Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
importancia dada a lo que diga un periodista británico en un diario británico
nos dice mucho del funcionamiento de ellos y de nosotros, de la importancia
dada a las primeras planas y a la debilidad de este método de la
"marca" sujeta permanentemente a los vaivenes comunicativos de los
demás. Es indudable que un titular del tipo "saque su dinero de España
antes de que sea demasiado tarde" tiene un toque "británico"
excesivo, digno del sensacionalismo informativo que caracteriza al país. Pero nada
es gratuito.
El
diario ABC trata de analizar el papel que este tipo de comentarios de la prensa
británica —y otras— juegan en el contexto de la política económica y mediática.
El corresponsal en Londres realiza su ronda de consultas con los periodistas
para hablar de lo que denomina la "prima de riesgo mediática",
concepto afortunado para tratar de comprender el papel de estos comentarios:
El aparato estatal español ha hecho un
genuino esfuerzo para mejorar y modernizar su comunicación en plazas cruciales
como la londinense. Y el eco de opiniones tan negativas sobre el rumbo de la
economía española generan una comprensible frustración. Hace ahora un año,
analizábamos lo que muchos calificaban como una «prima de riesgo mediática»,
una percepción habitual en meses pasados en ciertos medios que parecían
sobrevalorar el lado oscuro de la economía española sobre los aspectos más
positivos, destacados con ahínco por el gobierno desde hace un año.*
Muchos
analistas interpretan el exabrupto del periodista británico en clave de
política "interna" y de consolidación el "euroescepticismo"
británico. No tiene por qué ser la única razón. El papel de los medios de
comunicación en la economía se revela cada vez más como "influencia"
que como "información". El reciente caso de espionaje de los
terminales Bloomberg por parte de los periodistas de Bloomberg News —cuyo escándalo sigue creciendo— nos muestra ese
otro lado oscuro de la economía que es la manipulación de la opinión, en un
sentido u otro, a través de los medios. Los movimientos inversores son cada vez
más complejos y rebuscados y puede que los precios de España no sean todavía lo
suficientemente bajos para los que quieren hacerse con buenas oportunidades.
El
primer efecto que una noticia como esta tiene es bajar automáticamente las
condiciones de negociación que cualquiera esté realizando. Alguien se ha
beneficiado ya con ello. Si yo estuviera negociando la compra de terrenos para que los jubilados ingleses vinieran a la Costa del Sol a jugar al golf —es un suponer—, ya tendría mejor precio. Le debería el favor al articulista. No dudo de su honestidad; simplemente constato cómo funciona el mundo.
El anuncio, por ejemplo, de Donald Trump —ya lo
comentamos— de que "España es un país grande enfermo y hay que aprovechar
las oportunidades" tiene que ver con todas estas formas de incidir en la
opinión y en los inversores. La cuestión es cuán enfermo tiene que estar un país
para seguir siendo "atractivo" y cuántos celos y recelos puede llegar
a despertar.
El
anuncio de la banca de inversiones norteamericana Morgan Stanley en febrero sobre
que España podría llegar a ser la "nueva Alemania" contrasta con lo
dicho por el periodista británico:
El banco de inversión Morgan Stanley cree que
la reducción de los costes laborales debidos en parte a la recesión, y en parte
a las reformas del Gobierno y la mejora de las exportaciones, pueden convertir
a España en "la próxima Alemania" en el seno de la Unión Europea.
En un informe de perspectivas económicas, el
equipo de analistas del banco reconoce que la idea de que España será la nueva
Alemania, y viceversa, lleva ya un tiempo recorriendo los mercados, pero
actualmente es algo más que una posibilidad.
¿A
quién debemos creer? Ha sembrado más recelos el británico que la banca
norteamericana; ha levantado más ampollas el que dice que se lleven inmediatamente el dinero que el que pide que inviertan en España. Hay mucho de
psicología, de "espíritus animales", en esto. Los efectos de una
declaración como esa puede tener efectos, incluso, sobre la propia Alemania y
su forma de controlar a los demás "financiando" el crecimiento de sus
futuros "competidores", por ejemplo.
También
hay mucho de lucha interna. Los medios españoles tienen también su encarnizada
batalla político-económica, de apoyos a los del "mejora" o a los del "empeora".
Eso no se puede obviar y son utilizados por los medios exteriores cuando les trae
cuenta. Ayer criticábamos la frivolidad con las que algunos hablan de la
"pérdida de una generación" y de los efectos que esa ligereza tiene
sobre las personas que sienten que están hablando de su futuro. Se debería
exigir cierta cordura a algunos medios españoles ante que exigírsela a los
británicos, cuyas naves del corsario Drake suelen surcar el océano en busca de
abordajes suculentos en nombre de su reina. Del Canal de la Mancha, a los canales mediáticos.
Lo
importante es darse cuenta de que los medios de comunicación, ya sea
institucionalmente o de forma personalizada, juegan muchas veces el papel de
peones en este mundo complejo y global, que son empresas vinculadas al mundo
económico y político y que crean ambientes favorables a sus intereses, que
muchas veces no son los de informar, sino hacer sus jugadas en beneficio propio o ajeno. "Sacar el dinero de España inmediatamente" no es "informar"; es dirigir de forma sensacionalista la opinión pública, a los inversores, en un mundo hipersensible. O tiene un gran ego o más información que nadie. O es simplemente un irresponsable, claro.
El ABC
cierra su información con lo siguiente:
Mientras, la polémica generada en torno a sus
comentarios sirve de recordatorio de que, a medidas que se agudizan las
tensiones en el debate público sobre Europa en Gran Bretaña y se polariza la
opinión en diarios euroescépticos como el Telegraph o el «Daily Mail», es previsible
que se produzcan nuevos incidentes de fuego cruzado contra España y otros
países de la zona euro. Pero, por encima del ruido euroescéptico y de las
críticas interesadas de ciertas voces eurofóbicas, el verdadero reto del gobierno es acelerar el proceso de modernización
de su todavía arcaica concepción de la comunicación pública.*
Además de "arcaica", yo diría "ingenua". Estar todo el día pendiente de una comunicación que no depende tanto de lo que hagamos sino de lo que interesa a los otros puede ser agotador. Y frustrante. Contra malas noticias, buenos hechos. Es siempre la mejor política.
*
"El gobierno español debe modernizar su comunicación a pesar del ruido
euroescéptico" ABC 14/02/2013
http://www.abc.es/economia/20130514/abci-analisis-telegraph-comunicacion-201305132149.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.