Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País nos cuenta, desde
Barcelona, la historia de Edu Sentís*, un empresario del ramo de la fabricación
de bicicletas que ha visto su alegría por haber ganado en Dinamarca un concurso
público para la fabricación de 11.000 unidades convertida en nada. La bici de Sentís,
según se nos cuenta, tiene un diseño merecedor del premio —la bici es estupenda
y así se lo han reconocido— y él una experiencia como fabricante en el sector.
Nos dice el diario:
Sentís ha perdido el proyecto por falta de
financiación. Para no ser penalizado, se ha visto obligado a vender la
tecnología a una empresa alemana. Serán ellos quienes fabriquen las 11.000
bicis. “Y quizás más, porque Suecia ha dicho que le interesa mucho”, suspira.*
La
historia es bastante reveladora de lo que está ocurriendo en este país desde
hace algún tiempo y de dónde interesa invertir. Cada vez parece más evidente
que si tenemos las ideas, los empresarios, la tecnología, los trabajadores, son
otras cosas más profunda las que fallan. Es el modelo y la mentalidad
subyacente lo que nos impide remontar la barrera del empleo, que es la de la
producción. España no cree en la industria; es lo que necesita esfuerzo,
constancia y medio plazo. Es el pelotazo el que ha transformado las
mentalidades del capital:
“No falla el banco este o el otro. O este u
otro fondo. Los nombres son lo de menos. Falla el sistema. Los bancos ya no
dejan dinero, te lo alquilan. El capital riesgo ya no arriesga y hace de banco.
La Administración te exige condiciones surrealistas. Nadie quiere asumir
riesgo. Todo el mundo se llena la boca con el I+D, los emprendedores, la
tecnología, el talento… y tú haces todo el recorrido, pero cuando llegas al
mercado te encuentras con una frontera en la que no hay nadie: la del dinero,
una pared”. Lo suelta de corrido.*
Da
igual las medidas que se tomen. Al final, como dice Sentís, está la
"pared" del dinero. Sin embargo, el dinero no está nunca parada. Está
en un sitio o está en otro. Lo hay para unas cosas y no para otras. En otro
artículo del diario, en cambio, nos hablan de la gestación de nuevas burbujas.
Desde Nueva York nos informan de las preocupaciones de algunos por los síntomas
que perciben ante lo que pudiera ser un nuevo "tsunami" económico:
Hay quienes están convencidos de que se está
fabricando una nueva tormenta y el tiempo les consagrará como apocalípticos o
gurús. Daniel Lacalle, un economista español que trabaja en el hedge fund londinense Ecofin, no pone
paños calientes: “Estoy aterrorizado por el nivel de riesgos de renta fija de
baja calidad y bonos soberanos poco fiables. Estamos reviviendo el año 2003,
pero mucho más endeudados”. “No veo una burbuja incipiente, creo que está
ocurriendo ya, distinto es lo que tarde en estallar, aunque haya un ejército de
economistas oficiales negándolo, como ocurrió antes, con la inmobiliaria u
otras”, explica el autor del libro Nosotros,
los mercados.**
Lo
cierto es que no se ha arreglado mucho. Solo se le ha dado dinero de nuevo a
los bancos, unos bancos que no quieren dar su dinero para hacer bicicletas en
Copenhague sino para especular con
márgenes más amplios. En España, la construcción espera de nuevo estímulos para
volver a las andadas. Cientos de pisos vacíos y quieren seguir construyendo.
Mientras los españoles salen por una puerta, la de atrás, la de la emigración
vergonzosa a países que sí fabrican, las puertas se abren de nuevo para que
compren sus casas rusos, etc., a los que se les promete la residencia a cambio
de la compra de inmuebles. Los negocios así florecen porque se compran casas y
se blanquea dinero. A pesar de los avisos, se apuesta por los casinos, olimpiadas
y demás saraos. Los beneficios se los llevan unos y las deudas que generan
quedan para ser pagadas durante décadas por los ciudadanos, como nos muestran
todos los ejemplos anteriores.
