jueves, 27 de julio de 2017

Problemas con lo real

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Todo el mundo parece estar muy preocupado por "lo real". La CNN me dejaba también preocupado está mañana con la aplicación de las técnica de captura de movimiento a las imágenes de los políticos. Hasta el momento hemos visto esta tecnología aplicada a personajes como el mono César, el líder de la rebelión de la nueva entrega de la serie "El planeta de los simios", pero ¿y si aplicamos —como nos mostraba la CNN— el "invento" a Donald Trump, Barack Obama o Vladimir Putin? La cuestión empieza entonces a ser un poco más preocupante.
Mélenchon se dedicó a replicarse virtualmente en distintos escenarios durante la última campaña presidencial francesa. En teoría, mientras tú contemplabas su figura hologramática, el Mélenchon real estaba en algún lugar de la Galia haciendo lo mismo que su reproducción (y viceversa). Pero pensemos que alguien le jaquea el invento y que comienza a pedir el voto para Marine LePen ante la cara atónita de sus asistentes. Con la tecnología, lo primero que se aprende es que ninguna es inviolable. Ha habido recientes incidentes en el "lío qatarí" por la introducción de piratas informáticos que han cambiado los rótulos con las declaraciones en el canal Al-Jazeera causado problemas diplomáticos. Ahora se va más allá de los rótulos cambiados.
Lo que la CNN nos mostraba, entre sonrisas de circunstancias y con cierta preocupación subyacente, es a Obama, a Putin y a Trump dando discursos inexistentes. El origen está en una empresa que ha realizado una "marioneta Obama", es decir, un primer plano perfecto de Barack Obama al que se le puede introducir cualquier grabación de voz del ex presidente, que la dirá con total realismo. Pero la cuestión va más allá.


En el vídeo de la CNN, un actor situado en el recuadro superior izquierdo gesticulaba y hablaba, algo que era replicado por un Putin perfectamente creíble en otro recuadro. Un tercer recuadro permitía comparar al Putin real con el trucado. La imagen trucada convertía en verdadera a la otra, sin que tuviéramos constancia —ya puestos a dudar— de que la que se nos ofrecía como real lo fuera realmente. Aquel Putin de la pantalla daba el pego de forma absoluta. No era más que una perfecta marioneta televisiva guiada por su marionetista.
Los periodistas se mostraban preocupados pero dejaban una puerta abierta a lo  peor: la tecnología mejora, avanza. Lo que ahora podríamos considerar pequeños defectos, en unos meses habrán desaparecido.
Si ahora estamos con las murgas de las "fake news", cuestión consustancial al estatus del texto respecto a algo que definimos como realidad y que los relaciona en algo que han llamado "la verdad como equivalencia", es decir, lo que se nos cuenta ocurrió, que ocurrirá con los "fake" directos en los que podremos conectar con un falso Trump o un falso Putin, pongamos por caso. Tras ellos podrían estar cualquiera que gesticulara con más expresividad que ellos, más convincente. Podrían decir locuras con las que tendría que lidiar los "originales" falsificados.


Pero no me había recuperado de las inquietudes de la CNN cuando la lectura del diario El País me vuelve a reactivar la desazón. Esta vez, el título no deja lugar a engaños, "Lo real", y lo firma el responsable de Ciencia en el diario, Javier Sampedro:

“Todo está en Internet”, decía un personaje de El Roto, y otro le respondía: “A ver, dame un bocadillo”. El chiste tiene un ángulo de crítica contra la tecnología, una de las marcas de fábrica de este extraordinario creador, pues es cierto que los desbocados avances técnicos se dan de patadas en nuestro tiempo con las miserias, estrecheces y desigualdades más escandalosas. Pero la viñeta también tiene una lectura más general y profunda, relativa a la frontera infranqueable entre lo virtual y lo real, a la aparente imposibilidad de convertir cadenas simbólicas de ceros y unos en un bocadillo, justamente.
La frontera de El Roto, sin embargo, se puede empezar a disipar en el futuro cercano. Tomemos, por ejemplo, las hamburguesas hechas con células madre. De momento solo consta públicamente la existencia de una, presentada en diciembre de 2011 con gran aparato eléctrico y la presencia ostentosa de Ray Kurzweil, inventor, músico, empresario, científico de la computación y jefe de ingeniería de Google. Aquella hamburguesa se cortó en dos trozos y cada mitad se ofreció a un crítico gastronómico de renombre. Los dos coincidieron en que la textura era muy similar a la de la carne real, aunque el sabor se resentía de su completa falta de grasa. Los científicos contratados por Kurzweil habían partido de células madre del músculo, con el previsible resultado de un ladrillo cárnico más aburrido que una tarde de domingo. Esto se podría resolver añadiendo células madre de la grasa, aunque de momento no hay noticia de ello. Pero volvamos a nuestro punto.
Por mucho que esté hecha a partir de células madre, la hamburguesa sintética seguirá siendo un objeto del mundo real, ¿no es cierto?*


