Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
corresponsal en Londres del diario El
Mundo nos ofrece un reportaje sobre el movimiento desatado en la
Universidad de Manchester —y su extensión a otras partes del mundo— como
reacción al estatismo de la enseñanza universitaria de la Economía. En un mundo
en el que predominan los discursos sobre el dinamismo y la adaptación al
entorno, la innovación, etc., es la Economía misma, como materia, la que no
cambia ante los ojos de los que la reciben.
Escribe
Carlos Fresneda en el inicio del reportaje:
"El mundo ha cambiado, pero el programa
de Económicas no ¿Ha llegado el momento de hacer algo?".
La chispa prendió en la
Universidad de Manchester. Los estudiantes estaban hartos de tener que
"aprender" más de lo mismo, como si no hubiera ninguna lección
que extraer de la debacle financiera del 2008. Mentar a Keynes en las aulas (y
no digamos a Marx) sigue siendo tabú. La única teoría válida es la economía
neoclásica, aderezada con el neoliberalismo económico y con el libre mercado.
Todo lo demás es anatema.*
Es
comprensible la reacción de los estudiantes porque tienen razón. La cuestión va
más allá de la Economía, aunque aquí pueda ser más evidente, y alcanza a casi
todas las Ciencias Sociales. Su conversión en "discurso académico"
aísla a la Economía en la medida en que es algo que se ofrece distanciado de lo
que se pide desde fuera. Curiosamente, es un desajuste en lo teórico entre la "oferta académica"
y la "demanda social". Es difícil estar recibiendo de forma canónica
un discurso oficial cuyas limitaciones o desajustes se demuestran unos metros más allá del
aula.
No se
trata aquí de una cuestión de más o menos prácticas,
como pudiera ocurrir en otros campos, sino de desajuste de la Teoría respecto a
la realidad observable. Sencillamente, la Teoría ha fallado. Lo que solicitan
los alumnos de Económicas es lo que el historiador de la Ciencia Thomas S. Kuhn
llamaría un cambio en el "paradigma" por insuficiencia o debilidad de
la teoría central para explicar la realidad y su evolución. La teoría
"oficial" o "normal" falla; es necesario recurrir a otras que
lo hagan mejor o la complementen.
Las
teorías son formas de expresar los fenómenos reales. Pueden describirlos,
explicarlos, predecirlos... según los campos y tipos de teorías. La
"economía neoclásica", como teoría central, no ha funcionado como debiera y los
estudiantes reclaman alternativas a esa teoría central que les permita
comprender y expresar mejor lo que tienen ante los ojos y actuar con otras
recetas.
Parece
que todo tiene su lógica y que si algo no funciona se debe cambiar por algo que
funcione mejor. Sin embargo, no es así y es lo que los estudiantes denuncian.
No solo se quejan de que las teorías no funcionen, sino de que lo que tampoco
funciona es una universidad desconectada de la realidad, cuyos discursos van por otros caminos.
Los estudiantes denuncian la existencia de
una "burbuja académica" donde se perpetúa la enseñanza de la economía
"neoclásica" por los siglos de los siglos, con la exclusión de todas
las teorías que vinieron antes y después en la historia... "Y aunque es
cierto que la Universidad se ha mostrado receptiva ante nuestras demandas, no
vemos al final indicios de un cambio real, ni una voluntad de poner al día el
currículo".*
Puede parecer una paradoja que un campo tan conectado con la
realidad como es la Economía pueda ser acusado de vivir en una "burbuja".
Sin embargo no hay paradoja y sí una consecuencia lógica del propio
funcionamiento académico cuyos objetivos no son solo la "comprensión de la
realidad" a través de la ciencia económica, sino su propia organización y
promoción interna. El dinamismo que se reclama fuera se niega dentro. La
adaptabilidad que se teoriza para la supervivencia en los mercados, se
contradice con acciones limitadoras en las especialidades, fuera de las cuales
no es posible navegar, bajo pena de sanción, y un sinfín de constricciones que
evitan los cambios.
La sociedad académica está prisionera de su propia rigidez
y es eso con lo que los alumnos de Manchester y de otras universidades se
encuentran. Los profesores pueden tener buenas intenciones en el plano personal,
pero en el institucional son celosas víctimas de su propio currículo. A
diferencia de lo que puede ocurrir fuera, en el mundo de la actividad
económica, el académico se encuentra rigurosamente acotado, parcelado, por lo
que es difícil salir de su propia rigidez. Es el propio sistema el que ha
generado este anquilosamiento, pues actúa como una sutil forma de dirección
externa a través del control de los méritos, decidiendo en cada momento lo que
es aceptable (evaluable) y lo que no. Esto acaba generando una falta de sentido
del riesgo (otra virtud empresarial)
y de la creatividad (otra más) realmente notable y, por supuesto, suicida para el propio conocimiento y la universidad misma.
