Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Podemos
dividir el mundo entre "los que creen en lo que dice Donald Trump que va a
hacer", "los que no lo creen" y, finalmente, Donald Trump. Son
tres categorías que pueden a su vez
permitir diversas subcategorías. Como siempre, volvemos a la idea
central: ¿cómo entienden todo esto los que le votaron?
Quizá
algunos recuerden aquellas imágenes televisivas de la primera reunión
internacional a la que asistió Trump, cómo daba codazos para poder salir en
primera línea para salir en las fotos. Lo que se debatiera en la reunión con
los líderes mundiales no tenía importancia; lo importante era salir en las
fotos en lugar preferente, bien visible, que el mundo supiera que estaba allí.
¿Qué
sentido tiene esto? No lo sé. Podría apuntar a que solo le importa dar la nota,
figurar, estar ahí. Pero podría apuntar a que ese figurar va en la línea que él
mismo planteó directamente: ser el mejor presidente de la historia de los
Estados Unidos, algo que ya se considera. Por supuesto, lo que hace es bueno, sin cuestionarse. Es bueno porque él lo hace. Es bueno para los Estados Unidos. Él escribe la Historia porque es la Historia.
La
lista de acciones inmediatas, con Canadá, México, Panamá, Ucrania, Groenlandia,
el Polo, la OTAN y lo que se le pase por la cabeza, es abrumadora y de no saber
de qué cabeza salen, parecerían propias de un villano de película de James Bond
o similar.
Cuando
hablábamos ayer de Elon Musk, el que se ha erigido en su alter ego, señalábamos el intercambio de papeles, el intento de
Trump de parecer "moderado" a su lado, pero lo que estamos empezando
a ver es una especie de rivalidad apocalíptica entre ambos. Señalamos hace también
lo que podía ser una fisura entre dos
personalidades narcisistas que no soportan tener a nadie delante. Demasiado ego
para un solo planeta.
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Lo malo es que las perspectivas de frenar esto no son muchas. Todo depende, como señalábamos al inicio, de si creemos lo que dicen o no. Finalmente no es más que una apuesta, comprobar quién tiene razón. ¿Invadirá Groenlandia? ¿Le cambiará el nombre al "Golfo de México"?
Donald
Trump llegó de forma atípica a la Casa Blanca. Se presentaba como un
"antisistema", un "anti políticos", a los que acusaba de no
hacer lo que debían, pero él era el que venía a "arreglarlo" todo.
Muchos no creyeron que llegaría a la Casa Blanca. Lo hizo e intentó hacer lo
que había dicho, incluido el "muro". La Justicia frenó algunas de sus
propuestas e intentos. Pero hizo otras muchas cosas. Salió de la Casa Blanca y,
como MacArthur y Terminator, prometió que volvería y lo hizo, multiplicado su
poder. Para hacerlo dinamitó la oposición dentro del Partido Republicano, al que
solo le quedó la opción de adorarle. En sus cuatro años fuera del poder atrajo
más miradas que la propia presidencia.
Ahora
ha prometido "MAGA" a los norteamericanos, solo que la "A"
final, la del "again", no tiene precedentes. "MAGA" solo significa
el fin de Estados Unidos como líder democrático, una palabra que falta en el
mensaje trumpista. Aquello del "mundo libre" ha desaparecido y los
Estados Unidos son vistos ahora como una amenaza para el resto.
En el fondo es la vieja idea de que la "democracia" o algo parecido es un privilegio americano, que para que ellos disfruten de la vida, deben decidir sobre la de los demás. Con Trump en el poder, desaparecen muchos conceptos y referencias. Si Trump se anexiona, con fuerza o sin ella, cualquier territorio ¿en qué se diferencia del dictador Putin o del genocida Netanyahu? Todo vale si tienes la fuerza para imponerlo. Como Rusia, Estados Unidos necesita más territorio. Ya lo hizo en el pasado y quiere volver a hacerlo.
Los
medios, los comentaristas en los medios, oscilan en sus posiciones. Enuncian la
gravedad de lo que escuchan, pero se restriegan los ojos para saber si se trata
solo de una pesadilla. No es fácil asumir las implicaciones primero y las
consecuencias después de lo que Trump, Musk o cualquiera de sus sicarios o
acólitos dicen cada día. Asusta.
Se está dando entrada a toda una tradición mesiánica sobre el papel "divino" de los Estados Unidos. Es eso lo que ha salido a flote desde la oscuridad, lo que se ha ido convirtiendo en forma de pensar primero y de actuar después. Ahora quiere actuar fuera.
Para que el mundo no se desmorone en su forma actual, son los propios norteamericanos, sus instituciones, quienes deberían frenarlo. Pero eligieron presidente a quien promovió el asalto al Capitolio para evitar que el presidente electo pudiera tomar posesión. Finalmente no lo consiguió, pero ha vuelto, está ahí.
¿Se darán cuenta los que han creado el monstruo de lo que han hecho? ¿Qué les ha cegado? ¿Por cuánto tiempo?
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