Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En el
texto dedicado "Al Lector" en una de esas olvidadas novelas de
nuestro Vicente Blasco Ibáñez —El paraíso
de las mujeres, publicada en 1922—, este escribe:
Yo puedo decir que una de mis mayores
satisfacciones literarias la tuve hace dos años, estando en California, al
conversar con un japonés que había viajado por toda Asia.
Este hombre me habló de una de mis novelas,
contándome su "argumento" del principio al desenlace para convencerme
de que la conocía bien. No la había leído, por no estar traducida aún al idioma
de su país, y pensaba comprar la versión inglesa.
Pero la había "visto" en un cinema
de Pekín.
El
espectador del cine sin palabras podía ser global.
Lo que el cine le ofrecía podía ser disfrutado en cines de todo el mundo sin
apenas cambios.
La
situación que tenemos hoy es otra muy distinta. Nuestra globalización cultural
no se basa en silenciar las lenguas y buscar el idioma del gesto sino en el
camino contrario. La multiplicación de las lenguas busca precisamente la
expansión más allá de los espacios propios a través de diversas fórmulas.
Nuestros
medios hoy tienen sus versiones internacionales para que puedan llegar lo más
lejos posible o simplemente al otro lado de la frontera. Cuando visitamos las
webs de los grandes medios observamos que generalmente tienen una versión en
inglés, que sirve como lengua franca; muchos otros disponen de versiones en
lenguas de amplia difusión pero más localizadas. Ampliar las lenguas de las
noticias es ampliar los públicos.
Los
canales de televisión se han convertido igualmente en globales por la expansión
y por su comprensión; llegan más lejos y a más gente. La información es global porque
el mundo es global.
Las
fronteras son solo los límites físicos. Hasta no hace mucho, no era fácil que
la información pasara las fronteras. Era posible encerrar a los pueblos,
aislarlos y mediante combinaciones de propaganda y censura imponer una visión
de la realidad totalmente diseñada para mantenerse en el poder.
Hoy
estamos volviendo a una situación así en muchos países en los que son
bloqueados los medios exteriores para evitar la disonancia que produce la
versión oficial impuesta y las versiones críticas o alternativas. La
información periodística se ha convertido en una presencia peligrosa allí donde
el poder no admite divergencias. Lo que antes eran fenómenos locales que
enfrentaban a medios y gobiernos, ahora alcanza una dimensión mundial gracias a
la expansión. Y esto crea nuevos problemas.
La
digitalización del mundo hace muy difícil frenar el paso de la información y,
como contrapartida, muy fácil que proliferen nuevos medios de todos los
tamaños. Una página web puede conseguir millones de seguidores en poco tiempo
si sabe elegir las informaciones y orientarlas hacia los segmentos que desean
escucharlos.
El
mundo global de las televisiones, con sus canales internacionales; de la prensa
con su acceso global y sus versiones en otras lenguas, y de las redes sociales
del campo digital conforman el entramado que ha hecho que las barreras y fronteras
se hayan deshecho.
El
reciente lío qatarí ha puesto el
acento en el papel del canal de televisión Aljazeera. El motivo de las protestas
de los países contrarios (Arabia Saudí, Jordania, Emiratos y Egipto) es que se
les desafía en el interior con una corriente informativa que discrepa de sus
propias versiones oficiales. No están, dicen, dispuestos a tolerarlo. No se
respetan sus pactos de no interferencia en los asuntos de cada uno. Informar
es, dicen, una forma de interferir.
Oriente
Medio está lleno desde hace muchos años de canales televisivos con predicadores
islamistas y salafistas. Llegan sin problemas a todos los rincones de la
geografía. Centrarse en Al-Jazeera como terrorismo es realmente un exceso
después de décadas de radicalismo furibundo en las ondas que nadie ha frenado.
Ayer contábamos aquí el cierre, por orden gubernamental, de
la empresa francesa dedicada a las encuestas de audiencias televisivas en
Egipto. El mundo islámico es muy sensible a la información porque tienen un
sentido propietario de los pueblos. Son "sus" pueblos. Como la
democracia brilla por su ausencia, la única forma de mantenerse estables es
controlar los focos de información eliminando las críticas.
Las fronteras pasan a ser esenciales para su estabilidad. Se
convierten en "telones de acero". Se intenta hacerlas impermeables a
las informaciones. La exigencia de cierre de Al-Jazeera es un intento a la
desesperada de frenar la información.
Ya sea la batalla contra las "fake news" o sea
contra la censura y los bloqueos, el mundo está viviendo un momento crítico
para el periodismo y la información. Los que perciben la información exterior
como una amenaza van aumentando en número y en intensidad sus respuestas
agresivas. Turquía, Egipto, Arabia Saudí... creen que pueden filtrar la informaciones eliminando las críticas. Confunden, en muchos casos, el país o su pueblo con sus propios intereses. Aprovechan con frecuencia la acusación de terrorismo para acabar con sus opositores. Los ejemplos son muchos.
Quizá, entre tanta sofisticación, nada simbolice mejor esta
relación entre información y fronteras que los gigantescos altavoces con los
que los coreanos del norte y del sur se bombardean mutuamente. Unos y otros colocan atronadoras maquinarias para penetrar en el territorio vecino. Señalaba la BBC en 2016:
A South Korean military spokesperson said there
were two to six hours of broadcasts daily, day and night, at irregular hours.
Not your usual roadies: the huge speaker stacks
are assembled by army engineers
While the exact distance the sound travels will
depend on topography, weather conditions and so on, the South Korean military
claim the broadcasts can be heard as much as 10 km (6.2 miles) across the
border in the day, and up to 24 km (15 miles) across at night.
That would easily reach North Korean troops,
and would be audible by any civilians in the area.
In August, when the South briefly turned its
speakers back on after an 11-year break, the military said there were 11
loudspeaker sites. But it has not confirmed if that is still the case. Their
exact location along the border is also not officially disclosed.
One South Korean government official said the
North appears to have expanded its own speaker operations, from two sites to
"several".
"In fact, the anti-South loudspeaker
broadcasts appear to be coming from every location where we are
broadcasting," the unnamed official told the Yonhap news agency.*
Hoy ya no es posible cerrar
los países. La tecnología ha convertido nuestro planeta en más pequeño y las
barreras existentes son las de la comprensión, las de las lenguas que nos
permiten acceder a nuevas fuentes. La velocidad del cambio hace que la
resistencia por las diferencias culturales y políticas sea grande en muchos
casos. Sin embargo, no puede defenderse la ignorancia como una diferencia
cultural, sino como una carencia contra la que hay que luchar.
Aquel japonés que pudo ver una película sobre una novela de
Blasco Ibáñez en un cine de una ciudad china era un primer paso en el mundo global. Se han dado muchos otros. Hoy la información se ha hecho muy conflictiva en muchos espacios precisamente porque no puede ser detenida fácilmente.
Siempre se ha dicho que la información es poder; pero la falta de información es también otra forma de poder.
*
"Korean loudspeakers: What are the North and South shouting about?" BBC
12/01/2016 http://www.bbc.com/news/world-asia-35278451
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