domingo, 4 de junio de 2023

El furor de las prohibiciones lectoras

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Vivimos unos tiempos en los que, invocando unos principios o los contrarios, nos pasamos el tiempo prohibiendo algo. Creo que es la natural respuesta a la expansión de la información gracias a los flujos de información que posibilita la tecnología. En los inicios de la imprenta ocurrió algo similar: la posibilidad de imprimir más libros trajo la reacción de los "índices" de obras prohibidas. Hoy vivimos en un mundo de distribución de información instantánea, lo que provoca la reacción contraria. Si hay muchos países con internet, cada vez son más los que levantan muros de vigilancia y control en sus fronteras para evitar que la información entre o salga; cada vez hay más control de los dispositivos y las dictaduras invierten más en vigilancia.

Lo que nos parece un poco extraño es el empeño que en algunos lugares que son presuntamente democráticos ponen en las prohibiciones. Lo estamos viendo en los Estados Unidos en las informaciones relativas a las cuestiones identitaria en lo que respeta al género, donde las fuerzas represoras se alían para evitar el acceso a información sobre esta cuestión. Eso comparte ahora Estados Unidos (una parte al menos) con la Rusia de Putin que también ve como un peligro cualquier cosa que sea distinta en materia sexual y es capaz de justificar la guerra de Ucrania señalando que se trata de "liberarla de un mundo gay", en palabras del oficialista líder de la iglesia ortodoxa rusa, el Patriarca de Moscú. Que Rusia y los Estados Unidos se alineen en la censura habría hecho las delicias de George Orwell. 

Parece que los dos grandes movimientos que hay que reprimir en el mundo son el feminismo, percibido siempre como un peligro por los autoritarismos tradicionalistas, y las cuestiones relacionadas con la identidad de género y su diversidad. Ambos campos están ligados y representan el disenso es un sistema donde los roles están fijados bajo una apariencia de ley natural o divina, según los casos, que hay mantener en pie para evitar que el mundo se derrumbe. 

Me llamó la atención una de esa líneas móviles en la zona baja de nuestras pantallas, un titular esquivo que debes esperar a una "segunda vuelta" para poder confirmar lo que has leído. La línea, breve como suele ser el caso, hablaba de la "prohibición de la Biblia". La curiosidad me ha hecho tratar de encontrar el origen del titular, algo que no encontré en la cadena televisiva, pero sí en otras fuentes. 

La noticia la encuentro en The Guardian de ayer, sábado, con el siguiente titular "Utah school district that banned Bible considers removing Book of Mormon". En el texto se nos explica: 

A school district in Utah that last week banned the Bible from school libraries is now being asked to consider a further title for removal: the Book of Mormon.

The Davis school district, which serves Davis county, north of Salt Lake City, said it was considering a new complaint demanding the removal of the foundational text of the Utah-based Church of Jesus Christ of Latter-day Saints. 

The latest potential removal comes just a week after the Bible was taken off the shelves of libraries in elementary and middle schools after being deemed by a committee to be inappropriate because it contained “vulgarity or violence”. The Bible will remain in high school libraries.

The school district said it would assess the Book of Mormon for “all elements of the definitions of pornographic or indecent materials” as defined under a Utah law concerning sensitive materials.

The request to remove the book referenced violence including battles, beheadings and kidnappings.

A national furore has arisen over the removal of books from public schools in several states, often driven by conservatives targeting material that contains references to gender identity or sexuality.*

Que The Guardian encuadre la noticia de Utah como un "furor nacional" no debe tomarse como una forma periodística de llamar la atención, sino como la escueta descripción de una realidad. La única cuestión es que esto ya desborda la realidad nacional y se está practicando en otros escenarios bajo las más llamativas excusas, que van de la protección de la infancia a la salvación de los valores que definen desde el origen de los tiempos a las naciones.

En esto del prohibir, no se acaba nunca. Creo que es una especie de ley. La prohibición tiene dos dimensiones: lo que se prohíbe en sí mismo, ya sea un texto escrito, una película, un largo de falda, una posición del velo... y, por otro lado, el refuerzo que la prohibición supone para aquellos —personas, instituciones...— que las imponen. Por eso, cuando se empieza a prohibir, no se acaba nunca. Es la prohibición la que representa el poder y la que permite imponerlo. Es acción y refuerzo.


El párrafo final del texto que hemos recogido de The Guardian hace referencia a lo que señalamos como campos "preferentes", identidad de género y sexualidad, lo que deja en evidencia el papel de la "tradición", de la "convención", del "orden" o como lo queramos enfocar. Detrás de todos esos conceptos está el de "poder", que es la capacidad de dar forma al mundo que nos rodea con nosotros dentro.

