sábado, 17 de junio de 2023

La violencia de género existe

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La polémica por la negación de la "violencia de género" y la idea de su sustitución por la idea de "violencia intrafamiliar" hace sonrojarse, primero, y enojarse después. No es ya que vaya contra lo que vemos cada día, sino viola la lógica. Una gran parte de la violencia se da, indudablemente, dentro de la familia, pero también existe un enorme número de casos en los que se da fuera del ámbito familiar. La violencia de género existe en el ámbito laboral, sin duda. Existe igualmente en las calles cuando las diferentes manadas se lanzan a la caza de mujeres a las que violar; existe en los colegios ahora que las violaciones en grupo se realizan en ese ámbito.

Decir que la violencia de género no existe es como decir que no hay días y noches o vivir en una burbuja negacionista. La polémica no es gratuita. Los que niegan su existencia saben lo que hacen o son los suficientemente idiotas como para suscribir sin entender un programa político que tiene varias fuentes y una misma intención.

Las declaraciones del diputado de Vox han hecho terciar al Núñez Feijóo antes de que pueda ser usado como un arma contra el PP en las elecciones. Vale todo en este mundillo electoral y debería haber una gran acuerdo nacional sobre esto dejando fuera a los que tratan de confundir y revolver las aguas sociales.

Nos explican las declaraciones en RTVE.es: 

El presidente del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo ha señalado que "la violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad".  Dicho esto, ha garantizado que el PP no dará "ni un paso atrás en la lucha contra esta lacra".

Lo ha hecho tras las declaraciones del diputado de Vox y número dos del partido en Valencia el pasado 28M, José María Llanos, quien ha asegurado en TVE que "la violencia de género y machista no existe" y ha defendido el concepto de "violencia intrafamiliar". Llanos, que será previsiblemente el nuevo presidente del parlamento autonómico y fue portavoz adjunto en Les Corts la pasada legislatura, se ha pronunciado así a raíz de la polémica por el acuerdo entre su partido y el PP para gobernar juntos en la Comunidad Valenciana, que incluye la lucha contra la violencia intrafamiliar pero no hace ninguna mención a la violencia de género.

 

Que personas con esta visión del mundo puedan ser elegidos es una manifestación más de qué tipo de perversiones se nos presentan como opciones electorales. Hay cosas sobre las que se pueden discutir, pero hay otras que nos afectan como sociedad, a todos. Desgraciadamente, la violencia de género es una de ellas.

No se debe ceder un milímetro, por muchas alcaldías o autonomías que estén en juego, en esta cuestión. No se trata ya de los casos que se produzcan, sino del reconocimiento mismo del hecho. Nadie puede negar los casos, representados en muertes, agresiones, etc.; pero si se puede jugar —como de hecho hacen— con las interpretaciones y calificaciones de los hechos, con su origen.

De la misma forma que en los casos de suicidio por acoso se trata de camuflar el significado profundo, el origen de los hechos, haciéndolo ver como casos de "salud mental" y de su arreglo con más psicólogos escamoteando la realidad social del hecho (el suicidio se comete por el acoso al que se somete a la víctima), está pasando lo mismo en los casos de violencia de género.

Es evidente que una gran parte de los casos se da fuera de la familia, por lo que no tiene sentido dejar fuera toda esa parte. ¿Qué se busca con ello? No está muy claro porque los que defienden el término "violencia intrafamiliar" se suelen presentar como "defensores" de los "valores familiares". Quizá sea una forma de "relativizar" los hechos y tratar de decir que es la falta de atención a las familias, y que son los supuestos ataques que se realizan contra esos "valores". Quizá se trate de hacer ver que hay "familias buenas", con sólidos principios, en las que estas cosas no pasan y que, esto solo pasa con familias "problemáticas".

Para ciertos sectores ideológicos, la "violencia de género" es un "invento" del feminismo, al que consideran una ideología contraria. Quizá el jugar partidistamente por parte de algunos, con el concepto haya permitido el desarrollo de esa idea. No, la violencia de género es un hecho precisamente porque se da fuera de la familia. La "violencia de género" no significa que "los hombres sean malos" y "las mujeres buenas". Esto es una caricatura, venga de donde venga.

