Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Todo el
mundo parece estar muy preocupado por "lo real". La CNN me dejaba también preocupado está mañana con la aplicación de las técnica de captura de
movimiento a las imágenes de los políticos. Hasta el momento hemos visto esta
tecnología aplicada a personajes como el mono César, el líder de la rebelión de
la nueva entrega de la serie "El planeta de los simios", pero ¿y si
aplicamos —como nos mostraba la CNN— el "invento" a Donald Trump,
Barack Obama o Vladimir Putin? La cuestión empieza entonces a ser un poco más
preocupante.
Mélenchon
se dedicó a replicarse virtualmente en distintos escenarios durante la última
campaña presidencial francesa. En teoría, mientras tú contemplabas su figura
hologramática, el Mélenchon real estaba en algún lugar de la Galia haciendo lo
mismo que su reproducción (y viceversa). Pero pensemos que alguien le jaquea el
invento y que comienza a pedir el voto para Marine LePen ante la cara atónita
de sus asistentes. Con la tecnología, lo primero que se aprende es que ninguna
es inviolable. Ha habido recientes incidentes en el "lío qatarí" por
la introducción de piratas informáticos que han cambiado los rótulos con las
declaraciones en el canal Al-Jazeera causado problemas diplomáticos. Ahora se
va más allá de los rótulos cambiados.
Lo que
la CNN nos mostraba, entre sonrisas de circunstancias y con cierta preocupación subyacente, es a
Obama, a Putin y a Trump dando discursos inexistentes. El origen está en una empresa que ha realizado una "marioneta Obama", es decir, un primer plano perfecto de Barack Obama al que se le puede introducir cualquier grabación de voz del ex presidente, que la dirá con total realismo. Pero la cuestión va más allá.
En el vídeo de la CNN, un
actor situado en el recuadro superior izquierdo gesticulaba y hablaba, algo que
era replicado por un Putin perfectamente creíble en otro recuadro. Un tercer
recuadro permitía comparar al Putin real con el trucado. La imagen trucada
convertía en verdadera a la otra, sin que tuviéramos constancia —ya puestos a
dudar— de que la que se nos ofrecía como real lo fuera realmente. Aquel Putin de la pantalla daba el pego de forma
absoluta. No era más que una perfecta marioneta televisiva guiada por su
marionetista.
Los
periodistas se mostraban preocupados pero dejaban una puerta abierta a lo peor: la tecnología mejora, avanza. Lo que
ahora podríamos considerar pequeños defectos, en unos meses habrán
desaparecido.
Si
ahora estamos con las murgas de las "fake news", cuestión
consustancial al estatus del texto respecto a algo que definimos como realidad
y que los relaciona en algo que han llamado "la verdad como
equivalencia", es decir, lo que se nos cuenta ocurrió, que ocurrirá con
los "fake" directos en los que podremos conectar con un falso Trump o
un falso Putin, pongamos por caso. Tras ellos podrían estar cualquiera que
gesticulara con más expresividad que ellos, más convincente. Podrían decir
locuras con las que tendría que lidiar los "originales" falsificados.
Pero no
me había recuperado de las inquietudes de la CNN cuando la lectura del diario
El País me vuelve a reactivar la desazón. Esta vez, el título no deja lugar a
engaños, "Lo real", y lo firma el responsable de Ciencia en el
diario, Javier Sampedro:
“Todo está en Internet”, decía un personaje
de El Roto, y otro le respondía: “A ver, dame un bocadillo”. El chiste tiene un
ángulo de crítica contra la tecnología, una de las marcas de fábrica de este
extraordinario creador, pues es cierto que los desbocados avances técnicos se
dan de patadas en nuestro tiempo con las miserias, estrecheces y desigualdades
más escandalosas. Pero la viñeta también tiene una lectura más general y
profunda, relativa a la frontera infranqueable entre lo virtual y lo real, a la
aparente imposibilidad de convertir cadenas simbólicas de ceros y unos en un
bocadillo, justamente.
La frontera de El Roto, sin embargo, se puede
empezar a disipar en el futuro cercano. Tomemos, por ejemplo, las hamburguesas
hechas con células madre. De momento solo consta públicamente la existencia de
una, presentada en diciembre de 2011 con gran aparato eléctrico y la presencia
ostentosa de Ray Kurzweil, inventor, músico, empresario, científico de la
computación y jefe de ingeniería de Google. Aquella hamburguesa se cortó en dos
trozos y cada mitad se ofreció a un crítico gastronómico de renombre. Los dos
coincidieron en que la textura era muy similar a la de la carne real, aunque el
sabor se resentía de su completa falta de grasa. Los científicos contratados por
Kurzweil habían partido de células madre del músculo, con el previsible
resultado de un ladrillo cárnico más aburrido que una tarde de domingo. Esto se
podría resolver añadiendo células madre de la grasa, aunque de momento no hay
noticia de ello. Pero volvamos a nuestro punto.
