Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
camino de Egipto hasta su propio aislamiento sigue dirigido por la mano firme y
casta del poder político islamista, convertido en guardián de la ortodoxia de
las conciencias. Pronto el régimen será más antiguo que las propias pirámides,
si no son derribadas por algún fanático que considere que son poco islámicas y
demasiado puntiagudas.
Paso a
paso, el régimen se va dotando de una legalidad restrictiva y retrógrada en la
que ya no existe apenas diferencia entre insultar a Mohamed Morsi o faltar al islam,
cuyo proceso de identificación comienza a rondar lo sacrílego, en sus propios
términos. Ya son capaces de interpretar —siempre lo han sido— qué es la verdad,
la decencia o la historia. Iluminados hasta en sus facetas más oscuras, imponen
su "ciencia", como la llamó con plena ironía Taha Hussein, un ejemplo
histórico que se va haciendo cada vez más imposible en el clima actual, en
donde se intenta silenciar en libros y escuelas todo lo que huela a progreso
intelectual, a conciencia propia. A Taha Hussein se le concedió en 1973 el
Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un importante galardón.
El
movimiento envolvente entre el poder político y administrativo y las bases
islamistas, las únicas organizaciones que se habían beneficiado de la desidia
de los gobiernos egipcios para con su pueblo, va dando sus frutos, aunque
tienen cada vez más contestación social. Sectores importantes del pueblo
egipcio están cada vez más descontentos con la situación económica y política,
desastrosa en ambos casos y susceptible de empeorar. La credibilidad exterior
del gobierno egipcio está bajo mínimos, Nadie confía en que por ese camino se
pueda llegar a algún lugar. No ya a las promesas de la Revolución, sino a algún
punto de cordura.
Cada
vez es más evidente, ya lo señalamos, que las aspiraciones de la Revolución se
han disuelto en sangre. Los Hermanos Musulmanes jamás apoyaron la Revolución
del 25 de enero ni compartían sus ideales. El único "ideal"
estratégico de los islamistas —no solo en Egipto— era el derrocamiento de los
regímenes que los tenían marginados. Crecieron alimentados por el victimismo,
la incultura y la desidia; crecieron por los errores occidentales, que
incapaces de ver más allá de sus intereses, fueron identificados con los
crueles dictadores que les controlaban. Han sabido manipular como nadie la
combinación el antiamericanismo con la religión consiguiendo que cualquiera que
no esté con ellos sea identificado —por liberal o por laico, que viene a ser lo
mismo— como enemigo de un Dios que ellos representan en exclusiva.
Una vez
conseguido el poder, el único programa es el desmantelamiento de una desvertebrada
sociedad civil. Se trata de atajar cualquier síntoma de individualidad o
laicismo, para ellos los más graves problemas porque afectan a su visión
integrista en la que no hay más pensamiento que el colectivo. Para conseguirlo
tratan de aislar a Egipto por todas las vías, cerrándolo más allá de lo que las
dictaduras consiguieron.
Con la miseria
en las calles, con miles de niños a su suerte víctimas del olvido, con el crecimiento
del acoso sexual y el retroceso de los derechos de las mujeres —invento
occidental y destructivo—, con una inflación que acosa a los que menos tienen,
que cada vez es menos, con el aumento especulativo del precio del pan, con los
huelgas de estudiantes, policías, etc., el gobierno de Mohamed Morsi vuelve a
convertir a Egipto en un país único: va aplicar la leyes impidiendo el acceso
de los egipcios a los lugares "porno" de Internet. En aplicación del "mandato" de
velar por sus conciencias y la integridad de las familias, los islamistas —respetuosos de las leyes que ellos
mismo elaboran— protegerán a los egipcios de esos malos pensamientos que solo
se manifestarán ya en los acosos y violaciones callejeras, epidemia nacional
favorecida por la "lascivia" de las mujeres que acuden a protestar a
la manifestaciones sin consentimiento ni vigilancia de sus padres, esposos o
hermanos. "Ellas se lo buscan" ha sido la respuesta oficial y
oficiosa.
El revés sufrido por la Hermandad al no poderse hacer con el control del sindicato de periodistas, que ha sido su objetivo, es de gran importancia pues revela que aunque la presión sobre medios y profesionales es muy grande, los informadores tienen intención de resistir y de no aceptar el oficialismo informativo que se impone a través de los nombramientos de adeptos de la Hermandad en los diarios y medios oficiales.