Significa que hay una violencia que se basa en distintos principios de fuerza acumulados en la historia, de la violencia física a la legal o institucional. Violencia de género es que se maltrate a una mujer, pero también lo es institucionalmente, como hacen los talibanes, que se prohíba su educación para evitar que el día de mañana puedan ser independientes. Violencia no es solo asesinar, golpear, encerrar... sino también impedir que las mujeres puedan tener un camino abierto para desarrollar sus posibilidades.

La campaña para evitar que en colegios e institutos españoles se hable de violencia de género, de derechos de las mujeres, etc. es una evidencia sobre qué esperan de la sociedad y del control de la misma. La escuela se ve como una amenaza a un orden intrafamiliar tradicional, que parte de una estructura jerárquica (el "cabeza de familia") y un sistema vertical de aceptación de la misma como un orden ideal que en muchas ocasiones se expresa como orden social más amplio. Todo ello parte de esa idealización del orden familiar. No dudo sobre que existan familias felices, como tampoco de que existen otras muchas desgraciadas. Pero esto no va solo de las familias perfectas y otras que no lo son.

Esto, por el contrario, desborda el ámbito familiar, como hemos dicho, si bien exige entenderlo de otra manera. Es en él donde se "normalizan" muchas conductas agresivas o de dominación que posteriormente serán desarrolladas fuera de la familia.

El crecimiento del abuso escolar, del que todos nos advierten, es la antesala de un crecimiento del abuso de género, pues es la forma que algunos consideran "normal". Cuando la ONU nos advierte en un reciente informe mundial del crecimiento de la aceptación de la violencia contra las mujeres y se nos está ofreciendo un panorama preocupante. No solo no se reduce, sino que está creciendo.

Que en este contexto, se produzca este negacionismo de la violencia de género no solo es una aberración sino una seria advertencia sobre aquello a lo que nos vamos a tener que enfrentar.

Llevamos un tiempo asistiendo a las violaciones en grupo por parte de menores. Los violadores son cada vez más jóvenes, niños en ocasiones. Esto es de suma gravedad porque representa que fallan las tres instancias que deberían enfrentarse a ello: la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto como final de la propuesta de modelos de comportamiento.

Hay una especie de miedo o de pacto de silencio  que no puede ampararse en la discreción por ser "menores". Es precisamente ahí donde reside precisamente el enorme problema. Testimonios como el del diputado de Vox o silencios para favorecer pactos son un peligro para el futuro.

Es bueno que Núñez Feijóo haya salido rápidamente al paso. Es necesario evitar la politización y eso solo se puede hacer desde la política misma, dejando claras las posturas y definiendo de qué lado está cada uno.

El negacionismo de la violencia de género es malo en todos los órdenes; su instrumentalización, también. Es una cuestión de cambio social, más allá de los necesarios actos políticos en las instituciones y leyes. Pero son las mentes, los malos hábitos, las creencias en una "normalidad" patológica idealizada.

Es necesario comprender y explicar cómo esa violencia se produce desde unas desviaciones que hoy son incompatibles con nuestros modelos sociales, por más que muchos quieran volver a ellos.

La mirada a aquellas sociedades donde la vida de las mujeres está sujeta por ley, por religión, a la voluntad masculina —marital y paterna—, decidiendo sobre cómo, dónde, de qué y, finalmente, hasta cuándo vive, debería hacernos reflexionar antes de decir cosas peligrosas, que serán aprovechadas por aquellos que están deseando vivir su anormalidad peligrosa como normalidad tradicionalistas. Ellos no solo "llevan los pantalones en cas"; también llevan el puño, la pistola o el machete. No solo lo llevan en casa, con las mujeres de "su propiedad", sino que extienden su poder a toda mujer, que debe obedecerles, les conozca o no. Entienden que su poder llega hasta las mismas empresas, donde no existen compañeras de trabajo, sino mujeres que deben mirarles como a machos poderosos, capaces de decidir sobre su futuro (el movimiento #metoo) y para los que no hay límites de edad, como confirman los casos de algunos famosos (el affaire Epstein-Maxwell). 

