miércoles, 21 de junio de 2023

Pactar o repetir, esa es la cuestión

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La fragmentación del sistema político español ha llegado a un punto en el que el término "voluntad de las urnas" ha pasado a ser un chiste. Desde el momento en que alguien tiene poca representación con bajo número de votos pero mucho poder a la hora de formar gobierno, el sistema se pervierte y cae en picado. Los problemas se multiplican y las paradojas se suceden.

Hemos generado un sistema de descontentos residuales en el que se produce un goteo de pérdidas de votos, ya sea por aburrimiento, por incongruencia o por desgaste en el poder. Todo esto lo recogen con la escoba los que han llegado para hacerse con esas migajas. Somos un país que está polarizado, lo que significa que hay líneas rojas que no se superan. Eliges a uno o a otro de tu zona ideológica de confort o te abstienes. La abstención, además favorece a los de votantes más fieles y polarizados. Existe, además, esa perversión llamada "voto útil", en donde das por bueno votar a los que te resultan menos repugnantes como alternativa. Una democracia, hay que reconocerlo, en la que no votas lo que te apetece, sino lo que crees que va a favorecer a terceros es un poco rara.

Más que un bipartidismo, tenemos un "bizonismo", es decir, una especie de voto orientado por cabreos con unos o con otros, que te hacen desplazarse allí donde menos defraudado te sientes. Esto funciona así hasta que lo realmente se pone en cuestión y peligra. Me refiero a la cervecita, algo por los que los madrileños abandonaron su gusto por las barricadas y se lanzaron a los bares ante el peligro de que se los cerraran por la pandemia. La promesa de Díaz Ayuso ("Nuestra Señora de los Bares", según la denominación popular) de mantener abiertas las barras de los bares pese a los peligros de contagio, ha sentado un hito histórico, haciendo abandonar la ideología a pueblos enteros en beneficio de lo único importante en este país.

Ahora, todas estas divisiones, exigencias, aprovechamiento de los votos al máximo, estirándolos como chicles empiezan a ser más complicadas de la cuenta. La presión de la convocatoria de elecciones generales ha puesto las cosas complicadas, que era de lo que se trataba. Pedro Sánchez jugo a dejar en evidencia los problemas de PP y Vox afeados desde fuera.

Una serie de circunstancias desafortunadas (meteduras de pata, sin más) ha llevado, creo que de forma imprevista la cuestión de la "violencia de género" al centro, con efectos varios. Vox se le pone cuesta arriba a un PP que quiere mostrarse centrista y moderado, pero con el partido de Abascal no es sencillo. De repente, los partidos han descubierto que tienen entre sus fila candidatos o miembros declarados legalmente "maltratadores", que por mucho tiempo que haya pasado desde que fueron condenados no son precisamente los modelos que presentar al electorado, sensibilizado con estas cuestiones. Partidos de derecha, de izquierda y de centro resultan tener entre sus filas "maltratadores" y, claro, esto no luce mucho ante los ataques.

Y entonces va Núñez Feijóo y mete la pata con lo del "divorcio duro" (¡quién asesora a este hombre!), lo que eleva el problema y lo personaliza en él. Ya no se trata de un concejal periférico, sino, como estaban deseando, el líder que se convierte en "incompatible" con la presidencia a la que aspira.

En todo este lío, en Extremadura se rompen los pactos de Vox y PP. Entre el camino valenciano y el camino extremeño —como si fuera algo proustiano—, se presenta el segundo como una vía real: ¡repitamos las elecciones!

No sé las reacciones que esto traerá, pero ¿por qué no? ¿Por qué no se pueden repetir unas elecciones allí donde está claro que Vox es una carga que además ya nos están afeando desde Europa en preparación de una campaña de rayos y centellas por la presidencia española por venir?

¡Qué miedo le tienen los políticos españoles a la repetición electoral! ¿No es un acto que entra dentro de la ley? Es preferible que se vea determinación en los principios que se establecen, que haya las líneas rojas, que pasarse cuatro años dándose puñaladas por las espalda, como ha pasado con Sánchez y Podemos, con Podemos y Sumar, que amenaza ocurrir con los pactos próximos.

Vox está lanzando ideas que no son asumibles por el Partido Popular ni por nadie. Es su línea de radicalismo en un terreno demasiado candente y doloroso la que va a marcar las estrategias, a la vista de lo que ha hecho hasta el momentos. ¿Por qué no afrontar directamente el reto y que sean las urnas las que lo decidan? Es un riesgo, ¿pero no lo es más crear una brecha dentro del propio electorado?

Vox dice que la "violencia de género" es "ideología", ¿pero acaso el negacionismo de esa violencia no lo es? Las lecciones aprendidas en la "internacional de la ultraderecha", con sede en los Estados Unidos, les exige negar la evidencia de la violencia. Si se piensa que esto es un error (y lo es), ¿no es mejor repetir las elecciones, como va a ocurrir en Extremadura, donde Vox ha mostrado su verdadera cara y sus pretensiones?

En RTVE.es nos hablan sobre lo ocurrido en Extremadura y el planteamiento del PP:

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola, se ha negado este martes a pactar con quien "niega la violencia machista", en referencia a Vox, y ha advertido al partido de Santiago Abascal que, o apoya su investidura como presidenta de la región, o habrá elecciones.

"Yo no puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista", así como a quienes "deshumanizan" a los inmigrantes o "colocan una lona y tiran a la papelera la bandera LGTBI", ha dicho Guardiola, quien ha aseverado que cree "en una Extremadura inclusiva, moderna, respetuosa y solidaria", ha reafirmado.*


Efectivamente. Pactar es asumir, dejarse arrastrar por los planteamientos. Vox tiene otros objetivos más allá de ocupar carteras. Es más importante entender lo que quiere hacer con ellas. Los que les dejan "cultura" y "educación" son de una enorme ceguera. Darles la oportunidad de extender su ideología es traicionar esas urnas de donde sale una petición de moderación. Con el centro desaparecido de estas elecciones (Ciudadanos se retira y está en el limbo), la responsabilidad del PP es doble. La estrategia solo les ha salido a medias: la absorción de votos del centro no se ha seguido por la ganancia de votos por la derecha. ¿No hubiera sido mejor pactar con C's que tener que hacerlo con Vox? Ahora, con C's fuera, solo queda la repetición de elecciones si no se quiere "normalizar" a la extrema derecha y su programa "cultural".

Pero es además exponerse a ser arrastrados a un conflicto que la oposición aprovechará y que tenderá añadido un coste político. El PP se tendrá que pasar toda una legislatura dando explicaciones de todas y cada unas de las acciones de Vox.

¿Por qué no repetir? La candidata de Extremadura ha dado un ejemplo de los límites, por lo que ha definido los perfiles claramente. Vox solo puede conseguir poder mediante estos pactos chantajistas. Que decidan las urnas.


* "El PP extremeño no gobernará con quien "niega la violencia machista": "O Vox apoya mi investidura o elecciones"" RTVE.es 20/06/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230620/pp-extremadura-se-niega-pactar-quien-niega-violencia-genero-vox-apoya-investidura-elecciones/2450055.shtml

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