Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
prensa británica se ha hecho eco de las declaraciones del ex Secretario de
Energía, Chris Huhne, ex candidato a la dirección del Partido Liberal en dos
ocasiones y economista, quien ha salido de la cárcel diciendo que su estancia ha
sido una experiencia "fascinante", forma peculiar de definirla.
Lo de
Huhne es toda una historia porque fue condenado por hacer creer que era su
esposa la que conducía el coche para no perder los puntos del carné. Por no
perderlos, en cambio, perdió los papeles, su carrera política y hasta su libertad. El culebrón se produjo cuando la esposa, a la que se le diluyeron la
pasión y el deseo bergmaniano de mantener
secretos matrimoniales, contó —pasado el tiempo— que no era ella quien conducía
el coche en el momento de la infracción sino el marido.
En febrero
se celebró el juicio y ya en marzo, cuando entró en prisión, el ex ministro Huhne
tuvo que aguantar las bromas de sus carceleros y compañeros de estancia. Contó
entonces el diario The Guardian:
The disgraced former cabinet minister Chris
Huhne was ridiculed on his first day in jail, when a prison officer called him
to breakfast shouting "Order! Order!", it was reported.
The officer mimicked the House of Commons
Speaker by adding over the PA system in Wandsworth jail: "The right
honourable member for Wandsworth North – down to the office," according to
the Sun.
Dickens hubiera dado cuenta de ello con humor describiendo a
Huhne como una especie de Oliver Twist camino de sufrir por la comida en el
orfanato. No sabemos si la broma fue solo un recibimiento acorde a su rango o
si lo cogieron como gracia y se la mantuvieron hasta la salida. Lo que sí
parece confirmado es que Huhne tuvo que ser trasladado y protegido, pues al
enterarse algunos compañeros que era rico, fue víctima de "presiones".
La cárcel es la cárcel y un millonario fuera de lugar siempre es un problema. Tras
ser condenados a ocho meses, salen ahora a cumplir en arresto domiciliario lo
que les queda.
Siempre en los márgenes del humor británico, el periodista
de The Guardian, Eric Allison, escribía ayer un divertido artículo con el
título "My top five prison tips for Chris Huhne" con el que trataba
de aconsejar a los políticos que entran en prisión. Señala Allison que el
delito por el que ingresan más en prisión los altos cargos y políticos —señala
varios casos— es el de "obstrucción a la justicia" (for perverting the course of justice),
que no deja de ser interesante para la clase de personas de que se trata. Aquí
tendríamos alguna dificultad en clasificarlos porque, la verdad, entre unos y
otros, están generando casi una asignatura para los futuros planes de la
carrera de Derecho, entre lo administrativo y lo penal.
Los consejos de Eric Allison son también dignos de Dickens y
me quedo con la ironía del segundo de ellos: «He should remember to show humility. Prisons are full of massive egos and
there are no shortage of cons wanting to take them down a peg or two.
Politicians are an opinionated lot, used to making themselves heard.»**
No sé si es por "flema británica" o por
desvergüenza política, pero por el comentario de que la cárcel es "fascinante"
y que está llena de "historias", me temo que Huhne acabará firmando
ejemplares de una obra futura en la que se cuente —de manera ejemplar— lo que
comenzó como la película de Stanley Donen, "Dos en la carretera", y
terminó con los huesos de ambos en la cárcel, aguantando las bromas de los
carceleros —los responsables del servicio de vigilancia de prisiones negaron
que se hubiera producido un comportamiento tan poco "profesional"— y
las amenazas de los "colegas". Tal como están los tiempos, será un
bestseller, después una miniserie de la BBC y finalmente un musical.
Con todas las cosas que ocurren, con los escándalos
constantes, el hecho de que se haya producido por algo tan estúpido —pero no
irrelevante— como son los puntos del carné de conducir, muestra también la
extraña escala de valores que algunos tienen hoy en día. Su esposa Vicky Pryce
aceptó cargar con la infracción, en 2003, y no le importó hasta que pasados
unos cuantos años se divorció, tras aparecer unas fotos de su marido con otra
mujer. En una indiscreción cometida en una entrevista en 2011, comentó que ella
se había hecho cargo de la responsabilidad para que no afectará a su ya ex
marido. Por la boca muere el pez. Ambos fueron acusados de obstrucción a la
justicia. Y ahí están, separados, pero unidos por un destino que no ha prescrito.
El argumento de su defensa ahora es que fue coaccionada por Huhne en su momento. Qué queda del amor, cantaría Trenet.
A las artes les gustan siempre esos momentos en los que el
destino se concentra en un punto, en el que se abre una bifurcación; ese
instante en el que la decisión que tomes te lleva a la gloria o al trullo. Es
el paso del "¡Orden, orden!" dicho por el presidente de la cámara, al
"¡Orden, orden!" dicho por un carcelero que te llama para la comida.
Toda tu gloriosa historia, todos tus logros se vuelven ridículos. ¡Vanidad de
vanidades!
Tú eliges. Aunque no lo sepas, ya te enterarás.
* "Chris Huhne reportedly ridiculed and harassed on
first day in prison" The Guardian 12/03/2013
http://www.guardian.co.uk/politics/2013/mar/13/chris-huhne-ridiculed-prison
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