Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
terrible atentado ocurrido ayer viernes en Egipto muestra muchas cosas además
de la barbarie. Es un auténtico retrato de los asesinos, de su forma de ver la
religión, la vida y el futuro. En esas 305 personas asesinadas (cifra hasta el
momento) se refleja una visión del mundo sobre la que es necesario preguntarse.
A la
reciente emboscada sangrienta contra fuerzas de seguridad, se añade ahora esta
contra fieles musulmanes, pertenecientes a una cofradía sufí, que celebraban la
oración del viernes. Los detalles de la matanza muestran que de nuevo se ha
operado con toda frialdad, encerrando a las víctimas en una trampa y matando y
rematando a continuación. Les esperaban a la salida para ametrallarlos.
En uno
de los atentados ocurridos entre nosotros, una de las cosas que más recalcamos
era el mensaje amenazador de uno de los terroristas señalando que sus objetivos
eran "Occidente" y "aquellos que se desviaban de la religión
verdadera". Es obvio que para ellos, la religión "verdadera" es
su propia versión. No admiten otra y se consideran, por ello, facultados para
ejercer de jueces y verdugos en el nombre
de Dios.
Por
muchos intentos que se haga de desligar la violencia de la religión, lo cierto
es que está en el centro. Todo es religión, por ello nada escapa
a ella. Son las personas las que le dan un sentido de guerra o de paz, de intransigencia o de convivencia. El sentido que algunos le dan es evidente. Las víctimas lo son también por su religión, lo coptos, o por ser considerados heréticos, como ahora los sufíes. Los hay que viven en paz y otro, en cambio, hacen de la guerra y la muerte, del asesinato su camino al Paraíso.
Bajo el
mandato del presidente al-Sisi, que surge de un golpe de estado tras la repulsa
popular contra el gobierno islamista-salafista, se están produciendo los
mayores ataques de los fundamentalistas contra las minorías cristianas, los
coptos, y también contra los grupos, como los asesinados fieles sufíes de la
mezquita de ayer, que se alejan de su visión cerrada, retrógrada y criminal de
la religión.
Los
apoyos liberales del gobierno se fueron cayendo por el camino y quedó la idea
de siempre en Egipto: un líder carismático, militar, al que la gente sigue
mientras tenga éxito y una represión brutal cuando fallan. Ningún presidente ha
salido bien del poder: Nasser vencido, Sadat asesinado, Mubarak y Morsi depuestos.
Sin
apoyos más que a su persona, sin ideas políticas, lo único que ha quedado es el
patriotismo militar de siempre, el nacionalismo balsámico, los megaproyectos
para los que sí hay dinero para asombro de todos, y un parlamento títere del
que se expulsa al que critica más de la cuenta y muchas de cuyas propuestas
causan sonrojo a los propios egipcios, que lo consideran la institución menos
valorada.
El
vacío de ideas ha llevado a un espectacular aumento de la represión social. Se
trata del espectro amplio de los derechos humanos: represión contra homosexuales,
ateos, restricciones a las mujeres, censura periodística y artística, etc. De
esta forma, el régimen intenta representar una especie de "virtud" tratando
de evitar las críticas de los sectores más conservadores. Otras simplemente se defiende de los escándalos de corrupción que vienen de viejo.
Para un
observador exterior, lo que ocurre no tiene sentido: ¿por qué se quitan de
encima a los islamistas y sin embargo comienzan una carrera ultraconservadora
que persigue cualquier atisbo de cambio hacia una modernidad reclamada por muchos? ¿Por qué responsabilizar a la
petición de libertades del 25 de enero de 2011 de lo ocurrido después cerrando
cualquier camino de renovación?
Otra
vez se ha vuelto a la estrategia de las denuncias ante los jueces cada vez que
alguien hace o dice algo que no gusta al gobierno a los islamistas o
simplemente a los ultraconservadores que pueblan una parte importante de la
sociedad egipcia. De nuevo, cantantes, periodistas, presentadoras de
televisión, escritores, etc. son llevados ante los jueces y condenados por
"ofensas" a la religión, a la sagrada moral pública o al río Nilo,
como con la cantante Sherine. De nuevo cuelgan pancartas pidiendo a los padres
que "vigilen" a sus hijas y un abogado sale en televisión diciendo
que es un deber patriótico violar a las mujeres que salen a la calle con
pantalones rasgados. De nuevo las razias policiales contra librerías en las que
se encuentran libros sin el ISBN, como ocurrió el otro día, contra la librería
de Merit Publishing, uno de los puntales culturales modernos.
