Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
últimas horas nos han dejado al descubierto varios casos en los que las
máquinas han jugado un papel peculiar. El primero lo hemos conocido a través
del economista Paul Krugman, premio Nobel y activo y combatiente columnista de
The New York Times, cuyos artículos son reproducidos entre nosotros por el
diario El País. En su artículo de hace un par de días Krugman se preguntaba:
¿fue un error de codificación de Excel lo que
destruyó las economías del mundo occidental? Esta es la historia hasta la
fecha: a principios de 2010, dos economistas de Harvard, Carmen Reinhart y
Kenneth Rogoff, divulgaron un artículo, Growth
in a time of debt (Crecimiento en una época de endeudamiento), que
pretendía identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda
pública. Una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto,
afirmaban, el crecimiento económico cae en picado.*
El
artículo, señala Krugman, tuvo una gran influencia y fue tomado por cierto como
apoyo de las políticas de austeridad. Cuestionado por otros, cuando se trató reproducir los cálculos, a nadie le cuadraban.
Los autores dejaron que fueran revisados y finalmente se descubrió el origen de
la divergencia:
En primer lugar, habían omitido algunos
datos; en segundo lugar, emplearon unos procedimientos estadísticos poco
habituales y muy cuestionables; y finalmente, sí, cometieron un error de
codificación de Excel. Si corregimos estos errores y rarezas, obtenemos lo que
otros investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda elevada
y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa qué, pero sin
rastro alguno de ese umbral del 90%.*
Con
todo ello se pueden construir varias fábulas modernas, de diverso signo, que
afecten a máquinas, hojas de cálculo, economistas de prestigio o a políticos
que les hacen caso. En ninguno de los niveles señalados se podría hacer a las
máquinas o al programa Excel responsable de lo que es la ineptitud en los cálculos
o en la forma de introducir los datos. Pero el etiquetado de la historia por el
propio Krugman "La depresión del Excel" hará que algunos piensen que
la culpa la tiene la hoja de cálculo. Una razón más para utilizar "Linux", pensarán algunos. Pero los fallos aquí no estaban en los programas ni en los programadores, sino en los que introdujeron los datos.
El
segundo de los casos producido en estos días es el de los hermanos Tsarnaev,
según los indicios hasta el momento, los autores de los atentados de Boston. De nuevo aquí las
máquinas entran en juego en el desarrollo de los acontecimientos:
El senador de los Estados Unidos, Lindsey Graham, aseguró esta mañana
que si el FBI desconocía que el hermano de Dzhokhar, Tamerlan Tsarnaev, viajó a
Rusia, fue por un error muy básico: no habían escrito correctamente su nombre.
Así lo explica el senador republicano en la Cadena Fox: «Por eso nunca
apareció en el sistema que se marchara a Rusia».
Graham, que también es miembro del Comité de
las Fuerzas Armadas, aseguró que no sabía con seguridad si este error al
deletrear su nombre a la aerolínea Aeroflot fue intencionado, pero cuando sus
fuentes transmitieron la información al FBI no hubo constancia de este viaje.
[...] No se ha especificado cual fue la
errata concreta pero es posible que se tratara de una variante de su apellido
que utiliza el tío de Tamerlan, que vive en Maryland y se hace llamar «Tsarni»
y no «Tsarnaev».**
Tienen
razón el senador Graham al calificar de "básico" el error, pues lo es
por estar en la "base" de los procesos posteriores. Los "errores
de base" afectan a lo que se construye sobre ellos distorsionando los
resultados finales. Son como una avalancha de nieve.
En
ambos casos son errores —con sus diferencias entre uno y otro— que se producen
en los niveles primarios, en la entrada de datos. El error no lo producen las
máquinas sino nuestro contacto con ellas.
En el
primer caso, un error en el cálculo es dado por bueno y aceptado como principio
verdadero" aplicable en muchas otras situaciones. El error se transmitió a
los que han tomado decisiones con el artículo en mente, aceptándolo como una
política económica. El error se transmite a través de un sistema configurado
por todos aquellos que lo dan por bueno. De la hoja Excel al artículo, del
artículo a los que lo leen, de los que lo leen a los que lo aceptan, y de los
que lo aceptan a los que lo aplican. Todos ellos, con sus ramificaciones,
constituyen la cadena de transmisión del error. Hicieron ver una falsa realidad,
un falso comportamiento de la economía. Los que querían creerlo, lo creyeron y
lo utilizaron como argumento justificativo de sus acciones.
Por el
contrario, el segundo error produjo la invisibilidad de lo real. La visita a Rusia
del hermano mayor desapareció del sistema de vigilancia por un error en la
introducción de los datos. Ninguna de las alarmas saltaron por alguna letra
cambiada. Tampoco la máquina tiene la culpa esta vez, sino los datos erróneos
suministrados al sistema. Por muy buenos que sean los sistemas, siempre que
dependan de nuestras acciones, estarán sujetos a error.
Puede
que algunos tengan dudas sobre la intencionalidad de los errores y piensen que
los economistas falsearon los datos para obtener los resultados que quería —no
sería la primera vez— o que Tamerlan Tsarnaev cambió alguna letra del impreso de
salida para burlar el sistema de alarmas de la vigilancia de sospechosos de
terrorismo. Pero del que no hay ninguna duda sobre su intención perversa es del incidente que se
produjo ayer con un simple "tuit". La introducción de una noticia falsa —el ataque a la Casa Blanca y las heridas del presidente Obama— en el sistema a través de la cuenta de la Associated Press (AP) produjo un
reacción en cadena en Wall Street
causando un desplome del mercado. Unos segundos de credibilidad son suficientes.
Puede
que exista un nivel en la cantidad de información que podemos manejar y
controlar con eficacia, una cantidad que, una vez superada, nos introduce en
situaciones en las que es difícil detectar los errores antes de que estos sean
desastrosos. Algunos se aprovechan y se esconden en la maraña informativa
volviéndose invisibles —del terrorista a los evasores fiscales—; otros, en
cambio, aprovechan la instantaneidad del sistema y su extensión global para provocar
pánicos, sacudidas y desplomes.
En la
Sociedad de la Información todo es "información" en el sistema, la
verdad, el rumor y la mentira. Antes de distinguirlos, ya han causado estragos.
* Paul Krugman "La depresión del Excel" El País 21/04/2013 http://economia.elpais.com/economia/2013/04/19/actualidad/1366398440_370422.html
** "Dzhohar, a un amigo: 'Estos ataques son tan fáciles de hacer'" ABC 23/04/2013 http://www.abc.es/internacional/20130423/abci-sabia-tsarnaev-regreso-rusia-201304230956.html
*** "El tuit falso que hundió Wall Street" El Mundo 23/04/2013http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/23/economia/1366739034.html
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