Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
discurso de la toma de posesión de Donald Trump es un ejercicio retórico, un
juego entre el tono visionario, los halagos al oído norteamericano y la construcción
de una imagen interesada de la América que quiere que vean. Es un ejercicio de
promesas en las que el resto del mundo aparece como un lastre, por un lado, y
como la futura comida de la que se alimentará Estados Unidos, que dejará de ser
el sufrido e ingenuo bienhechor.
El
discurso está lleno de declaraciones primero victimistas y después
esperanzadas, llenas de ese impulso mesiánico, que como hemos comentado en
otras ocasiones, descansa en el fondo norteamericano, el nuevo pueblo
elegido. Trump ya falsifica los orígenes
del país mostrándolo como la parte esencial de un plan divino en el que solo faltaba
él, el cierre del plan que cambiará el mundo.
Creo
que es esencial, pese a la demagogia, comprender ese discurso porque es el
programa de lo que intentarán llevar a la práctica. Trump enuncia la parte
"bonita", pero no hace falta mucha imaginación para traducir sus
festivas y grandilocuentes palabras a situaciones reales, las que padecerán
muchos norteamericanos, los aspirantes a serlo (inmigrantes) y los que solo serán
víctimas de esta nueva forma visionaria de imperialismo que se entrevé en unos
casos o se ve con claridad en otros.
El
discurso comienza con una afirmación mesiánica y visionaria, rotunda, con una definición
clara de lo que se irá detallando después y de su espíritu:
La era de oro en Estados Unidos comienza
justo ahora. A partir de este día, nuestro país va a florecer. Va a volver a ser
respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones y no vamos
a permitir que se aprovechen de nosotros. [...]*
El comienzo es una afirmación rotunda del valor de los Estados Unidos y de cómo van a imponer ese valor ante el mundo, que estará obligado a reconocer esa "realidad" que se expresa en futuro, como un camino inevitable. Lo es por un signo inequívoco, su llegada. Ese "justo ahora" es el que marca su presencia, la toma del mando de la nave nacional.
Inmediatamente
pasa a hablar del pasado que ha sido un fracaso, una incapacidad de llevar adelante
el destino manifiesto. Es una forma de abrir una brecha con los demócratas, en
quienes personaliza esa parte negativa de la maniquea visión. Pero sus palabras
van más allá. No creo que sea una cuestión de partidos buenos y malos. Trump habla de algo más:
Hoy nos reunimos y nuestro Gobierno se enfrenta a una crisis de
confianza. Muchos años de 'establishment' corrupto y errático que ha
quitado el poder y el bienestar a nuestros ciudadanos, a nuestra sociedad, que
están desesperanzados. [...]
Eses "nuestro gobierno" lo abarca todo, el pasado sin demasiada distinción. Recordemos que Trump siempre se presentó como un
"antisistema", no cargando culpas entre unos y otros, sino abriendo
una brecha de representación más amplia. El sistema en su totalidad no
funciona. Eso justifica la falta de confianza en el sistema y, en cambio, la
confianza absoluta en la persona, en él.
Trump no es hombre de partido, de hecho ha destrozado al Partido Republicano convirtiéndolo en una camarilla personal, con ligeras concesiones para que le apoyaran y cortaran los focos de rebelión interior, algo que han hecho con eficacia. Trump no se ha vuelto "republicano"; son los republicanos los que se han hecho trumpistas para poder llegar al poder, siempre bajo la mirada de Trump. De hecho, algunos figuras republicanas que vieron con horror su ascenso y la sustitución de las ideas por la persona, por el narcisismo político exacerbado del nuevo presidente, desaparecieron por si se producía una debacle salir al escenario.
La debacle se ha producido, pero en un sentido
totalmente inesperado: el partido desaparece y quedan "él" y el
"pueblo". Cualquier palabra que sale de la boca de Trump se convierte
en "verdad", en artículo de fe para ellos. No hay nada entre ellos en
esta ilusión populista.
Seguiremos mañana con el análisis de este texto de gran interés, que se
convertirá en un plan de ruta, un compromiso con los norteamericanos, mediante
el cual trata de definir a los Estados Unidos y lanza una amenaza al resto del
mundo.
Es dudoso que haya salido de su pluma, pero sí es claro que se ha adaptado en parte a su forma expresiva y que contiene un amplio recurso de caminos abiertos que nos afectarán a todos de forma inmediata. Trump vende eficacia, que es distancia mínima entre propuesta y resolución. ¿Podrá hacer lo que propone? Una parte, evidentemente está en su mano, si no le frenan las instituciones; otra dependerá de la voluntad de todos, de hacerle ver los límites de la realidad.
* "El discurso íntegro de Donald Trump al jurar como presidente de Estados Unidos por segunda vez" RTVE.es 20/01/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250120/discurso-integro-donald-trump/16415002.shtml
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