jueves, 9 de octubre de 2025

De perros y batallas

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Hemos comenzado este miércoles nuestro cinefórum con una película que sigue dando que pensar en cada nueva revisión, Perro blanco, una obra del gran director Samuel Fuller, realizada en 1981, con guion a medias con Curtis Hansom, sobre una novela de Romain Gary, fallecido el año anterior y a quien está dedicada la película.

Siempre es una decisión complicada la película con la que comenzamos cada curso (son ya 15 años). Hay muchas a las que quieres dedicar este puesto inaugural que tienen siempre algo de compromiso, algo especial. Y Perro blanco lo tiene.

Para los que no conozcan la película les daré algunos datos. El primero es que es un alegato contra el racismo. La protagonista atropella un perro al inicio de la película, lo cuida y lo mete en su vida de actriz aspirante. Descubrirá que el perro es un "perro blanco", es decir, un animal al que se ha condicionado para atacar a los negros.

No es necesario adelantar más. Con este arranque ya sabemos cuál fue el destino de la película y del propio Fuller. Se negaron a distribuirla y apenas se hicieron algunas copias para cubrir el expediente. Fuller se fue del país prometiendo que no volvería a rodar en los Estados Unidos. Francia le acogió. Es lo que suele llamar una "película maldita" por motivos evidentes.

El filme nos ha permitido hablar ampliamente y conectar con el peligroso mundo que estamos creando. Era inevitable conectarla con otra película reciente que ahonda en el problema del "supremacismo blanco", del racismo, como es "Una batalla tras otra" (Paul Thomas Anderson 2025).

Creo que es necesario hacer revisiones de estos filmes que de repente se nos muestran como peligrosamente actuales. Las cuestiones del racismo, de la xenofobia, de los ataques a la inmigración vuelven a estar en las primeras páginas porque han pasado a estar presentes en nuestra realidad social con mayor o menor intensidad en los llamados "discursos y actos de odio".

¿Es posible que no avancemos, que sigamos estancados en estas cuestiones? En lo que se nos describe, en sus raíces, no hay mucha diferencia entre lo que nos muestra Fuller y en lo que nos muestra Paul Thomas Anderson, que nos actualiza una novela de Thomas Pynchon de 1990.

La novela de R. Gary y la de Th. Pynchon nos ofrecen, desde perspectivas muy diferentes, una misma realidad, la del racismo metido hasta las raíces más profundas de la América que permanece impertérrita ante este fenómeno. El tono de ambos filmes, las formas son muy distintas, pero sus realidades no lo son tanto.

Hay una América que no cambia, de raíces profundas. Cuando nos hablan del origen de los "perros blancos" señalan su persecución de los esclavos que se fugaban. Los perros los perseguían hasta matarlos a dentelladas. Se acabó la esclavitud, pero no el odio racista que los creó. Es un momento clave en la película escuchar el odio y el orgullo con los que se habla de esos "perros blancos", una máquina animal creada para matar.

Hoy volvemos a tener los mismos discursos de odio. Lo hemos visto y escuchado en los discursos de las raíces "blancas" y "evangélicas" del trumpismo. Ese "nuevo pueblo elegido", el norteamericano, es "blanco" y solo desear ser de ese color. Mata en las fronteras, crea muros, hace redadas, manda al ejército a detener a miles de personas.

En la película de Paul Thomas Anderson han de jurar que no han tenido "relaciones" con personas de "color", de cualquier "color". Se penaliza con la muerte. Es considerado como el peor de los pecados, una contaminación intolerable.

Creo que "Perro blanco" ha sido una buena elección para nuestro seminario de cine, para nuestro cinefórum. Hay que hablar de cine, de estas películas que nos obligan a enfrentarnos a nuestros demonios. Hay que preguntarse por los filmes sin caer en la trampa del tecnicismo, de aislarlos como si no tuvieran relación con el mundo que los produce y aquel que los recibe.

Les animo a que ven las películas que he mencionado y, especialmente, a que hablen de ellas, que debatan. Un arte que se queda en lo estético no sirve de mucho. No sé si las películas pueden cambiar el mundo, pero sí nuestras mentes. Al menos las de algunos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.