Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País titula su editorial de hoy con un llamativo "Mayoría por
Europa". Los sondeos electorales dan un posible panorama que no gusta a
los que en estos momentos componen el parlamento europeo y dan un aviso, una
voz de alarma sobre lo que puede ocurrir en la legislatura próxima.
Señala
el editorialista:
La preocupación ante la perspectiva de un
Europarlamento —el que surja de las elecciones del 25 de mayo— con más poderes
que nunca, y con más eurodiputados contrarios al proyecto europeo que nunca, ha
estado en el centro de los debates de la reunión celebrada en Madrid por el
Consejo para el Futuro de Europa, formado en 2011 por políticos, empresarios y
académicos a instancias del Instituto Berggruen para la Gobernanza. Todos los
participantes —conservadores, liberales, socialdemócratas, verdes— señalaron la
amenaza. “Las fuerzas euroescépticas están al acecho para dinamitar el proyecto
desde dentro porque son incapaces de construir una alternativa”, afirmó el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la clausura. Para contrarrestar el
peligro, había dicho el ex primer ministro italiano Enrico Letta, “hay que
construir una mayoría por Europa”.*
No será
fácil. La situación europea actual es compleja. Hay que decir inmediatamente
"como siempre lo es y será". La complejidad de Europa es una
situación que deriva de su propio ser, indefinido y voluntario, resultado de un
hacer y de un querer ser, sin un modelo propio, sin referencias. Nunca habrá
una Europa "sencilla"; siempre será una aventura.
La debilidad de Europa proviene no solo de
los "euroescépticos", "populistas", etc., sino que estos
son el resultado, en gran medida, de las políticas de los que hoy reclaman esa
"mayoría por Europa". Han mantenido adormecida a una Europa a la que ahora se le piden bríos en defensa de algo que no se acaba de entender y a la que se ha presentado como problema en muchas ocasiones. El problema es real, pero sus causas también lo son.
La
preocupación de algunos por el auge de los antieuropeos tiene más fundamento en
clave local que en decidido europeísmo. Invocar a Europa a unas semanas de unas
elecciones europeas es confiar demasiado, más un compromiso de última hora que
una apuesta decidida.
La idea
de que los euroescépticos y populistas carecen de un programa efectivo, de
"alternativa", y que por eso van a reventar el sistema desde dentro,
presentada por el presidente Rajoy, está muy bien, pero no significa que no le
pase lo mismo: que el europeísmo carezca de alternativa para Europa. Y esta
creo que es la raíz del problema.
Mientras
la Unión Europea no resuelva sus propias dudas y titubeos, será ella su mayor
enemiga por inoperancia y por dotar de argumentos a los enemigos de la idea de
Europa. Digo "idea" porque mientras no seamos conscientes de que
Europa es ante todo una "idea", es decir, algo que debe ser expresado
como una constante voluntad de ser, y no una intermitencia electoral, no se
avanzará mucho. Mientras no se ahonde en la idea de Europa, sin misticismos,
como proyecto común, institucional, como algo que compartir, como un escenario de
posibilidades, será difícil que no surjan los virus populistas y nacionalistas,
que tienen varios siglos de experiencia en esto de la motivación y apelan a
emociones básicas, fáciles de entender y manipular.
Hemos
insistido estos días anteriores en el caso ucraniano, en estos momentos en un
punto crítico, porque ellos han tenido esa percepción ilusionada de una Europa
entrevista en sus propios conflictos. Ucrania, sin ser Europa oficialmente, es también la muestra del conflicto europeo que en otro lugares se da con otras formas y
riesgos. Una Ucrania que quiere ser europea, enfrentada a otra parte
secesionista, amenazada por el peligro de ser devorada por Rusia. Si algunos
tienen dudas de cuál puede ser la fortaleza de la idea de Europa, no tienen más
que mirar a Ucrania. También pueden mirar a Ucrania para contemplar esa misma
debilidad, surgida de su indefinición, de no renunciar a los
intereses particulares. Hoy no piden una "Europa unida",
sino una mayoría parlamentaria, que no es exactamente lo mismo.
