Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Dos noticias coinciden en los titulares de ayer, día 23. La primera es la que nos señala la inoperancia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del que se nos dice en RTVE.es que "... son los ganadores de la II Guerra Mundial los que tienen la última palabra en decisiones importantes, como pedir un alto el fuego en una guerra."* El poder de los estados ganadores ya no está en la vigilancia por la paz, sino que esta es el resultado de un tejido de intereses. La paz ya no es un objetivo superior, sino un estado conveniente.
Cuanto mayor es la presión existente, la paz se vuelve más frágil. La guerra en Ucrania y en Oriente Medio ya forma parte de las estrategias y, como vemos, no se hace caso del daño que está haciendo a civiles o de la destrucción sistemática de los espacios, algo que tardará años, décadas en recuperarse. La guerra ha vuelto a ser un arma de los estados y nadie parece poder ponerle freno. Falla la seguridad, fallan las potencias que, lejos de buscar la paz, ya tienen en la guerra una herramienta.
Los temores expresados por las diplomacias de determinados países hablan ya del elevado riesgo de una confrontación "abierta". Pero ¿cuántos muertos son necesarios, cuántos bombardeos, etc. para que se deje de jugar con las palabras?
La otra noticia que se nos ofrece es la que lleva por
titular "El 1% más
rico de la población mundial posee más riqueza que el 95%, según Oxfam
Intermón"** Son las "súper potencias" con nombre y apellidos.
Creo
que las dos noticias nos hablan del mismo mundo, nos hablan del reparto del
poder. Podemos discutir quién controla a quién en cada momento, pero de lo que
no hay duda es de su connivencia.
Cuando se nos habla del papel de la "riqueza" y su distribución vemos que coincide con los espacios en intereses de los conflictos, que los lugares más inestables tienden a ser dobles víctimas de la violencia y esa otra forma que es la explotación.
Entre otros datos, el informe precisa que el 1% más
rico posee el 43% de todos los activos financieros globales y que
dos multinacionales son propietarias del 40% del mercado mundial de semillas.
Las "tres grandes" gestoras de fondos
estadounidenses (BlackRock, State Street y Vanguard) gestionan 20 billones
de dólares en activos, cerca de una quinta parte de todos los activos
de inversión en todo el mundo.
Esta "hiperconcentración de poder y riqueza"
alimenta la desigualdad entre personas y entre territorios, asegura el
informe, puesto que los países del sur global "solo cuentan con el 31% de
la riqueza global", pero representan el 79% de la población.
Amenaza para los retos globales
Oxfam habla así de una "era de oligarquía
global", en la que los esfuerzos globales frente a la crisis climática,
los niveles persistentes de pobreza o la desigualdad "están siendo
amenazados por la concentración de poder en manos de los ultrarricos y
las megaempresas".
"Aunque el mantra es que la rivalidad entre
grandes potencias es el mayor factor que socava el multilateralismo, la
realidad es que la desigualdad extrema juega un papel clave. En los
últimos años, los ultrarricos y las empresas con mayor poder han utilizado
su enorme influencia para frenar los esfuerzos para resolver los
principales problemas del planeta, como la lucha contra la evasión y
la elusión fiscal, asegurar que las vacunas contra la COVID-19 sean
accesibles para todas las personas, o cancelar las deudas insostenibles de
los países del sur global", ha explicado Cortada.**
La noticia del informe de Oxfam va precedido de la fotografía de un sonriente Elon Musk, uno de esos mega millonarios que fue recibido en Israel, como tituló el diario El País, "como un jefe de estado", advirtiendo de la posibilidad de una tercera guerra mundial.
La creciente desigualdad en el mundo hará crecer el número de conflictos entre países y dentro de ellos. Las zonas —al margen de los conflictos bélicos ya creados— de mayor inestabilidad son también las de más desigualdad, como ocurre con el sur americano, un auténtico polvorín social. Ya África y Oriente Medio lo son, con todo tipo de conflictos y las grandes potencias favoreciendo las crisis. El apoyo "incondicional" norteamericano a Israel y las maniobras de Rusia por toda África financiando ejércitos mercenarios que recorren el continente son fuente de inestabilidad en todos los órdenes.
Los intereses políticos y económicos son una mala combinación cuando la paz ya no es un objetivo, sino un obstáculo.
El Consejo de Seguridad ya no garantiza paz alguna. Su política, al resurgir la dialéctica de bloques, es ya la del veto y no la del acuerdo. Esto no es bueno. La creencia en que es una forma de control sobre el resto del mundo por parte de las potencias anula su función real. La idea de António Guterres llamando "desactualizado" al Consejo es demasiado "eufemística". Creo que es algo más.
Lo vemos en el comportamiento sin límite de Israel al saber que no va ser frenado por los vetos en el Consejo. El concepto mismo de "ataque preventivo" usado es una forma de sembrar destrucción sin posibilidad mediadora, sin freno alguno. Que sean los vetos por intereses cruzados los que definan la vida de decenas de miles de personas, muchas de ellas civiles inocentes, es una muy mala señal para el futuro. La desigualdad creciente no ayuda a un crecimiento en paz. La miseria es el mejor combustible para las guerras.
Son muchos los requisitos que se van cumpliendo para ver desastres mayores en el horizonte. La desigualdad creciente va redefiniendo el poder bruto que actúa ya sin máscara. Los efectos sobre muchas zonas es el crecimiento de los conflictos, que acaban siendo violentos ante la falta de un arbitraje aceptable por todos. Mal camino.
*
Isabel Dólera (RNE) "El Consejo de Seguridad, a debate en la Cumbre de la
ONU: "Está bloqueado, usan el derecho a veto según sus
alianzas"" RTVE.es 23/09/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240923/utilidad-consejo-seguridad-onu-debate/16259676.shtml
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