El
atentado de ayer es monstruoso, pero de nuevo está destinado a contentar a un
sector que no lo lamenta, dado el fraccionamiento social existente. Al igual
que los ataques contra militares o coptos, los ataques contra la mezquita sufí buscan
debilitar la imagen del gobierno y en especial del presidente que se enfrenta a
la reelección, como le piden en campañas de recogida de firmas.
El
ministro de Educación egipcio declaraba no hace mucho que había una vía
militar-policial contra el terrorismo, pero que no había que olvidar la vía
educativa para evitar la radicalización. Lo sorprendente es que para este
empeño, el gobierno de al-Sisi prescinde del mayor apoyo que podría tener, los activistas
seculares, a los que se silencia o encierra. El problema es que no respaldan
sus políticas represivas.
Tras el
terrible atentado contra la mezquita sufí, cabe preguntarse sobre las
estrategias seguidas y especialmente sobre el futuro. ¿Servirá algo de lo hecho
(sea lo que sea) para frenar el radicalismo?
La
emboscada realizada a las fuerzas egipcias hace unas semanas fue un duro golpe
al ejército en un mundo en el que el prestigio se mantiene en la victoria y se
pierde cuando llegan los problemas y fracasos. Esta nueva masacre es algo más que un atentado;
marca un antes y un después en la vida egipcia y el régimen. Es esencialmente un desafío.
En
Al-Arabiya se nos dice:
The attack on Al Rawdah mosque in Bir al-Abed,
near al-Arish city, is a “unique phenomenon” in Egypt, a Cairo-based analyst
told Al Arabiya English.
“While Egypt’s Sinai peninsula had witnessed
several deadly attacks in previous years, including assaults on security forces
and of course the downing of the Russian plane in 2015, this mosque attack is
unique in so many ways,” Said Sadek, a political sociology professor said.
Previous attacks on religious institutions
mainly targeted churches and security points, but here the target was civilians
praying inside a mosque, Sadek explained.
“This is the 9/11 of Egypt,” he said, adding
that the state should reconsider its strategy to fight terrorism after this
"political disaster."*
La respuesta del estado egipcio ha sido el bombardeo
inmediato tras la promesa del presidente de uso de "fuerza brutal".
Eso dejará satisfecho a algunos, pero la misión del estado es proteger a sus
ciudadanos y no "vengarse" después de una masacre. Es la vida de las
personas lo que hay que salvaguardar. Los fracasos en la protección de las iglesias coptas, las emboscadas a las fuerzas de seguridad, tras la que hubo una reforma de la cúpula de seguridad, y ahora los sufís dejan al estado bajo mínimos de confianza. Y ese es el objetivo de los terroristas y de los que están tras ellos: la erosión del poder, la pérdida de confianza que reste legitimidad.
La pregunta es si lo que está haciendo el gobierno egipcio realmente,
a medio o largo plazo (a corto es evidente que no) pueden transformar este
sentido enfermo, totalitario y fanático de la religión que ha anidado en la
sociedad egipcia, que no puede ser ignorado y cuyas causas se siguen obviando.
Podrán inventarse todo tipo de explicaciones conspiratorias para evitar hacer
explícito algo que todos saben: por mucho que se responsabilice a otros, el
problema está allí. Ha estado durante décadas y seguirá si no se produce una
apertura que permita que sea la sociedad civil la que intente enfrentarse a la
ideologías regresivas. Podrán hacer centros culturales, como señalaba el
ministro de Educación, pero ocurrirá como con la mezquita, se les ametrallará a
la salida o se harán saltar por los aires.
Mis condolencias a los familiares de las víctimas y a todos
los egipcios que quieren la paz, un país mejor y más libre, un país que muchos
egipcios se merecen.
*
"‘Egypt’s 9/11:’ Mosque attack deemed deadliest in country’s modern
history" Al-Arabiya 25/11/2017 https://english.alarabiya.net/en/features/2017/11/25/-Egypt-s-9-11-Mosque-attack-deemed-deadliest-in-country-s-modern-history.html
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