Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
distancia egipcia entre el 25 de enero de 2011 y el 30 de junio de 2013 se
agranda. La entrada en un periodo de renovación presidencial hace que se
eliminen las voces que puedan recordar al nuevo régimen sus raíces en el
antiguo y sus errores propios.
Por
todo el país se recogen firmas para apoyar la reelección del presidente
al-Sisi, que debe sentirse inseguro por el grado de eliminación de resistencia
que se está realizando. La campaña en
favor de su presentación a un segundo mandato es una forma indirecta de testeo
de la aceptación tras un durísimo periodo de ajustes económicos a través de los
recortes de subsidios. La crisis turística es obvia y los periódicos han
aprendido a informar de ella en los términos que no disgusten. Egypt Independent titula hoy mismo
"British tourism to Egypt increases by 74 percent in 2017: British
ambassador to Egypt". Sin dar cifras, solo porcentajes, un estilo
que se repite. Se dice que hay más, pero las cifras reales son bajas para que
se pueda producir un incremento de un 74%.
El ministro de Educación se muestra satisfecho por las
actividades culturales e intervenciones en la universidades para evitar que
sean semillero de radicalismo religioso. "He also deplored the fact that 25 million Egyptians are illiterate"*,
señala en el periódico estatal Ahram Online.
Las campañas homófobas o contra los ateos y reformistas, con
encarcelamientos incluidos; la persecución de personas, como el caso de la
cantante Sherine por "insultar al Nilo" al decir que prefiere el agua
embotellada mineral a las del río; la condena a tres años de cárcel a la
presentadora que osó hablar de madres solteras en televisión, etc. no muestran
que el estado esté erradicando el extremismo, sino más bien que lo está
instrumentalizando de forma sectaria en su favor. Se presenta como una
alternativa de moderación al radicalismo, pero en un ente que produce su propio
radicalismo. Es lo que les vale las condenas internacionales por la constante
violación de los derechos humanos. Está bien combatir el terrorismo y el
fundamentalismo, pero el sistema produce su propia intransigencia, algo que nadie
aplaude aparte de ellos mismos.
Dentro de esta intransigencia, siguen persiguiendo a su
mayor fuente de problemas, los activistas del 25 enero, de los que el gobierno
está cada vez más distante. No se ha tenido bastante con hacer creer que el
origen de la situación de crisis es el levantamiento popular contra un régimen
autoritario. Hay que perseguir a los que denuncian las formas autoritarias y
siguen reivindicando pacíficamente un país de libertades.
La prensa nos trae de nuevo noticias sobre la activista Mahinour el-Masry, a la que se quieren controlar por medio de
largas detenciones a la espera de juicio (una forma habitual de castigo sin que
exista condena):
A rights lawyer says an Egyptian court has
ordered a prominent activist to remain in custody pending trial on charges of
participating in an illegal protest against the government’s transfer of two
strategic Red Sea islands to Saudi Arabia.
Taher Aboelnasr says Mahinour el-Masry, a
rights lawyer herself and notable activist from the country’s 2011 uprising,
and another defendant attended Saturday’s trial in the Mediterranean city of
Alexandria. The court ordered that they remain detained until reconvenes on
December 30.
He said el-Masry and four other activists are
on trial over charges of protesting illegally in June against the surrender of
Tiran and Sanafir to Saudi Arabia. The presidency has since ratified the
islands’ transfer.
All unauthorized demonstrations in Egypt are
illegal under a law adopted in late 2013.**
Es evidente que el gobierno no autorizará ninguna
manifestación que cuestione sus decisiones. Esto le sirve para silenciar a los
activistas, ya sea no dejándoles manifestarse o encarcelándoles, como es el
caso, si se manifiestan.
La entrega de las islas de Tiran y Sanafir ha sido el punto
de mayor enfrentamiento con la sociedad y los activistas. Que se lleve a juicio
a una persona por decir bromeando que no beberá agua del Nilo y después
entregar dos islas a otro país es un forma curiosa de entender el "patriotismo".
Reteniendo a los activistas, el gobierno pretende quitar peso a esta cuestión
mientras el presidente sigue jugando con la idea de que "seguirá los
deseos del pueblo". Además de las noticias sobre Mahinour el-Masry, ha
habido noticias en días anteriores de detenciones de activistas contra la
entrega de la islas, que son los que más seguidores pueden congregar.
La campaña es precisamente una forma de comprometer a la
gente para que lo apoye. Su función psicológica es hacer ver que el pueblo lo
quiere y por ello se presenta. La anterior campaña ocurrió igual. Se da a
entender que se trata de un compromiso, de un deber, de un sacrificio ante el
pueblo egipcio. Esa es la estrategia, la del imperativo patriótico, ante el que
el presidente (simbólicamente "el Ejército"), aceptan la tarea de
dirigir los destinos del pueblo.
