miércoles, 15 de enero de 2025

Crisis del liderazgo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Corea del Sur nos muestra otro caso de crisis del liderazgo, del cambio en la forma en que se gobiernan algunos países. La crisis no es nueva y se agranda en sus modelos o variantes, que van de lo que suponen un Donald Trump, un Netanyahu, un Nicolás Maduro hasta el del presidente surcoreano, por no hablar de la variante norte de Corea.

Hasta ahora, las diferencias entre democracias y dictaduras suponían límites medianamente claros entre unos y otros, pero este elemento esencial empieza a desdibujarse con casos como los del asalto al Capitolio de los Estados Unidos o el establecimiento de la "ley marcial" por parte del presidente surcoreano, que acaba de ser finalmente detenido para ser llevado ante los tribunales por intento de "golpe de estado" desde el poder.

Hace unos días escribíamos aquí sobre el caso de Nicolas Sarkozy, ex presidente de Francia, acusado de financiar su campaña electoral con dinero del dictador Gadafi. Trump acaba de ser convertido en el primer presidente de los Estados Unidos que accede a la Casa Blanca declarado culpable de los delitos de los que se le acusaba y que no solo no han afectado a su destino político sino que han contribuido a llevarle en volandas hasta la presidencia. No ha habido reparos para votarle; ha conseguido más votos que la vez anterior, pese a ser pública y evidente su responsabilidad en muchos de los casos abiertos contra él.

En estas circunstancias, no creemos que sea baladí ocuparse (y preocuparse) por la cuestión del liderazgo y lo que esto supone para el mundo tal como lo hemos conocido hasta ahora, un mundo en el que los casos crecen en todas sus variantes.

Parece que hay un cierto componente en todos ellos, lo histriónico, la necesidad de adquirir una personalidad construida específicamente para llegar a las "masas" a través de los medios. Los modelos clásicos buscaban los baños de masas, como ejemplificaban los viejos dictadores. Estos eran una forma de mensaje, con toda una parafernalia que actuaba como decorado de su figura. 

La existencia de las redes sociales, las nuevas formas de comunicación horizontales, han transformado esto adaptándose los políticos a los nuevos medios. Es importante tener en cuenta las variantes mediáticas en su dimensión de aparato para el poder. Hoy todo es mensaje, todo se convierte en "signo" que sirve para transmitir algo. El líder es el mensaje. Por ello podemos tener líderes de difícil filiación y buscan una conexión más empática que racional.

Eso hace que lo que se dice pueda ser incongruente, pero configura un todo que adjetiva al líder, crea zonas de vinculación a las que se pueden agarrar los seguidores o votantes. Los viejos mecanismos autoritarios se sustituyen en su superficie por elementos de seducción, elementos emocionales que conectan con miedos y deseos.

La atracción ejercida por el autoritarismo parece ser otro elemento clave. Lo irracional de la fuerza acaba siendo una forma de seducción. Se quiere líderes "fuertes" y esa fuerza se sitúa, como en el caso de Corea del Sur, por encima de la norma, que es la que fija el líder por una vía u otra.

Que Trump no quisiera abandonar la Casa Blanca, que llamara a gobernadores de estados para modificar resultados y que acabara llamando a la gente para asaltar el Capitolio para impedir la toma de posesión de Biden después de que Mike Pence, el vicepresidente, rechazara dejar de hacer la ceremonia, desdibuja los límites de una democracia consolidada y de referencia... hasta el momento. 

Los votos a Trump implican la seducción, el querer creer en sus palabras por falsas que estas sean, apoyar sus acciones por antidemocráticas que sean. Eso es lo que supone su reelección masiva, algo que merece una mejor explicación que los errores de Biden o de Kamala Harris.

Por muchas diferencias que encontremos hay estos elementos comunes en un cambio de modelo favorecido por los cambios sociales, cambios en la percepción del mundo y en la forma de contarlo.

El crecimiento de las noticias falsas, de los mecanismos de desinformación, el modelado de las audiencias, que pasan a sustituir el concepto de "electorado" tradicional, son factores que permiten crecer estas variantes que tienden a "normalizarse" en lo que tienen como mecanismos para agarrarse al poder.

Hay que intentar comprender todo esto, intentar explicar sus raíces y sus consecuencias, su irracionalidad.

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