Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Me
resistí el otro día a la historia del ex presidente de equipo de fútbol que va a
reclamar los dineros aportados para un conjuro de amor por falta de eficacia.
Sí, me resistí. Se me cruzó algún tema tremendo y mi deseo narrativo se vio
desplazado ante esta historia colosal y mediterránea, digna de Luis García Berlanga.
Antes se usaba mucho el calificativo de "solanesco", en referencia a
la pintura de Gutiérrez Solana. El escritor Andrés Trapiello tuvo ocasión de disertar
sobre el concepto, explicándolo así:
Lo solanesco es eterno, como el mundo, pero
él lo hizo visible, y es justo que lleve su nombre. ¿Y qué es lo solanesco? La
emoción y la poesía donde parecía no existir, en los arrabales de la
existencia, en los pudrideros, en las que los burgueses despreciaban como heces
de la sociedad.*
Las
antípodas de "lo solanesco" está el escopeteo nacional, el a lo Berlanga, este mundo de sal gorda, ridículo, fallero e
indocumentado, que no necesita de caricatura porque la lleva puesta. Nos acordamos de García Berlanga como los franceses se acuerdan
de Balzac, de sus escenas de la vida parisina o provinciana. Nos faltan los
"maestros" descriptores; ya solo producimos virtuosos del suflé, del
adelantamiento en las curvas, del triple y del rebote, del taconazo o del revés
a dos manos. ¡Qué pena! ¡Qué de historias se quedan en el tintero o descritas
con el pragmático verbo administrativo de los juzgados! ¡Señor, que el cine
español esté en crisis, con estas historias!
Y es
que lo tiene todo, un todo a la
española con futboleros y videntes, con pícaros y familiares de pícaros,
historia donde lo más real es la pistola falsa y la tecnología un botón-cámara
que haría enrojecer a Bond, James Bond. Me he pasado el fin de semana viendo las
viejas películas de Sherlock Holmes, con Basil Rathbone, el mejor
"Holmes", y ni por asomo se le planteó un caso como este. Ni la
protección del diamante que debe llegar a Edimburgo, ni el arma secreta que los
nazis quieren apropiarse, ni los engaños de Moriarty, ni la hipnosis practicada
por los criminales en el caso de los dedos cortados..., nada tiene paragón con
el caso de la vidente de Magallón y el ex presidente del club castellonense.
El caso
no hay que seguirlo en los grandes diarios generales, sino como un
"crossover", como una fusión de géneros, en los diarios deportivos,
allí donde lo inusual del asunto y lo familiar de los intervinientes hace que
resalte en todo su esplendor fallero, a lo Berlanga. Nos dicen en el Diario Gol:
Poderes
inexistentes
Según fuentes del instituto armado, la mujer
decía ser pitonisa y había cobrado en efectivo por resolver el citado problema
sentimental mediante un ‘don’. Dado que dichos poderes no existen, no pudo
cumplir su promesa. Al negarse a devolver el dinero, Laparra y sus acompañantes
decidieron ir a reclamárselo en persona. La vidente fue incapaz de prever el
resultado de sus acciones.
Por otra parte, Laparra tiene previsto
declarar en los juzgados de Castellón el lunes 20 de mayo por su presunta
participación en el 'saqueo' de la entidad deportiva que presidía. La peña
Sentimiento Albinegro cifra entre cuatro y seis millones de euros la cantidad
que presuntamente se llevó.**
La
frase "Dado que dichos poderes no existen, no pudo cumplir su
promesa" me parece de una transparencia y racionalidad cartesiana,
enfrentada a esos mundos mágicos de la videncia, el amor y el fútbol. Y los
negocios, claro, que a veces son magia negra.
Los
diarios generales, en cambio, más acostumbrados a otro tipo de noticias, lo
enfocan de otra manera. Bajo el titular «Laparra: "invertí en la
pitonisa"», el diario El
País lo considera más desde el lado "emprendedor" del asunto:
“Hice una inversión en la empresa que se
dedicaba al tarot y a los rituales, de ahí a que yo haya pagado 165.000 euros
por amor, es una barbaridad”. José Laparra, el expresidente del Club Deportivo
Castellón imputado por el asalto a la vivienda de una pitonisa en Magallón,
Zaragoza, ha negado este domingo que acudiera para la devolución del dinero
pagado por un conjuro de amor que no tuvo el efecto esperado. El empresario
valenciano ha rechazado, en declaraciones a la televisión pública valenciana,
la versión oficial aportada por la Guardia Civil y asegura que acudió “sin mala
fe” a la vivienda. Nada ha dicho del arma simulada y la microcámara camuflada
con la que los cuatro asaltantes irrumpieron en la casa.