Hay otra segunda noticia hoy, a través de Mada Masr, que nos
muestra la intensificación de la campaña contra los activistas, esta vez contra
uno de sus centros, la librería y editorial Merit, de El Cairo:
Police raided the downtown office of Merit
Publishing House on Sunday night and detained one volunteer, Mohamed Zein,
according to lawyer Mohamed Eissa. Zein is scheduled to appear before the
Abdeen prosecution early on Monday for questioning on allegations of being in
possession of unregistered books without ISBNs.
The lawyer told Mada Masr that officers from
the Interior Ministry’s Department for the Investigation of Artistic Products
and Intellectual Property Rights raided the publishing house 15 minutes before
they were joined by a unit from the Abdeen Police Station, and claimed to have
found 11 books without ISBNs. Eissa, however, refuted these claims, asserting
that several of the books flagged did have ISBNs and the rest had not been put
up for sale as they were gifts to Mohamed Hashem, the owner of Merit Publishing
House.
Hashem has not been summoned for questioning,
the lawyer added.
In December 2015, the Merit Publishing House
office in downtown was raided and Zein was briefly arrested following similar
claims of selling unregistered books. On this occasion the owner was summoned
to appear before the prosecutor’s office.
Established in 1998, Merit has played an
important role in Egypt’s publishing scene and is known both for its
anti-censorship stance and for publishing experimental and unknown work. It
prints a wide variety of books, including poetry, fiction and nonfiction,
focusing particularly on young talent, providing a space for writers who
previously had to resort to self-publishing and extremely limited distribution.
The publishing house’s downtown office is
well-known for having opened its doors as a safe haven for protesters during
the 2011 revolution.***
La librería Merit es otro símbolo de resistencia y
modernidad que incomoda al gobierno. La acusación de tener 11 libros sin ISBN
solo tienen sentido si se ha convertido el ISBN, una forma internacional de
identificar los libros, con una forma de censura. El ISBN no tiene esa función,
pero el gobierno egipcio ha transformado lo que es una forma de localización en
la excusa para la censura o para crear un nuevo delito.
El paralelismo con la ley que dice que toda manifestación no
autorizada es un delito es evidente. De igual forma, la posesión de todo libro
que no tenga el ISBN se considerará un delito. Lo será para quien lo edita, que
es el responsable de solicitar un ISBN, pero se ampliará a su posesión, como ha
ocurrido con la librería, que no sería responsable. Lo mismo que la librería,
estar en posesión de un libro que no ha sido aceptado por la oficina local del
ISBN, puede conllevar la detención del portador.
Es un mecanismo que se ha extendido en la vida egipcia como
una aberrante normalidad: solo el gobierno puede decir qué es verdad o no (ley
de los medios), que libros son legales o no (usando el ISBN como marcador de
legalidad), quién se puede manifestar o no, etc. La ley que comentábamos ayer
también trata de establecer a que personajes históricos y religiosos no se puede criticar, una forma más de censura.
Lo más sorprendente de todo esto es lo ofendido que se
siente el gobierno egipcio cuando se le afean internacionalmente estas prácticas.
La confusión entre lo que son leyes y lo que es pura represión o
instrumentalización política de las instituciones es una constante del régimen.
Ocurre allí donde el poder está siempre en las mismas manos.
Lo que debería tener quitado el sueño a todos son esos
"25 millones de egipcios iletrados" y no cerrando librerías porque
los libros no tengan el ISBN. Esta precampaña se va a caracterizar —ya lo está
haciendo— por un aumento de las detenciones de aquellos que puedan ensombrecer
al presidente sacando los puntos oscuros a la luz. Poco éxitos hay que poner
sobre la mesa.
La campaña presidencial de 2018 tiene esas piezas que van de la recogida de firmas y llenar Egipto de pancartas para que el presidente se dé por aludido y se presente a la retirada de las personas que le puedan amargar el camino. Todo ello, sin embargo, forman parte de la propia campaña. Es el programa negativo con el que el presidente se presentará.
*
"Egypt is doing a good job stemming extremism in universities and
villages, culture minister tells MPs" Ahram Online 20/11/2017
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/281842/Egypt/Politics-/Egypt-is-doing-a-good-job-stemming-extremism-in-un.aspx
**
"Egypt detains prominent activist over protest" Egypt
Independent 20/11/2017
http://www.egyptindependent.com/egypt-detains-prominent-activist-over-protest/
"Police
raid Merit Publishing House, detain volunteer" Mada Masr 19/11/2017
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