La violencia de género puede ser ejercida también por mujeres, como es el caso mencionado de Ghislaine Maxwell, cómplice y conseguidora de víctimas para su marido pedófilo y sus amigos). No es una guerra de hombres y mujeres, sino de ciertos hombres, instituciones, etc. que tratan de mantener, de evitar los cambios sociales. Nuestro conocimiento actual nos llama a actuar, a evitar que todo esto se siga produciendo.

Es fácil hacer demagogia con todo esto. Sus efectos son ese crecimiento, esa confirmación en las encuestas de que cada vez hay más adolescentes que consideran que es lícito usar la violencia para "corregir" las conductas de las mujeres. El paso siguiente es considerarlas una propiedad, algo que carece de libertad para decidir su vida. Finalmente, la violencia aparece con efectos trágicos. La propiedad de la mujer, la capacidad de decisión sobre sus vidas se amplía del círculo más próximo y va creciendo hacia el exterior, de casa al trabajo, del trabajo a la calle misma. La mujer obedece o se arrepiente.

Esta forma de violencia está ligada al "género", es decir, a la construcción y sentido de las diferencias sexuales en el mundo construido de la cultura. Si algo nos define como humanos es no tener que reproducir la violencia de la naturaleza sino poder transcenderla mediante esos mecanismos que nos ofrecen libertad. La violencia se reduce cuando la sociedad crece en direcciones de justicia e igualdad, de libertad de las personas, un concepto que va más allá del de mero "organismo" en un sistema salvaje.

Esto tiene un origen. Estamos padeciendo un retroceso gracias a las campañas expansivas que desde los Estados Unidos se han emprendido contra el igualitarismo sexual. Los grupos ultra religiosos, aliados a otros de tono parecido, han emprendido una "cruzada ideológica" que está siendo exportada a Europa y que en España tiene su fin en Vox, como hemos tenido ocasión de señalar en otros campos (xenofobia, concretamente). Esto es el resultado de la sincronización de fuerzas para crear en distintos países movimientos políticos reaccionarios que han comprendido que la lucha no es solo por los votos, sino que a estos los mueven las ideas. Los grupos familiares que protestan en España porque a los alumnos se les habla de igualdad en clase tienen las mismas raíces reaccionarias que están bloqueando los libros en las aulas norteamericanas. Van directamente a las fuentes, tanto a las culturales (las ideas) como las educativas (la expansión de las ideas). Se aseguran así el futuro mediante la conservación de las ideas que se transmiten en casa. Luego no es fácil cambiar ese "pack" reaccionario recibido dentro de la familia feliz y llevado dentro de la cabeza toda la vidaEl "nacionalismo" de Vox es solo una fachada. No hay partido más condicionado por una "agenda externa" que Vox. Es de fuera de donde copian o importan los modelos e ideas, de la "demografía" al "género". 


Si, la violencia de género existe. Negarla es ya una forma de ejercer la violencia, generadora de violencia futura.  Es algo que nos compete como seres humanos, no es solo una "cuestión de mujeres" ni de "feministas". Debería ser un tema de coincidencia y de trabajo común para mejorar la vida de todos.

Este negacionismo forma parte de una contraofensiva cultural, claramente definida. Lo que esta en juego es mucho, para las mujeres y para todos, pues el modelo de sociedad lo que está sobre la mesa. Este neo ultra tradicionalismo ha perdido su timidez y se lanza a través de este tipo de manifestaciones, de creación de redes de refuerzo, inserción en el sistema educativo, etc. para frenar lo que considera que le deja en evidencia y le hace perder peso social. La evidencia está en el crecimiento de esta violencia que se niega.




* "Feijóo replica a Vox: "La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona"" RTVE.es 16/06/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230616/feijoo-violencia-genero-existe/2449714.shtml

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