Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Si
aceptamos la radiografía que nos va saliendo de la política europea (Francia,
Holanda, Inglaterra, Grecia...), los rasgos parecen estar bastante marcados:
1) A la
gente le interesa cada vez menos la "política", aunque es mejor no
preguntarle qué entiende por "política". Se suele traducir en
abstención.
2) Los
que votan lo hacen cada vez más enfadados o más avergonzados, según los casos.
3) Una
parte de los que deciden votar, lo hacen a partidos cada vez más radicales que
hacen "política" al grito de "¡basta de políticos!", algo
paradójico, pero real.
4) La
causa de que la gente se radicalice en su voto es que tiene la constancia de
que su voto no ha servido para casi nada de aquello para lo que se lo habían
pedido.
5) Cada
vez que surge un político que crea esperanzas y se le vota, parece condenado a
provocar frustraciones al mostrarse igual que los demás. Desengaño y desafecto.
El
fenómeno político, a resultas de lo anterior, parece centrarse en un
aburrimiento que se combate con el surgimiento del radicalismo populista por ambos lados
del espectro. La gente ha perdido la confianza y la ilusión en los grandes partidos
y surgen formaciones con mensajes más contundentes y promesas de cumplimiento.
Su estrategia es sencilla: ellos son diferentes; ellos cumplen con lo que
prometen.
Lo peor
de todo es que la gente está empezando a sentir atracción por los que, ante el
descrédito de los grandes partidos, se presentan como "no políticos", hombres y mujeres "de acción" que tienen respuestas simples a los problemas
complejos. Esos son capaces, con sus simplezas directas, de encandilar a los
votantes deseosos de hechos y hartos de palabrería. Hasta el momento su discurso es antieuropeo, pero se va ampliando porque el poder no se desaprovecha.
Lo que
empieza a aburrir a los electores es la división entre el discurso político y
la acción política. La parte comunicativa de la política radica en la capacidad
de mantener a los electorados "ilusionados" intensificando los
mensajes identitarios y de diferencia respecto a otros grupos. Ha perdido su
verdadero sentido enterrada por campañas de control de imagen constante. La
gente tiene la impresión de que se trata de conseguir los votos y que lo que
ocurre después tiene poco que ver.
Esta es
la explicación que nos daban anoche del traspiés socialista en Francia:
La victoria parcial y global de los
conservadores ofrece una lectura en clave nacional: se trata de un evidente
revés político para François Hollande, que tras pasar 22 meses en el Elíseo es
el presidente más impopular de la V República. La última torpeza cometida por
su Gobierno, al negar primero y admitir después que estaba al corriente de las
escuchas judiciales realizadas a Nicolas Sarkozy, ha sido el colofón a dos años
de desconcierto, errores y vaivenes. En enero, Hollande abandonó el discurso y
la estrategia que le llevaron a ganar las presidenciales y abrazó sin rubor las
recetas neoliberales ofreciendo un pacto por el empleo a la patronal y un
recorte del gasto público de 50.000 millones en tres años.*
Es el
en "sin rubor" donde se centra la clave del asunto y la debacle
resultante. Aunque se trate de Francia, una lectura similar se podría hacer en
otros países. Es este desengaño lo que aleja de la política. Una de las
palabras más usadas estos días en Francia es "desafecto", término con
el que se quiere reflejar esa distancia progresiva de lo político hasta llegar
a la indiferencia o a la búsqueda de un voto radical.
El
radicalismo juega con ese desafecto, con la pérdida de confianza en los
mensajes y el desengaño ante las acciones. Frente a la pérdida de votantes, el
radicalismo populista está ahí para captar esa frustración, para crecer
ocupando espacios.
Hace
unos meses, en noviembre de 2013, ya se barajaban los resultados del
"desafecto" en dos países como Holanda y Francia, pronósticos que se
han cumplido. Lo hacía Dominique Moisi en un artículo titulado "Los
antieuropeos de Europa", en el que señalaba:
Los dos países están inmersos en una crisis
de identidad que está convirtiéndose en desdén a Europa, los extranjeros, los
inmigrantes y todo lo que representa al "otro", y los dos están
experimentando un aumento de la sospecha popular respecto de las élites
políticas tradicionales.