Por mucho que esté hecha a partir de células
madre, la hamburguesa sintética seguirá siendo un objeto del mundo real, ¿no es
cierto?*
Sí,
absolutamente. Hay tres constataciones, a) Internet ya no es lo que era; b) los chistes pierden actualidad y c) la hamburguesa
ya es real. Por no perder el valor del ejemplo, ahora tenemos tres hamburguesas
(o hasta cuatro, con una hologramática a la Mélenchon): 1) la hamburguesa que
preparamos cortando el pan y poniendo dentro lo que nos apetezca; 2) la hamburguesa
de la pantalla de nuestro ordenador (incomestible, puro signo); 3) la hamburguesa
hecha a base de células madre (con un poco de grasa, por favor). Hay otra más:
la "descripción lógica" de la hamburguesa como resultado de su
escaneo o análisis para ser procesada. Es de esta de la que saldrán las
posteriores.
Las
posibilidades son infinitas y más allá de la política. Ya sabemos de gente que
hace orejas y armas con impresoras 3D. Pero lo que la CNN nos ha mostrado es un
camino muy complicado que puede llevar a consecuencias serias. Si hoy circulan
vídeos, escuchas y fotos trucadas, con la tecnología que nos han presentado es
fácil soliviantar a un pueblo entero haciendo llamamientos incendiarios, por
ejemplo.
Ya se
han creado grupos de defensa ante las "fake news" para evitar ser
intoxicados. Ahora parece que habrá que profundizar en otros aspectos más
complejos. Lo falso, como el diablo, se disfraza de verdadero. Máxima fantasía
con el máximo realismo; esa parece ser la tendencia.
Al
final, lo único real será el deseo.
Es decir: solo le concederemos este estatus a aquello que deseemos creer. Si lo
que el falso Obama, Putin o Trump me gusta, me lo creo. Tendremos que volver
(como ya hacen las ficciones) a preguntarnos "¿quién soy yo?", "¿existe
el mundo?", "¿qué es real?".
Durante
siglos, la pregunta ¿qué es real? se contraponía al "sueño". ¿Cómo
diferencias si estamos dormidos o despiertos si lo vivimos con la misma
intensidad y su propia lógica? La aparición de la escritura (antes con la
palabra misma) ya nos permitía ampliar el problema: ¿qué es verdadero? Ya no
era solo la "ilusión" sino la "mentira" que es algo que
afecta a la relación entre lo existente y su descripción verbal. La idea del
"gran teatro del mundo" incidía en el sueño. Se creaba una nueva
realidad/verdad que es la del Arte, resultado de la mediación entre lo que es y lo que puede ser, como señalaba Aristóteles. Y así hemos seguido,
negociando qué es lo real, de qué nos podemos fiar, qué cada vez son menos
cosas.
Lo cierto es que hemos ido perdiendo el sentido de lo real y le vamos encontrando el placer en lo virtual, que no solo avanza hacia el "realismo" (como lo mostrado por la CNN), sino hacia la interacción eficiente y emotiva a través de la Inteligencia artificial. Si puedeo tener un bocata por internet, porque no puedo tener un amigo o amiga virtual que me entienda. Es la versión de adulto harto de estar frustrado tras haber abandonado en su infancia a los "amigos imaginarios". De eso trata la interesante película "Her", ¿por qué perder el tiempo con gente que te engaña si puedes estar en diálogo constante con alguien que quiere realmente tu bien y felicidad. La "máquina otro" es el futuro. Las habrá con distintos precios, pero las habrá. Descubriremos que aceptar la realidad es duro y que es más fácil comprar o fabricarte una a tu gusto. Lo dijo ya Freud, pero no caminamos hacia la madurez sino hacia la infancia.
La
seguridad del chiste filosófico del bocadillo de El Roto se ha venido abajo.
Los bocadillos por Internet son posibles y si no saben muy bien todavía, se
cambia el gusto o para eso está la salsa.
Termina
Javier Sampedro con la confirmación:
De modo que, para satisfacer la petición del
bocadillo, el personaje de El Roto necesitaría una impresora 3D con el cartucho
bien cargado de células madre de músculo, a ser posible células madre de grasa
y, desde luego, trigo y levadura para hacer el pan. Una vez así equipado, el
tipo podrá bajarse un bocadillo de Internet. Está lejos (tal vez por fortuna),
pero no hay ningún problema de principio.*
Si no
hay problema de principio, quiere decir que solo lo hay de costes. Y eso es cuestión
de tiempo. También es cuestión de tiempo que una inteligencia artificial
(ilustrada, sin ser pedante; agradable, sin ser aduladora) conectada a una
representación en la pantalla (u holograma) nos haga brillantes discursos
políticos. Pero a diferencia de lo que ocurre con la todavía cara hamburguesa o
bocata, los políticos —por lo que estamos viendo— pueden salir más baratos.
*
Javier Sampedro "Lo real" El País 27/07/2107 https://elpais.com/elpais/2017/07/26/opinion/1501071363_719288.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.