Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las
simpatías que de las que pueda gozar el régimen iraní no deben ser muchas, pero
no se trata de eso. Es un régimen autoritario, teocrático, violento contra cualquier
diversidad, anti femenino, represivo.
Las
llamadas por parte de Israel a derrocarlo, las movilizaciones de las
resistencias exteriores llamando a la revuelta, etc. son una forma de echar más
fuego al fuego. No es lo mismo que se produzca un derrocamiento popular a que
se estén bombardeando ciudades, centros como el de la televisión (ahora son
objetivo estratégico), etc. y se pida
una "ayudita" que justifiquen la acciones de Israel, es decir, la
idea de una defensa preventiva que permita decidir quién es una
"amenaza" para ti y eliminarlo porque va en ello tu
"existencia".
Una
parte importante de los analistas coinciden en que Netanyahu le ha tomado la
medida a Trump, que ya se había quejado de que este le robaba el protagonismo
al tomar por libre sus decisiones. El ejemplo más evidente es el ataque a Irán
poco antes de la celebración de las reuniones para tratar sobre el problema
nuclear iraní por el enriquecimiento de uranio.
El crecimiento
del problema obedece, entre otras causas, al crecimiento de Israel como amenaza
intransigente en la zona, con su comportamiento genocida en Gaza. Pese a los
esfuerzos norteamericanos, Israel apenas ha avanzado en su consolidación pacífica
-la necesidad de normalización de las relaciones pacíficas con sus vecinos- y
ha elegido la vía del crecimiento de la violencia, el vacío por exterminio y
expulsión de la Franja y la eliminación de cualquier país de la zona que
considere una amenaza. No le importa que esa amenaza crezca por la percepción
de su propio comportamiento. Colgar a los demás la etiqueta de "antisemitas"
es fácil e improductivo si es él quien está creando el rechazo.
En esto
ha influido el crecimiento del movimiento sionista, la variante extremista del
judaísmo, que no solo se ha asentado sino que pide más colonias para la
expansión.
Netanyahu
le ha tomado la medida a Trump y controla ya a los Estados Unidos sabiendo que
a estos solo les queda secundarle en sus decisiones. No creo que sea Trump
quien decide, sino que ya solo lo aparenta para que no sea demasiado evidente.
Recordaban
ayer en una cadena televisiva que Trump había llegado a la Casa Blanca diciendo
que "acabaría con todas las guerras" y que, en cambio, se metía en
una detrás de otra. Más allá del autobombo, lo cierto es que el mundo está más
violento, que los Estados Unidos van perdiendo protagonismo, el que ganan Israel
y la Rusia de Putin.
La idea
de que saben dónde está escondido el "líder supremo" iraní y que lo
pueden matar cuando quieran es una forma degradada de política que entra de
lleno en el matonismo. Trump diciendo que no quiere su muerte "por
ahora" es más ajustado a una película de gánsteres o del Viejo Oeste que a
un mundo complicado y complejo, donde la violencia y las guerras tienen un
protagonismo cada vez mayor.
El
envío de tropas de la Guardia Nacional y los marines a las calles de Los Ángeles
no solo es una forma violenta e ilegal del uso de las fuerzas federales, sino
que es sobre todo un signo, una forma de actuación que muestra la mentalidad de
quien la practica. Su equivalente exterior es la amenaza de intervenir en
Irán. Da igual que esta se pueda
producir por "lo que pueda" ocurrir, la llamada "amenaza
existencial". Esta forma de intervenir ante lo que pueda ocurrir es una
forma de dejar abierta la puerta a la arbitrariedad, la negación de soluciones
pacíficas y negociadas a los problemas.
El
Israel de Netanyahu y los Estados Unidos de Trump toman decisiones unilaterales
y deciden cuándo y cómo actuar desde su percepción y valoración del mundo. El
"por ahora" de Trump es una forma descarada de amenaza que se traduce
en inestabilidad y arbitrariedad, algo que no contribuye,
Lo
hemos dicho ya y lo repetimos: lo que Israel está consiguiendo es una condena a
la violencia futura; es una forma de asegurar que en adelante estará obligado a
seguir matando, bombardeando, exterminando gente porque con cada acción
violenta realizada tendrá que estar prevenido ante el odio creciente de los
supervivientes a sus ataques, convertidos en futuras "amenazas". ¿Es
lo que quiere Israel? Hay que ser muy sibilino para dar por buena esta
hipótesis, pero cada vez parece más evidente.
Hacer cómplice
de todo esto a los Estados Unidos de Trump es una jugada que nos afecta a
todos, ligados como estamos a la defensa con ellos. El crecimiento de la violencia
nos obliga a acercarnos más o a tratar de ser más independientes. Acercarnos
nos convierte en cómplices; alejarnos en amenazas futuras.
Recordemos
que las primeras hipótesis sobre los movimientos israelíes fueron interpretadas
como maniobras de Netanyahu para librarse de unas acusaciones por corrupción.
No se han vuelto a mencionar lo que se entendió como una huida hacia adelante.
Esa supuesta huida nos arrastra a todos a un mundo más inestable, más violento,
más arbitrario; un mundo en el que no hay reparo en hacer sufrir a los más
débiles. Eso solo garantiza más odio.
El
"por ahora" de Trump convierte el mundo en el "saloon" de una
vieja película del Oeste.






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