Cuando
se debate entre "austeridad" y "crecimiento", no es
suficiente. La cuestión esencial es el debate sobre el modelo de crecimiento y
este se elude absolutamente por unos y otros. Lo más que aspiramos es a repetir
el modelo de crecimiento malsano que nos ha llevado a la desindustrialización
de España, favoreciendo la corrupción, que es lo único que produce el modelo de
crecimiento rápido, en el que las ganancias rápidas permiten repartir de
inmediato.
El
dinero solo va a los intermediarios, a los que reciben con una mano y lo
entregan con la otra, a la compra rápida que deja grandes beneficios en muy poco
tiempo.
¿Pero qué le decían durante la romería de la
financiación? “Nunca te dicen que no. Pero si te piden un aval del 120% de lo
que pides, como ocurre con un préstamo que tenemos de 2010 del ICO, te están
diciendo dos veces no, es escandaloso”, explica mostrando un listado que es
como un cuaderno de bitácora de lo que ha recorrido. Más formas de decir que
no. “Que le falta escalabilidad [beneficio grande y rápido], que ya hablaremos,
que estamos en contacto... Un inversor me dijo que él solo invierte en
tecnología. ¿Y qué es Urbike? ¿Un botijo? ¡Si es pura tecnología!”.
Sentís alerta de que Edse Inventiva no es la
única víctima de la falta de crédito. “Había proveedores esperando:
mecanizados, soldadores, pintores... Hubiéramos creado puestos de trabajo,
impuestos, cotizaciones... Los daneses son gente seria y el concurso obligaba a
fabricar en Europa, no quieren bicis made in China”.*
Sí, los
daneses han descubierto que si son siempre los
otros los que fabrican, se convierten en un pueblo de tenderos con
dependientes cada vez peor pagados y clientes cada vez más pobres. Y prefieren
dedicar a los más listos a inventar, a los más hábiles a producir y a los más
locuaces a vender lo que han hecho entre todos. Como bien ha aprendido Edu
Sentís en sus carnes hispanas, lo que aquí se le pide no es "trabajo"
ni "ideas", sino rentabilidad inmediata y ser rico, un modelo
reservado para algunas personas y actividades.
Lo más
irritante es la palabrería que nos invade y la hipocresía de los que están
viviendo —cada vez más— de vender ilusiones y esperanzas. En el artículo preguntan
a un inversor sobre esta cuestión:
Martin Cabiedes también deja espacio para la
autocrítica y cuestiona cómo en su sector “se ha creado una especie de burbuja
de gente —privados y públicos, ojo— que vive de los emprendedores y juegan con
su ilusión”. “Se están creando mitos, eventos, incubadoras, aceleradoras,
cursos de presentaciones... y no les enseñan a crear empresas, cuando la
mayoría de startups fallan en
cuestiones cotidianas o empresariales, como la contratación, la contabilidad o
la fuerza comercial”.*
La burbuja: el crecimiento del crédito hipotecario en 2006 |
El
banco, que exige seguridad y rentabilidad, en cambio, prefiere jugarse el
dinero de su ahorradores a otras bazas financieras que les dejen mayores
beneficios que fabricar bicicletas en Dinamarca. ¿Por qué jugártela financiando
bicis cuando le sacas más provecho a vender preferentes a analfabetos, personas
con Alzheimer, jubilados, etc.? Ahora, sus negativas de crédito se nos muestran
como ejercicios de "rigurosidad", de "seriedad" en la
financiación, cuando han creado una burbuja con las hipotecas de un tamaño e
irresponsabilidad colosal.
La
preocupación que se manifiesta en Europa es la de que el dinero que se les está
liberando y abaratando llegue a las PYMES y a las familias. ¡Tremenda ilusión! El
proyecto de las bicis que Edu Sentís ha tenido que vender para que se fabriquen
en Alemania tenía ruedas anti pinchazo. La economía española no.
* "Edu Sentís y el crédito
imposible" El País 11/05/2013
http://economia.elpais.com/economia/2013/05/11/actualidad/1368293463_376684.html
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