Sí, absolutamente. Hay tres constataciones, a) Internet ya no es lo que era; b)  los chistes pierden actualidad y c) la hamburguesa ya es real. Por no perder el valor del ejemplo, ahora tenemos tres hamburguesas (o hasta cuatro, con una hologramática a la Mélenchon): 1) la hamburguesa que preparamos cortando el pan y poniendo dentro lo que nos apetezca; 2) la hamburguesa de la pantalla de nuestro ordenador (incomestible, puro signo); 3) la hamburguesa hecha a base de células madre (con un poco de grasa, por favor). Hay otra más: la "descripción lógica" de la hamburguesa como resultado de su escaneo o análisis para ser procesada. Es de esta de la que saldrán las posteriores.


Las posibilidades son infinitas y más allá de la política. Ya sabemos de gente que hace orejas y armas con impresoras 3D. Pero lo que la CNN nos ha mostrado es un camino muy complicado que puede llevar a consecuencias serias. Si hoy circulan vídeos, escuchas y fotos trucadas, con la tecnología que nos han presentado es fácil soliviantar a un pueblo entero haciendo llamamientos incendiarios, por ejemplo.
Ya se han creado grupos de defensa ante las "fake news" para evitar ser intoxicados. Ahora parece que habrá que profundizar en otros aspectos más complejos. Lo falso, como el diablo, se disfraza de verdadero. Máxima fantasía con el máximo realismo; esa parece ser la tendencia.
Al final, lo único real será el deseo. Es decir: solo le concederemos este estatus a aquello que deseemos creer. Si lo que el falso Obama, Putin o Trump me gusta, me lo creo. Tendremos que volver (como ya hacen las ficciones) a preguntarnos "¿quién soy yo?", "¿existe el mundo?", "¿qué es real?".

Durante siglos, la pregunta ¿qué es real? se contraponía al "sueño". ¿Cómo diferencias si estamos dormidos o despiertos si lo vivimos con la misma intensidad y su propia lógica? La aparición de la escritura (antes con la palabra misma) ya nos permitía ampliar el problema: ¿qué es verdadero? Ya no era solo la "ilusión" sino la "mentira" que es algo que afecta a la relación entre lo existente y su descripción verbal. La idea del "gran teatro del mundo" incidía en el sueño. Se creaba una nueva realidad/verdad que es la del Arte, resultado de la mediación entre lo que es y lo que puede ser, como señalaba Aristóteles. Y así hemos seguido, negociando qué es lo real, de qué nos podemos fiar, qué cada vez son menos cosas.
Lo cierto es que hemos ido perdiendo el sentido de lo real y le vamos encontrando el placer en lo virtual, que no solo avanza hacia el "realismo" (como lo mostrado por la CNN), sino hacia la interacción eficiente y emotiva a través de la Inteligencia artificial. Si puedeo tener un bocata por internet, porque no puedo tener un amigo o amiga virtual que me entienda. Es la versión de adulto harto de estar frustrado tras haber abandonado en su infancia a los "amigos imaginarios". De eso trata la interesante película "Her", ¿por qué perder el tiempo con gente que te engaña si puedes estar en diálogo constante con alguien que quiere realmente tu bien y felicidad. La "máquina otro" es el futuro. Las habrá con distintos precios, pero las habrá. Descubriremos que aceptar la realidad es duro y que es más fácil comprar o fabricarte una a tu gusto. Lo dijo ya Freud, pero no caminamos hacia la madurez sino hacia la infancia.
La seguridad del chiste filosófico del bocadillo de El Roto se ha venido abajo. Los bocadillos por Internet son posibles y si no saben muy bien todavía, se cambia el gusto o para eso está la salsa.
Termina Javier Sampedro con la confirmación:

De modo que, para satisfacer la petición del bocadillo, el personaje de El Roto necesitaría una impresora 3D con el cartucho bien cargado de células madre de músculo, a ser posible células madre de grasa y, desde luego, trigo y levadura para hacer el pan. Una vez así equipado, el tipo podrá bajarse un bocadillo de Internet. Está lejos (tal vez por fortuna), pero no hay ningún problema de principio.*


Si no hay problema de principio, quiere decir que solo lo hay de costes. Y eso es cuestión de tiempo. También es cuestión de tiempo que una inteligencia artificial (ilustrada, sin ser pedante; agradable, sin ser aduladora) conectada a una representación en la pantalla (u holograma) nos haga brillantes discursos políticos. Pero a diferencia de lo que ocurre con la todavía cara hamburguesa o bocata, los políticos —por lo que estamos viendo— pueden salir más baratos.



* Javier Sampedro "Lo real" El País 27/07/2107 https://elpais.com/elpais/2017/07/26/opinion/1501071363_719288.html
  

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