En el reportaje se señala:
"El reloj de la historia está marcado
las horas, y se espera que haya una respuesta por parte de los
académicos de Económicas", advierte Diana [García López] a título
personal (insiste). "Muchos profesores reconocen también que se sienten
también atrapados por las limitaciones que les impone el currículo... Creo que
ha llegado el momento de mirar más allá de la burbuja académica, bajar del torreón
y reconectar la disciplina económica con sus raíces: la sociedad a la que se
supone que tiene que servir".*
La
cuestión es que esa "burbuja" no es una frágil membrana sino una
sólida cárcel que el académico se construye con sus propios ladrillos siguiendo
los planos de la cárcel que se le facilitan. Que muchos entonen desde el fondo
de su celda cantos lúgubres no es consuelo ni solución. Hoy por hoy, salirse
del camino marcado en el ámbito académico es una azarosa aventura en los
márgenes que puede reportar grandes satisfacciones personales e intelectuales, pero que quedan fuera de la ley del reconocimiento en un mundo celoso de las
décimas o centésimas de los demás. Es así, simplemente. Resulta más rentable no salir del sendero, seguir la propia inercia.
Tiene
razón los alumnos de Manchester al reclamar algo muy importante, la apertura de
la Economía a otros campos:
"Lo que pretendemos es ni más ni menos
que ensanchar el horizonte", apunta Henri Sorotos, estudiante de 21 años,
con familia en Grecia que ha sufrido muy directamente los efectos de la crisis.
"Y no nos basta con traer economistas, queremos también enriquecer el
currículo con otras ciencias. Ya está bien de poner el énfasis casi exclusivo
en las matemáticas. Unas cuantas horas de Filosofía en tres años no son
suficientes. Creemos que la Economía tiene que estar arraigada en la sociedad y
tiene que ser ante todo una ciencia interdisciplinar".*
Esta
reclamación tiene gran importancia pues se parte del principio
"técnico" de la enseñanza. Los hemos señalado en ocasiones y es algo
que se comenzó a plantear en el siglo XIX: las limitaciones de la
especialización provocan limitaciones en la comprensión. Puede haber sectores
en los que la mayor especialización produzca un mejor resultado, pero en la
Ciencias Sociales y en las Humanidades, la especialización provoca una ceguera
ante la realidad. Es reconfortante escuchar a unos estudiantes de Economía
decir que "unas cuantas horas de Filosofía en tres años no son
suficientes". ¡Ojalá que se produjera la misma reacción en otros muchos
campos! Desde el mundo académico esto se ve como una especie de colonialismo de
créditos dentro de las luchas por la expansión de las materias en los currículos.
Se pierde de vista lo importante, que no son los intereses académicos sino la
formación de las mentes en una mejor comprensión de un universo que es
cultural.
Es
cierto que la pelea entre "matemáticos" y "culturales"
dentro de la Economía no es nueva, pero lo que los alumnos reclaman es el
aumento de su capacidad de comprensión, máxime cuando los modelos matemáticos
no han sido suficientes ni para prever ni para explicar una crisis.
Hay
demasiada rigidez en el mundo académico, demasiado interés propio. La vocación
educativa es el complemento de la intelectual. Ambas se funden en el deseo de
conocimiento para poder transmitirlo. Ese es el sentido de la universidad. Sin
embargo, la propias universidades e instituciones supervisoras de la educación
no suelen pasar de la retórica en este ámbito.
Los
estudiantes que han creado la Post Crash
Economic Society se han buscado una alternativa al estudio de la Economía
para tener un conocimiento mejor de la sociedad y su funcionamiento, en busca
de un currículo "crítico y pluralista". Todo lo que sea abrir
posibilidades e ideas es positivo, es universitario.
En la
página creada por la PCES de Manchester se buscan apoyos estudiantiles, se
ofrece ayuda o otros que quieran emprender la aventura y se intenta negociar
con el departamento de Economía para que amplíen sus enfoques. Desean ser otro
tipo de economistas, con preocupaciones distintas y objetivos diferentes a los
que creen que se han dado hasta el momento. Puede que los departamento de
Economía no sean los responsables directos de las crisis económicas, pero sí de
haber puesto en circulación a los economistas que no la supieron ver o predecir
o que no saben encontrar recetas que no sean peores que las crisis mismas.
Reclaman otros análisis y otras soluciones a las que el modelo clásico ofrece.
Su
manifiesto termina con cuatro objetivos:
1) The Post-Crash Economics Society has been
set up to try and broaden the range of perspectives and the teaching methods
used by the Manchester Economics Department.
2) We will run a campaign to build student
support and engage in dialogue with the economics department.
3) We will run events, workshops and other
activities.
4) We aim to be a society that is accessible to
all students and staff with an interest in economics whatever their economic
and political beliefs.**
Algunos les acusan de "políticos", pero, como bien
señala una de las entrevistadas, "enseñar Económicas es un acto
fundamentalmente político"*. Y de eso se trata, de abrir posibilidades más
allá del canon. Especialmente si el canon no ha dado la talla. Lo que es rigurosamente cierto es que dentro del sistema económico los economistas actúan con sus decisiones e interpretaciones. No se limitan a estudiarlo sino que tienen una papel activo en él. Por tanto, su formación, es decir, lo que tenga en la cabeza, su visión del mundo, es relevante. Para bien y para mal, claro.
La queja es de los futuros economistas, pero podría extenderse a muchas otras Ciencias Sociales.
* "Rebelión en las aulas de Económicas" El Mundo 29/0372014
http://www.elmundo.es/economia/2014/03/29/53341d6bca47413b388b4574.html
** http://www.post-crasheconomics.com/
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