Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El Mundo entrevista a la
escritora nacida en Estados Unidos, de padres hindúes, Jhumpa Lahiri. La autora
indaga en la diferencia con sus padres, que siempre se sintieron culpables, nos
dice, por no haber podido cuidar de sus mayores, frente a su situación, en la
que heredo, a pesar de todo, algunos de conflictos interiores. Cuando es
preguntada por los motivos por los que su obra, con raíces definidas puede ser acogida
por gente muy distinta, contesta:
Cuando yo leo a García Márquez o a Chejov
también me emociono y me siento muy cerca de lo que cuentan, y sin embargo no
hay nada aparente que me una a ellos. Cuánto más específico es un texto más
universal es su fuerza, y con los mitos ocurre exactamente lo mismo. Los seres
humanos somos muy distintos, procedemos de culturas diferentes y hablamos
muchas lenguas, pero por encima de todo nos unen condiciones comunes como el
misterio de la vida, por el que todos nos preguntamos. Y ahí reside el poder
del arte.*
En
realidad puede que lo que diferencia a los seres humanos no sean las culturas o
las lenguas, reflejos de ellas, sino la capacidad de hacerse preguntas. Nos
empeñamos en construir diferencias cuando quizá debiéramos ahondar en nuestras
inquietudes irresolubles, que son las propias de la naturaleza humana. No es
otra cosa la llamada "universalidad del arte".
No hay
ningún turismo comparable a lo que
podemos comprender a través de la expresión artística de otros. Al final de
nuestro recorrido descubrimos que tras esa "especificidad", como dice
Jhumpa Lahiri, nos encontramos con seres con preocupaciones similares. Lo
"universal" es lo que queda tras deshojar los elementos que nos
perturban y distraen. Por encima de diferencias de tiempo y espacio, hay unas
preguntas por resolver. Cuando la obra logra llegar hasta lo humano a través
del realismo interior, la obra ser
convierte en universal por encima de las diferencias. Hay un realismo de lo
exterior, pero creo que hay también ese otro realismo interior que es el que
nos trae el sentimiento de autenticidad.
La
autenticidad no proviene ni del detalle ni del dato, sino de encontrar el justo
recorrido que hacemos humanamente ante lo que la vida nos pone delante. No hay
una forma específica de llegar a lo justo
y en eso se representa el arte verdadero,
el que surge de las preguntas del que las hace y no de las demandas triviales de
mercados o mercaderes.
La
conversión del arte en entretenimiento insustancial es una de las tragedias
contemporáneas porque es, en muchas ocasiones, un arte que no compensa en nada
el tiempo que le arrancamos a la vida (o la vida que él nos arranca). Solo
compensa cuando nos deja situados en el centro del "misterio de la
vida", aislados, desvalidos, enfrentados a fuerzas que surgen de nosotros
durante la exposición que hacemos a las formas que nos ofrecen. En el arte
verdadero el ser humano se encuentra frente así mismo, despojado del autoengaño. Es el misterio del arte que para conocernos tengamos que hacerlo a través de los ojos del otro, de su mirada. Por eso la universalidad de lo concreto y no de lo abstracto, como señala Lahiri. Cuanto más real es el otro, mejor más me encuentro en él.
No
todos conectamos con el misterio de la
vida de la misma manera; ese sería el misterio mismo del arte. Podemos
tratar y reconocer la belleza, pero hay una experiencia profunda que nos provocan
palabras y sonidos, colores y formas, que son la llave que nos abre el camino a
ese misterio de lo humano. Llaves distintas, puertas diferentes, pero tras
ellas se encuentra lo mismo: el ser cuestionado.
Nuestras
sociedades, soberbias de conocimiento, han perdido, en cambio, la experiencia
del misterio, que rechazan u olvidan.
Se trata precisamente de un "no pensar" bajo la apariencia de hacerlo,
contentarse con los conocimientos fragmentarios que nuestros estudios
programados nos dan. Pero el conocimiento de la vida tiene poco que ver con
carreras y doctorados. Tiene que ver, más bien, con el tiempo dado —siempre poco, siempre incógnita—
que solo se valora cuando se ha perdido. El arte, por el contrario, densifica nuestra experiencia del tiempo,
pues nos saca de él mientras dura nuestra experiencia estética. Lo que perdemos
en horas o minutos lo ganamos en exposición a la vida.
Hoy se
lee por novedad o por obligación, por aburrimiento o por estar al día.
Constantemente me preguntan si he leído libros prescindibles, frutos de
campañas publicitarias y promociones personales. Es la obsesión con lo que acaba de salir. Hay un momento en
que descubres que eso no te convierte en un buen
lector. Unos lo descubren antes y otros después; algunos nunca. Comienzas a
tener, incluso, la sospecha de que puede haberte pasado desapercibido algo,
entre las lecturas realizadas, que necesitas ahora que has madurado, y vuelves a
ellas.
En
algún sitio, en alguna parte, existe un verso, unas palabras, una canción, una
imagen que te esperan, que te abren el alma confusa. Lo sientes. Es esa obra de
arte que te permite conocerte, reconocerte. Puede que exista también nuestra "mitad
poema", nuestra "mitad canción", nuestra "media novela",
simplemente la otra mitad de nuestras preguntas, con la que nos completemos.
Puede
que nos vayamos de este mundo sin respuestas, pero no debemos irnos sin
preguntas.
* Jhumpa Lahiri "Cuanto más específico
es un texto, más universal es su fuerza" El Cultural - El Mundo 5/03/2014
http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/5983/Jhumpa_Lahiri
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.