sobre todo para pasar a la Historia como ganador de algo concreto y hacerse su
sitio en el monte Rushmore.
En el
artículo citado se señalan más juegos de palabras:
Several Trump aides say they disagree, calling
the strike a limited action aimed solely at Iran’s nuclear capabilities that
does not meet the definition of war. “This is not a war against Iran,”
Secretary of State Marco Rubio told Fox News on Sunday.
Vice President JD Vance argued that Mr. Trump had “clear authority to act to prevent the proliferation of weapons of mass destruction.”*
Sin sonrojo, el equipo de Trump emprende su guerra de las definiciones en claro desprecio de la inteligencia (Make America "Inteligente" Again!, deberían gritarles) de quienes les escuchan. Pero el mundo de la sociedad de la Información es campo abonado para este tipo de cuestiones semánticas.
Los que "piden" a Irán que "no conteste" no tienen más argumento que el de "evitar una guerra", dicen. ¿Pero la ha comenzado ya Estados Unidos con sus bombardeos? ¿La guerra es solo contestar a una agresión previa? Si Irán responde ¿serán ellos lo que empezaron la guerra? Esto explica el papel de las definiciones.
Mientras Estados Unidos trata de construir un relato de una acción "beneficiosa" para el mundo, el fantasma de las nunca encontradas "armas de destrucción masiva", esta vez centrado en la construcción de una bomba nuclear iraní que tampoco podrá ser encontrada por la obvia destrucción de las centrales. De esta forma, se venderá que ha sido en nombre de la paz mundial e incluso para liberar al pueblo iraní favoreciendo un cambio de régimen.
Pero el mundo está empezando a ponerse nervioso ante estas veleidades trumpistas que ya no pueden defenderse con un mínimo de seriedad. Las guerras siempre han existido, sí, pero también se crearon instituciones para tratar de evitarlas. Si modificamos las palabras —"guerra"— no es posible mirar hacia un futuro en paz. El actual esfuerzo para que Irán no conteste al ataque, mientras Trump presume de él, debería haberse producido antes hacia los Estados Unidos.
El problema está en que en Estados Unidos está Donald Trump que está haciendo de la manipulación y del belicismo sus señas de identidad. Lo vemos en sus planteamientos sobre la OTAN y en especial en el apoyo a Israel, donde ha sido incapaz de contener a Benjamín Netanyahu asumiendo sus juegos de palabras para camuflar lo que el mundo llama "genocidio" respecto a los palestinos. Trump se ha querido apuntar el "éxito" con el ataque a Irán pocas horas antes de que se iniciaran conversaciones con ellos.
Las "dos semanas" de plazo no ha sido más que otro insulto al resto del mundo y, en especial, un aumento en la pérdida de credibilidad norteamericana, que ha pasado de ser una superpotencia fiable a estar gobernada por un mentiroso compulsivo.
Pedir a Irán que no conteste es quizá pedir demasiado, pues supone aceptar que "no ha pasado nada" o, peor, que lo que ha pasado "ha sido bueno" para la paz del mundo, algo inaceptable desde su punto de vista, pero que desde la Casa Blanca se repite.
Para el resto del mundo ha supuesto la confirmación de que Estados Unidos ha vuelto a sus guerras, aunque no las declare ni reconozca como tales. Una guerra es una guerra por encima de cualquier otro formalismo o protocolo.
El régimen iraní es dictatorial, teocrático y opresivo, pero las bombas no caen sobre los regímenes sino sobre las personas. Decir que es Irán el que no debe comenzar la guerra es un ejercicio de hipocresía. La guerra no debería haber comenzado nunca.
* Michael
Crowley & Edward Wong "Is the U.S. at War With Iran?" The New
York Times 22/06/2025
https://www.nytimes.com/2025/06/22/us/politics/trump-strikes-war-iran.html






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