Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
política española está cada vez más rara. Yo sé que a algunos les parecerá difícil,
pero lo cierto es que no hay día que no tengamos alguna sorpresa. La entrevista
a José María Aznar ayer tiene algo de esa rareza, no porque lo entrevisten,
sino por las cosas que se dicen y los momentos y contextos en los que se hacen.
Cuando
la gente está mandando a los partidos políticos mayoritarios un mensaje
clamoroso sobre la necesidad de renovación, se abren los arcones y resucita la
vieja guardia, que nunca muere. Es como si la alternativa a la renovación del PSOE fuera Felipe
González, por ejemplo. A este paso, quién sabe, todo puede llegar.
Las
retiradas en el PP son también un poco extrañas más allá de Aznar. En algunos casos, la gente se
retira y sigue dale que dale, con más intensidad incluso que cuando estaban en
activo. Es evidente que José María Aznar puede decir lo que quiera, ir y volver
a la política, o quedarse en medio, si así lo desea. Pero en política casi nunca hay
nada gratuito ni fortuito. Todo tiene su propia lógica
Lo que
sí sorprende, en cambio, es ese tono de "justiciero" que, situado en las
azoteas de Gotham, estuviera pensando intervenir ante el crecimiento del crimen
en las calles de la ciudad. Pero a él siempre le fue ese papel de cruzado
juramentado contra el crimen que asume su destino por el bien de los demás sin
necesidad de preguntarles. Va con su personaje.
El
papel de la "vieja guardia" suele ser apoyar desde el pasado, desde
su experiencia histórica, en los momentos de debilidad o crisis a gobiernos y
partidos. A los norteamericanos les gusta juntar a sus ex presidentes para dar
señales de unidad al país. Eso suele ser lo normal. Aquí, cuando sale algún ex presidente,
es motivo de nuevos fisuras. En la medida en que el "pasado" está siendo
removido y traído al presente como arma, la "vieja guardia" reacciona.
La entrevista
a Aznar es una mezcla de cuestiones de pasado, presente y futuro. El pasado es
cuestionado a través de las investigaciones sobre el funcionamiento del Partido
Popular y las diferentes causas abiertas hoy; el presente entra a través de qué acciones se
deben emprender —y no se emprenden— con un mandato de mayoría absoluta, y que a
él, como "votante del Partido Popular", le gustaría ver realizadas; y
entra el futuro en la medida en que plantea su "visión" del camino que hay que tomar. Hasta presentó un "programa" de cinco puntos, que son los dedos de una mano.
El más
perjudicado con las declaraciones es, sin duda, el gobierno y en especial su
presidente, Mariano Rajoy, con el que confiesa haber mantenido tan solo un
"larga conversación" desde que accedió al gobierno. Lo que Aznar deja
entrever es el desbordamiento gubernamental en muchos temas en los que, al
contrario de lo que a él le gustaba, parece ir a remolque o estar a la
defensiva. Allí donde el presidente Rajoy dice "haremos lo que tengamos
que hacer" y los demás se quedan con la duda, José María Aznar dice:
" Cumpliré con mi responsabilidad, mi conciencia, mi partido y mi país".
Y lo hace mirando fijamente a los ojos al que se lo dice con un tono como si
tuviera la Constitución o la Biblia bajo su mano. Las dos frases no descubren
nada —en eso sí se parecen—, pero la segunda suena a "destino
manifiesto", a firmeza, a visionario. Y a estar dispuesto a hacerlo, porque Aznar no amaga.
Aznar
recuerda sus éxitos —de los que dice que espera que "no dude nadie"—,
pero no recuerda que también fueron sus errores, entre otras cosas, los que llevaron al Partido a
la oposición cuando tenía ganadas unas elecciones. Y esos errores fueron
"políticos" y "personales", fruto de su forma de ser. Aznar
no reconoce errores "nunca", no se arrepiente de sus decisiones; es una de sus grandes
debilidades porque errores cometemos todos, políticos incluidos. Esa soberbia tiene su transcendencia política. En momentos en los que la
gente —harta de una política beligerante, ruidosa e inútil— quiere ver acuerdos
sobre grandes cuestiones, él los niega. Según recoge El Mundo: «"Un pacto sustitutorio de esa mayoría
sería un error estratégico garrafal", ha subrayado Aznar, quien ha
considerado que el PP tiene que defender esa mayoría hasta el final de la
legislatura.»* Aznar es un guerrero; también es parte de su personaje.
Aznar
se ha defendido y ha atacado a unos y otros. Se ha defendido de los que echan
responsabilidades hacia un pasado y le afectan directamente; y se ha defendido
de los que le atacan personalmente, especialmente del grupo Prisa, al que ha citado
expresamente como fuente de una campaña contra él y el Partido. El grupo se los devuelve con creces, a través de sus artilleros, con entre otras cosas fotos de Berlusconi y Bárcenas en la famosa boda de su hija, que habrá deseado en varios momentos de su vida haberse casado por el rito balinés en alguna playa perdida..
Los
"momentos" son importantes en política; permiten entrar en los
motivos. La entrevista con José María Aznar tiene un objetivo doble, personal y
político. El primero se entiende perfectamente por el tipo de ataques
recibidos. El segundo está por ver. La mayor parte de los titulares juegan con la posibilidad del "regreso" a la política ante la "lánguida resignación" que percibe. Lo que está claro es que la vieja guardia
no baja la guardia. Es fajadora, no tiene mucho que perder y puede soltar algún
mal golpe. La cuestión es a quién.
*
"Aznar no descarta volver: 'Cumpliré con mi responsabilidad, mi
conciencia, mi partido y mi país'" El Mundo 22/05/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/21/espana/1369163437.html
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