En ese ambiente, las próximas elecciones al
Parlamento Europeo parecen pintiparadas para partidos extremistas, a tenor de
encuestas recientes que indican que el Frente Nacional será el partido más
votado en Francia. Las elecciones europeas dejan indiferentes a la mayoría de
los ciudadanos, lo que se plasma en una escasa participación... excepto entre
los que se definen por aquello a lo que se oponen y desean expresar su ira y su
frustración ante el statu quo.**
El
problema que se pensaba que llegaría con la elecciones europeas se ha planteado
antes, en las municipales. Si la explicación teórica hablaba de estos grupos
como "antieuropeos", ahora han mostrado que no se trata solo de la "cuestión
europea". Ahora forman parte de la "cuestión nacional". Ya no se
benefician solo del abstencionismo de los ciudadanos en las cuestiones de
Europa. A lo que asistimos es a un avance importante que es el reverso de la
pérdida de confianza en los partidos grandes en el poder.
Este es
el panorama que nos daban anoche de las elecciones municipales francesas:
Resultados históricos del Frente Nacional.
Abstención récord, rozando el 40%. Severo voto de castigo a François Hollande y
a los socialistas. Y victoria global, sin grandes conquistas, del
centro-derecha. Esos son los principales mensajes que deja la primera vuelta de
las elecciones municipales francesas celebradas este domingo. El hartazgo del
electorado con el Ejecutivo socialista y la desafección con el sistema político
se manifestaron desde los primeros resultados. El paso de las horas dibujó un
castigo a los socialistas más duro de lo previsto por los sondeos, con
hundimiento en Marsella e inesperada derrota parcial en París, y un nítido
avance del Frente Nacional (FN), que sitúa a sus candidatos en cabeza en una
decena de ciudades –Perpiñán, Aviñón, Forbach, Béziers, Fréjus-, y sobre todo
en Hénin-Beaumont, el feudo de su líder, Marine Le Pen, donde el FN ganó la
alcaldía en el primer turno al superar el 50% de los votos.
El renovado mensaje populista y antisistema
de Le Pen, que en las últimas presidenciales ya logró el 18% de los sufragios,
sigue convenciendo a un número cada vez mayor de franceses; además de alcanzar
porcentajes inéditos en docenas de ciudades grandes y medianas, la extrema
derecha logra forzar numerosas batallas triangulares con el Partido Socialista
(PS) y la Unión por un Movimiento Popular (UMP) en el segundo turno, obligando
así a los grandes partidos a decidir si llaman o no a votar por su rival para
frenar a la extrema derecha, que en las municipales de 2008 no había logrado una
sola alcaldía.*
Lo que
necesita el mundo con urgencia son verdaderos políticos. Sin embargo, escasean
por no decir que son difíciles de encontrar. Y lo son porque se buscan en los
viveros menos adecuados, que están resultando a la vista de todos
"escuelas de malas costumbres". Nuestro drama ciudadano es que cuando
más necesitamos de la política y de los políticos, más complicado se ha puesto
encontrarlos.
Los
políticos se nos han estropeado de tanta teoría del liderazgo, tanta teoría de
la gobernanza y demás zarandajas. En realidad de lo que se han dotado es de una
artillería retórica con la que tapar lo esencial: son personas de partido, que
hacen su carrera dentro del partido y forman una casta. Como toda casta, se
mantiene distante y cerrada. Los populistas juegan con lo contrario con su
pertenencia a la sociedad, a los grupos que padecen los problemas y su interés
específico por solucionar los problemas.
La pregunta
directa del xenófobo holandés Geert Wilders sobre si quieren "más o menos
marroquíes" fue contestada de forma directa por los presentes:
"¡menos!". Puede tomarse como una forma paradigmática de populismo.
La pregunta no puede ser más simple y la respuesta más directa. Hasta ha
asustado a sus propios correligionarios; algunos de ellos han dimitido.
*
"Las municipales en Francia confirman el avance de Le Pen y de la
abstención" El País 24/04/2014
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/23/actualidad/1395569582_897962.html
**
"Los antieuropeos de Europa" El País 25/11/2013
http://elpais.com/elpais/2013/11/25/opinion/1385405271_247726.html
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