viernes, 24 de enero de 2025

La desinformación ¿importa?

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Serán pocos los que recuerden que la inicio de las comunidades virtuales se miraba con malos, malísimos ojos, el uso de la publicidad (¡hoy es el día mundial de la Publicidad!) y se consideraba que debía establecerse una clara frontera entre el perverso mundo real, comercial, y el nuevo mundo digital de las comunidades, casi sectas en su inicio. El mundo digital iba a ser de pura información, controlado por las comunidades de usuarios alejadas de cualquier interés bastardo.

Las fotos de Donald Trump rodeado por los magnates de las redes sociales, de las empresas gigantes que hoy respaldan el expansionismo de los Estados Unidos y tratan de dictar qué es verdad y que es mentira repetida que se da por hecho, nos devuelve a una realidad sin sueños. ¿Qué sentido tiene soñar en una sociedad virtual, en la que mentiras y fantasía pueden aparecer en nuestras pantallas? ¿Qué sentido tiene si podemos vivir como realidad lo que no es otra cosa que imagen? ¿Si podemos dialogar con unos muertos reencarnados por IA en nuestro teléfono u ordenador, qué sentido tiene? ¿Qué sentido tiene la expresión "ser para la muerte", acuñada por el existencialismo, cuando nos muestran a una madre coreana acariciando a su hija muerta con solo ponerse una gafas de "realidad virtual"? ¿Quién no prefiere vivir una fantasía?

Me vienen estas ideas al leer en la sección Verifica de RTVE.es el siguiente titular "Desinformación en Internet: un 40% de los españoles admite que no sabe detectar un bulo": 

Cerca de un 40% de los españoles admite que no es capaz de distinguir entre una información real y un bulo. Esta es una de las conclusiones más destacadas de una encuesta elaborada por la consultora Asesores para conocer la percepción de los españoles sobre la desinformación en Internet. El estudio se ha realizado entre el 10 y el 15 de enero de 2025 y ha contado con la participación de 1.000 personas mayores de edad. Con esta muestra, también se ha concluido que un 55% de la población cree que las redes sociales son el lugar donde más abunda la desinformación y un 83% considera que las falsedades han aumentado en el último año.  * 

El concepto de "desinformación" es demasiado mediático, ya que parte de que existe una "información" en un sentido positivo, verdad frente a mentira, información versus desinformación. Sin embargo, eso es solo una pequeña parte del problema.

Cuanto más opresiva se hace la realidad, cuanto más angustiosa, el ser humanos se refugia en las fantasías, personales (los sueños, las ensoñaciones) o sociales (el arte, los mitos fundacionales, religiosos...)

Dice el estudio que las redes sociales es donde más de la mitad de la población mayor de edad cree que abunda la desinformación. Eso está bien, pero ¿hay otra realidad fuera de las redes, que son ya el entorno vital? Si Don Quijote vivía en un mundo producido por las lecturas de libros, la enfermedad quijotesca está hoy en las nuevas fuentes, como nos demuestran los hechos sin necesidad de escarbar demasiado. Ya sea por huir o por ser atrapados, seducidos, lo cierto es que muchos viven ya en un mundo en que lo importante es que se ajuste a nuestros deseos.

¿De qué sirve pensar que las redes son fuente de desinformación si soy incapaz de distinguir una cosa de otra y ya solo me informo a través de ellas? En el texto se nos dice:

El sondeo concluye que el 76% de los bulos se difunden en redes sociales. Un 55% de los ciudadanos perciben que este es el lugar donde más desinformación circula. En este sentido, 8 de cada 10 encuestados aprecia que las redes sociales “están cada vez más politizadas o menos comprometidas con la veracidad de lo que se comparte”. En concreto, el 74% afirma que las propias redes “deberían moderar o confirmar la veracidad de las publicaciones”, frente al 26% que coincide en que “es mejor que esta labor esté en manos de la comunidad”. 

¿Quiénes son las "propias redes"? ¿Quién es la "comunidad"? Me temo que las metáforas no nos dejan ver el bosque del problema. "Redes" es una metáfora que cada vez encubre más su sentido verdadero, que no describe realmente nado sobre los verdaderos centros de poder, que es lo que revela la foto con los magnates. Somos piezas en el juego y nuestros movimientos individuales pueden quedar en nada ante un poder subterráneo, que es el que no se ve pero actúa. El poder no es aquí visible, sino un delimitador del mismo espacio, otra metáfora para los flujos de información; actúa, pero lo hace confundido con el mismo flujo, que regula y manipula con sus filtros.

Frente a este problema, que no ha hecho sino empezar, como sabemos por Elon Musk y demás, la única posibilidad es poder manifestarse por parte de los que son capaces de explicar verdades y desmontar bulos, profesionales críticos y bien formados, capaces del análisis. Queda por ver cómo el auténtico poder les va a dejar manifestarse ya que ellos son los dueños del terreno de juego, de aquello por lo que circulan las mentiras. Complicado.

La obispa episcopaliana le ha dicho en plena cara a Trump lo que pensaba de sus mentiras. Si lo hubiera hecho en un tuit, por ejemplo, su poder habría sido relativizado por los miles de millones que circulan diariamente. Pero lo ha hecho a la cara y eso ha tenido repercusión porque no ha dependido solo de ella sino de la difusión de los mediadores que se hicieron eco. Pronto será asfixiado por el flujo en sentido contrario, las réplicas, maldiciones, descalificaciones y, finalmente, silencios. Ha conseguido decir algo porque nadie esperaba que lo dijera. Les pilló por sorpresa. Por algo, sabemos, Trump solo permite entrevistas en la Fox.

Esto no es un problema solo de los "españoles". Es un problema generalizado, global, en donde los que tiene alguna alternativa confiable tratan de usarla para contrarrestar la manipulación, la mentira o la ignorancia, las tres patas de todo esto. El bulo, la mentira, etc. son las municiones de la manipulación, lo que nos hace movernos en una dirección o no ver lo que tenemos delante.

El problema es que a mucha gente ya no le importa y prefiere dejarse arrastrar por el flujo. Ante el problema, se cierran los ojos y se disfruta de ese mundo cada vez más irreal. ¿Por qué no? El mensaje de que no se puede determinar lo que es verdad o mentira es peligroso. Algo se puede hacer. Pero hay que esforzarse, filtrar, borrar... Mucho esfuerzo para algunos. 

Los datos de la desinformación son menos importantes que la actitud que mantenemos hacia ella. ¿Nos importa?

No todos podemos ser la obispa episcopaliana, pero sí podemos ser modestos aspirantes plantando cara a las mentiras en nuestros campos, actuar. Es como ir contra molinos gigantescos, pero algo es algo. Peor dar por hecho que el mundo de los bulos son ya el paisaje habitual. La verdad o algo parecido importa.

* "Desinformación en Internet: un 40% de los españoles admite que no sabe detectar un bulo" VerificaRTVE 24/01/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250121/desinformacion-internet-40-espanoles-no-sabe-detectar-bulo/16416092.shtml

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