El
episodio del miembro de la Shura interrumpiendo una película proyectada en
pleno vuelo para defender la moralidad y proteger la conciencia de los egipcios
—y no egipcios— que viajaban en el avión, se nos muestra como un anticipo de
este totalitarismo pseudoreligioso que no esconde la prepotencia que anida en
su mentes, la soberbia anuladora de los demás. La película que fue interrumpida
era una simple comedia antigua. Con estos "criterios" se afronta el
cierre de internet a los contenidos pornográficos y lo hacen personas que
consideran la contemplación del cabello ya es perturbador. Este medievalismo
político practicado por la Hermandad, saca al país del tiempo y lo arrastra,
como es su ideal, al desierto.
Las
imputaciones contra artistas por "ofensas" al presidente o al
"islam" se suceden, como la que se ha dado esta misma semana contra el
presentador televisivo Basem Yusef*, acusado de insultar a Mursi, difundir
falsas noticias y perturbar el orden público. En cierto sentido, todo es lo
mismo, ya que todo lo negativo que se diga de Mursi es un "insulto",
una "mentira" y es "perturbador". Y todo ello, por
supuesto, "ofende al islam". La ambigüedad de las leyes aprobadas en Egipto,
cuyos principios quedan a la libre interpretación de generalidades, ha supuesto
ya la protesta de cada una de las leyes, incluso artículo por artículo, en los
que la trampa queda al descubierto, la más vieja trampa jurídica, la de la
ambigüedad, la que deja en las manos del que interpreta el peso del cuándo,
cómo y el a quién. Los efectos los vemos ya en un régimen que ya supera a la
dictadura anterior en campos jurídicos, como es el caso de la legislación sobre
derechos de las mujeres. Las luchas con el Consejo Nacional de la Mujeres son
constantes porque no tienen control sobre él al estar nombrado con anterioridad
a su llegada al poder. Su última denuncia es de los 12.000 matrimonios
celebrados con mujeres sirias aprovechando la situación de guerra que vive el país:
Since the beginning of the Syrian uprising,
women from the war-torn nation have fled to Egypt, marrying citizens here to
secure their residency. Some men justified their actions by saying the marriage
was an altruistic gesture saving the women from the burden of refugee status.
The dowry for such marriages usually does not exceed LE500, forcing the women
to be completely dependent on their Egyptian husbands financially and legally,
the council alleged.**
Siempre
encuentran una justificación para sus acciones. Estos matrimonios ya han sido
calificados como "trata de personas" y son muestra de la profunda
hipocresía que se esconde tras tanta beatitud y velar por las buenas
costumbres. Las mujeres solteras son una "mala costumbre", como ya se
encargaron de señalar; si además son mujeres sin familia, como ocurre con las
refugiadas, alejadas de su país, la "mala costumbre" es doble.
Tras los
primeros cafés separados —hombres, mujeres, familias—, las peticiones de
policía de las costumbres virtuosas —según el modelo saudí— por parte de los
salafistas, las denuncias contra periodistas, artistas, incluso contra todos
los políticos de la oposición, por ofender al nuevo faraón o faltar con sus
críticas a la "verdad" que ellos poseen en exclusiva, etc., el camino
del islamismo egipcio está cada día más claro.
Aparcadas,
de nuevo, quedan las esperanzas de modernización de un Egipto a mitad de camino
entre sus deseos de futuro y el regreso a una "edad de oro" islámica
inexistente, incapaz de resolver sus problemas y con toda la capacidad para
agrandarlos. La Hermandad Musulmana es un anacronismo sin futuro, por eso debe
crear las condiciones en el presente que justifiquen su propia existencia.
Las esperanzas
de la Revolución deben seguir, pero el camino debe ser otro. Los que sueñan con
otro Egipto deberán combinar sus sueños con sus esfuerzos en el presente,
mantener viva la idea para que el país no se sumerja de nuevo en ese fatalismo
nocivo, pesimista, que hace tirar la toalla y asumir, una vez más, que todo sueño
es sueño y nunca llegará a ser realidad. Los egipcios han demostrado que pueden.
El obstáculo no era solo Mubarak, sino la propia historia que lo había
generado. Egipto no lucha contra un gobierno u otro, lucha contra su propia
historia, combate titánico, heroico, mucho más difícil.
No se
debe dar la espalda a Egipto; ni ellos ni nosotros. Todo el apoyo que se les
pueda dar ayudará a que sigan creyendo en que el futuro es posible, que no
sueñan en vano. No deben quedar aislados, por más que los intenten cercar.
*
"Popular humorista egipcio comparece ante la Fiscalía General por
‘insultos’ al presidente" Euronews
31/03/2013 http://es.euronews.com/2013/03/31/popular-humorista-egipcio-comparece-ante-la-fiscalia-general-por-insultos-al-p/
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