El empresario ha manifestado que por lo que
se siente estafado es por una inversión que realizó en la empresa Lucía M. G.,
la vidente. “Soy un empresario, hice una inversión, me sentí estafado y fui a
cobrar de la mejor manera y sin ningún tipo de mala fe”, ha afirmado.**
No sé
si la estrategia de Laparra, la de camuflar el desembolso amoroso como
inversión empresarial, es la más adecuada. Su versión contradice la de la
Guardia Civil, que asegura que la vidente se encontraba escondida "bajo un
colchón" en el momento de personarse allí, en el lugar de aquella extraña reunión
de negocios. ¿Amor defraudado, inversor estafado?
Laparra
prefiere pasar a la historia como un empresario calamitoso, un inversor
imprudente, antes que como enamorado. ¡Ay, el amor, que antes lo justifica todo,
qué desprestigiado está! La historia del empresario, del dirigente futbolero enamorado, recurriendo a filtros y conjuros de amor y despilfarrando fortuna —una especie
de Gatsby mediterráneo, "el gran Laparra"— para llamar la atención de
su "amada", se nos convierte en un caso de inversión mal asesorada;
otro más. Vulgaridad. Allá él. Donde esté la luz verde.
Los
diarios de la zona, que están más al tanto de los entresijos de lo que son estas
"escenas de la vida de provincias" dan una versión destemplada del
asunto, sin romanticismos ni supercherías. El editorial de El Diario Mediterráneo,
bajo el adecuado título "La película de José Laparra", escribe:
Laparra era el chico agradable, simplón, sin
malicia si lo comparamos con sus dos socios y que ciertamente sufrió las
maniobras oscuras y ladinas de estos hasta cobrarle parte de su salud. Era la
pantalla que ocultaba el verdadero trasfondo del que a más no poder se afanó en
desmarcarse. Su responsabilidad real, no obstante, la dirimirá la justicia y
desde luego, el turbio asunto del asalto a la casa de la pitonisa junto a unos
presuntos sicarios con pistola simulada para que le devolviera el dinero que
supuestamente le pagó por un conjuro de amor de lo más friqui que desveló Mediterráneo, no le va a ayudar en nada.
Todo lo contrario, es posible que desvele su verdadera psicología.
Porque además de su irregular y sospechoso
paso por el CD Castellón y del ridículo y grave asunto del asalto a la pitonisa
por el que le pueden caer dos años de cárcel, a Laparra hay que sumarle una actividad
empresarial más que límite. De promotor inmobiliario y gestor de residencias de
la tercera edad, actividades a las que la crisis le ha cobrado buena factura,
ha pasado ahora a desempeñar la labor de una especie de
testaferro/socio/empleado o lo que sea en algunos negocios de Ángel De Cabo.
Sí, el liquidador valenciano de empresas del caso Marsans, ahora en la cárcel
con una de las fianzas más altas nunca impuestas por la justicia española y en
espera de juicio junto al expresidente de la CEOE, Díaz Ferrán.***
Al
final, estas historias acaban siempre tocando el duro suelo, sin romanticismo,
sin conjuros; sin videncia, con previsibilidad. Si lo solanesco era descubrir la poesía en la miseria, estos son solo los
pudrideros sin poesía, vulgaridad acartonada, repetición sin fin. El más acá
del más allá. También eterno como el
mundo, que decía Andrés Trapiello.
Sí. Todos
los caminos llevan al circo romano.
*
"«Lo solanesco es eterno como el mundo»" El diario montañés
27/10/2011
http://www.eldiariomontanes.es/v/20111027/cultura/literatura/solanesco-eterno-como-mundo-20111027.html
**
"Detienen al expresidente del Castellón por asaltar a una pitonisa" Diario
Gol 17/05/2013
http://www.diariogol.com/es/notices/2013/05/detienen-al-expresidente-del-castellon-por-asaltar-la-casa-de-una-pitonisa-32690.php
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