Creo
que tienen interés las palabras dichas por el ex primer ministro italiano
Enrico Letta:
A los europeístas nos “falta un sueño. Los
demás lo tienen. Que termine el euro, que se rompa la Unión… Nosotros lo hemos
perdido. Antes lo teníamos. En 1984: las cuatro libertades; 1994: el euro;
2004: la ampliación al Este. ¿Y ahora? Ahora no hemos construido ninguna
perspectiva de ese tipo. El sueño tiene que ser la unión política”, dijo el
también ex primer ministro italiano Enrico Letta en su intervención como
ponente. Letta apeló a los europeístas a dotar a su mensaje de épica, de
grandeza; sentimientos a los que sí recurren con gran destreza los movimientos
nacionalistas y que tan buenas perspectivas electorales le dan para las
elecciones europeas. La épica, como bien dijo el expresidente del Gobierno
español Felipe González minutos antes de comenzar el foro, “es la principal
herramienta de los nacionalistas”, y subrayó que por eso es necesario advertir
a la gente que detrás de ese mensaje “no hay nada”.**
No sé
si Felipe González y Enrico Letta quieren decir lo mismo con "épica",
si uno se refiere al discurso y el otro
a los contenidos. Estamos llenos de épica comunicativa, la capaz de
transformar la cenicienta ideológica en princesa deslumbrante con solo un toque
mágico de la varita de la comunicación. Luego, dan las doce y todo vuelve a ser
lo que era.
Me
imagino que eso que llama "épica" Enrico Letta tendrá que ver con una
primera movilización interior, una motivación propia que se ha perdido, la de
los sueños. Los políticos suelen tener una idea pasiva de los ciudadanos;
piensan que son ellos los que los mueven o "movilizan", que es
moverlos hacia un fin concreto. Sin embargo, esa concepción del ciudadano es
muy negativa, pues nos lo muestra en un estado
natural de reposo, a la espera de que esas fuerzas épicas lo pongan en movimiento
desde fuera. Hacia dónde se desplace será el resultado de las fuerzas que se le
apliquen, las distintas épicas, por decirlo así. Demasiada física
social.
Letta
habla de "sueños", pero parece más un movimiento por
"objetivos", zanahorias delante del burro, que una formulación identitaria que es hacia lo que nos debemos
dirigir y trabajar. Los europeos queremos saber qué somos porque la identidad europea no llega por participar en unas elecciones con ese nombre. Quizá la gente no necesita
tanto que la muevan, sino que le den
raíces, que se profundice en lo que es adecuado para esa construcción de Europa
común. Si para percibir la ciudadanía
europea en nosotros debemos esperar a que los políticos nos la expliquen, la cuestión será más complicada.
Desde
fuera se nos percibe como "Europa"; desde dentro, en cambio, nos
seguimos percibiendo de forma diferenciada e incluso conflictiva en muchos
aspectos. Y de eso tienen mucho la culpa los que hoy piden más épica, los políticos que alientan el
"europeísmo" cuando ven flojear sus rentas internas porque les crecen
los rivales. Esos movimientos populistas son locales antes que europeos y han
crecido tanto por las malas políticas
nacionales como por las malas europeas.
Buscan su crecimiento por el lado más débil, que es precisamente el europeo. Y
de eso la culpa la tienen los políticos que no han sido capaces de contribuir a
la formación de esa idea común más que de forma retórica. Europa se silencia
hasta que no tienen más remedio que invocarla porque está el hecho electoral
por medio.
Ha
señalado Enrico Letta:
“Por primera vez nos acercamos a unas
elecciones europeas en las que la diferencia más importante no será izquierda y
derecha, sino pro y antieuropa. Siempre fueron elecciones nacionales
camufladas. Ahora son verdaderamente europeas y un gran riesgo para el futuro
de Europa. ¿Cuál puede ser su impacto sobre las instituciones europeas y el
crecimiento? Primero sobre el Parlamento europeo: habrá un 20-25% de los
diputados que serán antieuropeos. También habrá que tener cuidado con el
filibusterismo. Estoy seguro de que lo habrá en una Cámara que no está
acostumbrada a ello. Otro riesgo son los ataques al mercado interior, a la
competencia. Una de las consecuencias es el aumento del proteccionismo. Es la
respuesta más fácil”, dijo Letta.**
¿Dejarán
de ser elecciones nacionales camufladas? No lo sé, pero me temo que no, que el
principio jerárquico de la supervivencia se ponga a funcionar y recurran a Europa
para salvar de nuevo los papeles en casa. Eso es lo malo de la motivación negativa, que
siempre necesita de factores como el miedo para funcionar. Necesitamos
motivaciones positivas, que queramos ser europeos y no que no lleguen los
antieuropeos a la eurocámara. Pero es más fácil señalar enemigos que presentar
ideas. Hace mucho que la política nos pide que trabajemos con el lado emocional
más que con el racional. Y eso siempre es peligroso.
*
"Mayoría por Europa" El País 2/03/2014
http://elpais.com/elpais/2014/03/01/opinion/1393702895_943044.html
**
"Letta: “Los europeístas no tenemos un sueño, los otros sí”" El País
27/02/2014
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/27/actualidad/1393520063_505111.html
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