La batalla a la que nos enfrentamos, además, se produce cada vez más en el ámbito escolar porque allí es más fácil, es decir, menos evidente ejercer el control. Si los adultos tienen por definición más libertades, el espacio que se puede controlar invocando el cuidado, la indefensión, la responsabilidad, etc. es el infantil. Pero esto es casi siempre una excusa porque de lo que se trata es de "prevenir" para no tener que "curar". El niño, como decía W. Wordsworth en su poema es "el padre del hombre"; controlando al niño, se produce el adulto. Al menos, se reduce el riesgo.

Esta idea es la que cuesta muchos despertares traumáticos cuando las personas adultas descubren hasta qué punto han sido manipuladas en su infancia para ser de una determinada manera y rechazar otras. No todas descubre esa manipulación sin consecuencias traumáticas o sintiéndose culpables de haber traicionado, defraudado, engañado... a sus familias y entorno.

La lucha por prohibir lecturas en las escuelas tiene mucho que ver con el otro furor complementario, el de borrar el pasado y ajustarlo a nuestro presente. Ya no se trata de una simple interpretación desde un mejor conocimiento, sino sencillamente de hacer desaparecer todo aquello que no nos gusta. Afecta directamente a los propios textos, que son reescritos. Es lo que George Orwell llamaba "vaporizar", el oficio que el protagonista de su 1984 practicaba: hacer desaparecer de los textos (libros y periódicos) todo aquello que resultaba molesto y discordante.

Los conceptos de obscenidad, violencia, etc. son relativos y se imponen a los textos con criterios diferentes según las épocas. La diferencia es que esto está ocurriendo en un entorno en el que la tecnología posibilita un control mayor de las personas, por paradójico que nos parezca. Quizá nos estamos acostumbrando demasiado a este tipo de procedimientos de control que posibilitan condicionar nuestros caminos vitales y el entorno en el que desarrollarlos.

La lucha por el control de las escuelas es la lucha por el control de las mentes de los escolares que serán mañana los adultos que decidan o que, simplemente, obedezcan. La obediencia más sutil es aquella que se practica sin saber que es el resultado de un proceso de dirección mediante límites e impulsos. Todos pensamos en nosotros mismos como seres libres, seres que siguen sus impulsos. Sin embargo, esos impulsos se dan sobre un plano dibujado ante nosotros. Es un mundo en el que ha oportunidades y eliminaciones, donde no pensamos en lo que no vemos, donde lo que vemos nos parece natural, el gran éxito de cualquier forma de manipulación.

El furor prohibitivo es el resultado de una necesidad de reajustar el orden que se escapa a unos y a otros. En unos lugares solo se vuelve aceptable la lectura del libro único, aquel que se considera que recoge los límites del mundo en que debemos vivir. De la Biblia al Corán y ahora también el Libro del Mormón, todo se convierte en lucha inacabable e insaciable por el control de lo que lees y no lees.

En otros espacios, las prohibiciones se extienden porque nos muestran formas de vida que a alguien le resultan inaceptables y los consideran como puertas de entrada al desorden.

Que las dictaduras se comporten como dictaduras no debe sorprender, pero que las democracias incurran en estos ejercicios de intransigencia de prohibiciones de diverso tipo, de luchas entre varios tipos prohibiciones, etc. es triste por lo que representa, la destrucción de la convivencia y la desaparición de la tolerancia, el deseo de adoctrinamiento como forma de evitar futuras disidencias.

Maestros y bibliotecarios son vistos como peligrosos agentes contaminantes de las mentes de los niños. Su lecturas propuestas son vistas con lupa dentro de la lucha por evitar que entre en sus mentes cualquier idea peligrosa que marque las decisiones de sus vidas.

El furor de la prohibición muestra diversas tendencias en la intransigencia y una misma voluntad, convertir las escuelas en espacios de adoctrinamiento por exceso o por defecto de lecturas. La libertad de las personas es demasiado peligrosa para los que consideran que deben salir como piezas de fabricación en serie.

El repertorio de prohibiciones se sigue ampliando con diversos fines. La lista de libros prohibidos sigue aumentando y con ello las posibilidades de formación de las personas, de las que se alejan "tentaciones" y "malas influencias".

 

* Oliver Milman "Utah school district that banned Bible considers removing Book of Mormon" The Guardian 3/06/2023 https://www.theguardian.com/books/2023/jun/03/utah-school-district-book-of-morman-ban

 

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